La historia de un jornalero agrícola que sin educación construyó sus propios vecindarios para asegurar la vejez
Por: Juan Francisco Sotomayor
Jesús Octavio Basoco Espinoza es un hombre de muchas luchas, que sacó ventaja de ser migrante y trabajador de rudeza. Cuando dejó su natal Choix, Sinaloa era un jovencito, pero su dedicación al comercio lo convirtió en “El Señor Barriga” de Villa Juárez, ahora vive de sus rentas.
Montado en su bicicleta maneja un bajo perfil, nunca ha abandonado su sencillez y su carácter alegre, ese que te da la vida cuando valoras tus orígenes, y ya de grande respiras la satisfacción de haber cumplido tus metas.
En su encuentro con Tus Buenas Noticias, recuerda Jesús Octavio Basoco que nació en las montañas de Urique, en el estado de Chihuahua, pero sus padres bajaron a Choix, Sinaloa, donde pasó la infancia.
“Yo no estudié ni la o por lo redondo, pero uno desde que es pequeño trabaja. Mi mamá hacía pan, hacía tamales y nos mandaba a vender. Y de ahí me quedó esa práctica de vender.
"Cuando estaba morro me iba yo a visitar familia para Nogales, y de allá me venía cargado con relojes y mercancía. Me metía para el otro lado de Estados Unidos, a sacar de allí, la línea antes estaba libre como quien dice, entraba uno y salía".
Se iba también para La Paz, Baja California, y también traía mercancía
Así se hizo comerciante. En esos andares de migrante aprendió a trabajar en tractores Caterpillar, y maquinaria pesada de todo tipo.
Recuerda haber trabajado “haciendo carreteras; me tocó trabajar en el mineral; me tocó trabajar de Mexicali a Tijuana haciendo el tendido de la tubería de agua cruzando la Rumorosa, hasta Tecate. Ahí hicimos una presa para bajar el agua a Tijuana”, dice con entusiasmo.
En su juventud se fue un tiempo a trabajar en Estados Unidos, y con sus ahorritos migró a Villa Juárez, Navolato. “Yo primeramente compré una motocarro y empecé a vender en ella. Porque cuando llegué aquí toda la gente del sur que vendía en el campo traía su motocarro".
En Villa Juárez, Navolato, entre jornaleros desarrolló sus ventas
Y en ese tiempo había un depósito de la coca cola aquí, y hasta le daban unos 20 o 30 cajas a uno para que empezara, se la regalaban. Y me iba bien, vendía ropa y refrescos, 10 a 12 cajas diarias.
Y por la tarde vendía cilantro, en la tarde me iba a los campos a vender verduras. O sea que le echaba ganas”.
Casado con Guadalupe López, del ejido Revolución de Ahome, encontró nuevos motivos para trabajar. Comenta que le fue agregando nuevos productos a sus ventas, incluyendo ropa usada del tianguis de la Huizaches.
Tuvo la gran visión de ser pionero, en Villa Juárez, en hacer cuarterías por iniciativa propia para rentarlas a trabajadores del campo, las anteriores eran de transportistas y “enganchadores” de jornaleros.
“La cosa es que a mí me gustó moverme. Aprendí a albañilería, me fui de ayudante de albañil para aprender. Y de ahí para el real, pues empecé yo a fincar yo mismo. Entonces empecé a construir para mí. Hacerlo todo yo mismo”.
“Hice una cuartería, la más grande que tengo está en las Cañitas. Aquí tengo 6 cuartos en un solar, y tengo una casa para allá, y tengo otra en otra colonia. Y tengo otros cuartos para otra colonia. Y fue todo lo que pude hacer, ya me hice viejo”.
“Y pues ahora vivo de la pura renta, como en el chavo del 8, como el señor Barriga. Jajaja y me dedico a ir a cobrar la renta”, afirma con singular alegría.
Justo de esa actividad venía cuando detuvo la marcha de la bicicleta en la plazuela para saludar a un amigo, mientras recibía el periódico de Tus Buenas Noticias. No sabía que ese día sería parte de una nueva historia.
Jesús Octavio Basoco hizo mil oficios. Ser comerciante en Villa Juárez le abrió el interés por construir viviendas para renta. Con su buena planeación construyó una pensión digna. Sin haber ido a la escuela cerró el círculo de la vida como hábil empresario.
Sus andanzas por México las cuenta con agrado porque ya no tiene preocupaciones. Sólo cobrar la renta y tolerar a Don Ramón.