Se trata de hacer magia con lo ordinario, volviéndolo algo extraordinario. Dar vida a los objetos que, a simple vista, son descartables, con nuestra creatividad como motor principal.
Por: Kenia Meza
Al pensar en un nuevo juguete, es probable que lo primero que se nos venga a la mente sea comprar uno. Vamos a internet, gugleamos el tipo de chiche que creamos ideal para las pretensiones del niño al que se lo regalaremos, y abonamos el dinero correspondiente.
Es cierto, el mercado de la industria del juguete a nivel mundial es gigante, con millones fluctuando en las arcas de las grandes compañías fabricantes. La oferta, entonces, es proporcional. Decenas de productos pensados especialmente para entretener, divertir, estimular y colaborar en el desarrollo de los niños y los bebés.
La venta de juguetes, un negocio de millones
De hecho, en 2023 el mercado mundial del juguete se valoró en unos 116.400 millones de dólares. No solo eso, sino que la buena salud de la que goza el rubro también tiene buenas proyecciones de cara al futuro. Se espera que crezca y alcance más de 140 millones de dólares para 2028.
En términos de lo que ocurre en México, el mercado tocó valores de 3.400 millones de dólares, y se espera que supere los 4.400 millones de dólares de aquí a los próximos años.
Bien, ¿pero por qué tantos números? Lo interesante de poner estas estadísticas sobre la mesa es que contrastan muchísimo si tenemos en cuenta lo siguiente: podemos crear nuestros propios juguetes con nuestras propias manos.
¿Por qué no hacerlos nosotros mismos?
Así es. Además de todo los que nos puede ofrecer un producto para bebés muy llorones que fue pensado y fabricado por empresas con décadas en el rubro, lo cierto es que también podemos valernos por nosotros mismos.
Desde personajes hasta hogares, pasando por columpios, animales o cojines. Tela, lana botellas, cartón, plástico, colores… la infinidad de recursos de los que podemos hacer uso para crear juguetes caseros es más que suficiente. ¿Alguna vez habías pensado en tener tu propio Nenuco?
Ni que hablar de que, además, estamos colaborando con el medioambiente a través del reciclaje. Lo cual supone, también, una enseñanza de forma indirecta para el niño.
Vivimos en una cultura de descarte, en la que como primera opción siempre está la basura. Sin embargo, podemos darle una segunda oportunidad a esos productos que ya utilizamos, y qué mejor que aprovecharlos para juguetes con nuestras propias manos.
La creatividad e inventiva al poder
La creatividad fluye libremente cuando nos sumergimos en el arte de fabricarlos en la calidez de nuestro hogar. La simplicidad de los materiales a nuestro alcance, es una invitación directa a explorar nuevas formas y texturas, fomentando así el ingenio y la imaginación, tanto en los niños como en los adultos.
De hecho, la experiencia de construir un juguete desde cero no solo proporciona horas de diversión, sino que también fortalece los lazos familiares y promueve el trabajo en equipo.
¿Alguna vez te pusiste a pensarte a ti transformando una caja de cartón en un castillo encantado? ¿O un par de zoquetes viejos en una familia de títeres? Se trata de hacer magia con lo ordinario, volviéndolo algo extraordinario. Dar vida a los objetos que, a simple vista, son descartables, con nuestra creatividad como motor principal.
Incluso, si invitamos a los niños a participar de este proceso de creación, puede estimularlos en el desarrollo de habilidades motoras finas. También pueden aprender a resolver problemas y, además, descubren la sensación gratificante de poder lograr algo con sus propias (y pequeñas) manos.
Ideas de juguetes caseros
Como decíamos, hay distintos materiales de los cuales nos podemos servir para fabricar juguetes. Incluso, según el material que utilicemos podrá variar la funcionalidad y el objetivo.
Ir de pesca
- Hacer ocho cortes en la tapa de una caja de cartón.
- Dibujar ocho peces en un cartón y cortarlos cuidadosamente.
- Hacer un pequeño agujero en la cabeza de cada pez.
- Colocar los peces en los ocho cortes realizados en la caja de cartón, mirando hacia arriba.
- Usa dos palitos con hilos atados y un alambre, que harán las veces de caña de pescar.
Sonajero para bebé
- Cortar dos piezas de tela del tamaño deseado para el sonajero, dejando un margen de costura.
- Colocar las piezas de telas juntas, con los lados derechos enfrentados, y coser alrededor dejando un espacio sin coser.
- Rellenar el sonajero con material de relleno (puede ser poliéster, algodón, lana) y cascabeles.
- Cerrar el espacio restante cosiendo a mano o a máquina.
Bowling de plástico
- Lavar y secar 10 botellas de plástico vacías, preferentemente iguales o similares.
- Colocarlas en posición de bolos, formando un triángulo en el suelo.
- Usar una pelota de tamaño adecuado para usarla de bola de bowling.
Coches de carreras
- Pegar dos tapas de botellas de plástico en la parte inferior de una caja de zapatos para formar las ruedas delanteras del coche.
- Hacer el mismo procedimiento pero ahora para fabricar las ruedas traseras del coche.
- Decorar el cuerpo del coche con papel de colores y pegamento.
Juego de memoria
- Limpiar y secar 20 tapas de botellas, para que queden 10 pares iguales.
- Dibujar en cada par de tapas imágenes idénticas. Pueden ser números, estrellas, corazones, etcétera.
- Recortar pequeñas tarjetas de cartón del mismo tamaño que las tapas de las botellas.
- Pegar las tapas de botellas en las tarjetas, una en cada lado, para que no sea vean las imágenes dibujadas.
- Mezclar las tarjetas/tapas y colocarlas boca abajo sobre una superficie plana.
Títeres
- Elegir calcetines viejos que estén en desuso.
- Decorarlos para que se parezcan a personajes divertidos. Se puede utilizar botones, hojas secas, hilo, pintura, etcétera. La idea es hacerle una boca, dos ojos, una nariz, pelo y todo lo que guste.
- Hacer los brazos con tiras de tela o coserle retazos de tela en la parte superior.
UNICEF y la importancia del niño y poder jugar
La institución señala que el juego representa una vivencia fundamental durante la infancia, siendo una vía primordial para aprender a convivir y compartir con otros, marcando así el inicio de la interacción en comunidad.
En este contexto lúdico, las emociones se experimentan de manera intensa y la creatividad florece en su máximo esplendor.