Conoce los esfuerzos de Jardín Botánico Culiacán y la Universidad Autónoma de Sinaloa en el cuidado de aves.
Por: Cristina Castro Gastélum
México es considerado un país con una increíble biodiversidad, esto es gracias a que cuenta con dos regiones biogeográficas: Neártica y Neotropical, que brindan distintos tipos de climas, relieves, flora y fauna, dando vida a diversos tipos de ecosistemas.
Las aves, son un grupo que representa muy bien la diversidad, ya que nuestro país ocupa el primer lugar en Norteamérica con 1,107 especies de aves, que se agrupan en 26 órdenes y 95 familias, además, más de la mitad de las aves migratorias de Norteamérica pasan aquí, entre 6 y 8 meses del año, convirtiendo a México en un lugar perfecto para su estudio y observación.
Lamentablemente, en la actualidad, alrededor de 392 especies de aves se encuentran en la NOM-059 SEMARNAT 2010 bajo una categoría de riesgo: 152 en categoría Pr (Sujeta a Protección Especial), 95 en categoría P (En Peligro de extinción), 126 en categoría A (Amenazada) y 19 en categoría E (Probablemente extinta en medio silvestre) lo que ha llevado a biólogos y científicos de diversas áreas, a crear proyectos y programas para la conservación de este grupo tan variado de fauna.
Asociaciones, universidades, dependencias gubernamentales, grupos de estudiantes nacionales e internacionales, promueven a través de proyectos, la importancia de las aves, su conservación, los retos a los que nuestro país se enfrenta para llevar a cabo los programas, también, a través de estos programas y proyectos, se busca despertar el interés no solo en empresarios y políticos, sino también, en la comunidad.
Monitoreo de aves migratorias
Así, la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) junto a Jardín Botánico Culiacán realizan monitoreos sobre las especies migratorias que se detienen en el área para descansar y buscar alimento y agua, tanto en su viaje hacia el sur de nuestro país, como de regreso.
Para realizar el monitoreo, es necesario implementar las siguientes actividades:
- El monitoreo se realiza muy temprano, cuando las aves comienzan a salir de sus nidos para buscar comida, se colocan redes llamadas “redes de niebla”, que las aves no detectan.
- Una vez que el ave queda “atrapada”, los especialistas y estudiantes, la liberan de la red, la colocan en una bolsa de tela, ideal para su tamaño, para llevar a cabo la toma de datos, por ejemplo: qué especie es, si es macho o hembra, peso, si es joven o adulto, etc.
- Tomados los datos necesarios, se proceda a colocarle un anillo en una de sus patas, esto no le causa alguna molestia o dolor, ya que también se toma la medida de la pata del ave, considerando que esta vaya a crecer o no. Una vez colocado el anillo (que tiene un código único que contiene información del país y la organización que realiza el anillado), el ave es liberada.
Los datos obtenidos nos ayudarán a tener, aproximadamente, conocimiento de cuántas hembras o machos llegan al área, cuántos regresan del sur y que aún llegan al Jardín Botánico, y cuántos regresarán durante los próximos años, generando un historial de visitas, que ayudarán al estudio y conservación de las diferentes especies migratorias.
Juntos podemos trabajar por un mejor lugar: cuidemos nuestros espacios verdes, apoyemos a los diversos grupos y asociaciones en las labores de conservación, participemos en los eventos de observación de aves, creemos conciencia sobre la importancia de las aves en nuestro planeta, para así, mejorar las condiciones para todos, por un mundo mejor.