La Picota de Zempoala: Testigo de la justicia colonial

La Picota de Zempoala sirvió como escenario de los juicios y castigos de aquellos que desafiaron el orden establecido

Por: Kenia Meza

En el corazón de la pintoresca localidad de Zempoala, en el estado de Hidalgo, México, se erige majestuosa y solemne la Picota de Zempoala, un monumento que susurra historias de tiempos pasados y testifica la justicia colonial que una vez imperó en estas tierras de Hidalgo.

Esta imponente columna de piedra, de formas sólidas y líneas simples, se alza en una plaza pública, como un guardián silencioso de la memoria colectiva. Su presencia evoca un pasado de rigidez legal y autoridad implacable, donde la ley se pronunciaba con severidad y los castigos eran públicos.

La Picota de Zempoala sirvió como escenario de los juicios y castigos de aquellos que desafiaron el orden establecido. Aquí, los criminales eran exhibidos ante la mirada inquisitiva de la comunidad, marcados por el peso de sus transgresiones. Desde ladrones hasta blasfemos, ninguno escapaba al escrutinio de la justicia colonial.

Pero más allá de su función punitiva, la Picota de Zempoala es un símbolo de poder y dominio. Representa la presencia del imperio español en estas tierras, recordando a quienes la observan que el orden y la autoridad no toleraban desafíos.

Aunque el tiempo ha pasado y las leyes han evolucionado, la Picota de Zempoala permanece como un recordatorio tangible de un pasado que no debe ser olvidado. Sus piedras susurran historias de dolor y opresión, pero también de resistencia y lucha por la justicia.

Hoy en día, la Picota de Zempoala atrae a visitantes de todo el mundo, ansiosos por sumergirse en la rica historia de México. Es un lugar donde el pasado cobra vida, donde las sombras de los condenados aún parecen danzar en el viento, recordándonos que la justicia, aunque a veces cruel, siempre deja una marca indeleble en la historia de una nación.

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