Con orgullo recuerda que fue el primer taquero del fraccionamiento.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Desde la cocina en la parte trasera de su restaurante, sale Víctor Eduardo Castrejón Vázquez. Se quita el mandil que cubre las manchas que deja el marinaje para la preparación de una buena carne asada.
Se seca las manos y con un fuerte apretón, saluda y se dirige hacia la mesa más cercana. Junto con el mandil deja la formalidad de ser “el patrón” para desnudar su alma por medio de palabras que tocan las fibras más profundas de su ser.
Con una mirada profunda y la voz que caracteriza a un hombre sencillo habla para Tus Buenas Noticias. Ahí, no solo se ofrecen sabores auténticos, sino que también existe una historia de pasión por el trabajo, momentos de lucha y superación.
Un original apodo
Víctor Eduardo, conocido por todos como "El Tano", es originario de la colonia Zapata en Culiacán. Lleva consigo un apodo que se aferra a sus recuerdos de infancia.
En una charla distendida, revela:
"Este apodo me lo puso mi madre, cuando era niño, era un poco tartamudo y no podía decir canijo, así que me llamaban tanijo, y así se me quedó tanito, tanijo, Tano. Y hasta hoy todos me conocen como El Tano"
dice entre risas, al recordar el toque de ingenio y amor maternal.
Casado con Victoria Zazueta y padre de seis hijos, su historia no solo es la crónica de un taquero, sino la lucha de una familia cuya vida ha sido moldeada por los sabores y los desafíos a los que se han enfrentado en Alturas del Sur.
Hace más de 15 años, la travesía culinaria de El Tano comenzó en la cocina de su madre en la colonia Zapata. La semilla del emprendimiento fue plantada por su esposa, Victoria, quien le sugirió incursionar en el mundo de los tacos.
"Ella dijo que había trabajado en unos tacos y sería buena idea hacer algo así para sacar adelante a la familia. Me había quedado sin trabajo y recordé que en algún tiempo tuve un amigo taquero que me pasó su receta secreta y aquí estamos"
, comparte El Tano. Sus ojos reflejan la chispa de aquel momento. Desde la calle Plan de Ayala en la colonia Zapata, hasta el emplazamiento actual en la avenida Juan Manuel Ley Fong, la evolución de El Tano es un viaje marcado por la autenticidad de sus sabores.
Con lágrimas que se asoman en sus ojos, y con discreción busca ocultar, El Tano expresa:
"Lloro porque este es un sueño. Me ha costado 15 años para lograr lo que tengo ahora. Me toca disfrutarlo, esto no es fácil pero no me voy a rajar"
revelando las capas emocionales detrás de su travesía.
La oferta gastronómica de El Tano no se limita a los tacos tradicionales; incluye quesadillas, tacos, vampiros y hasta baguettes. Una innovación gracias a su amigo el Chef Abraham Velarde.
Entre lágrimas y sabores, El Tano comparte la emoción cruda de sus experiencias:
"No me voy a rajar. El año pasado me asaltaron, me lastimé el brazo, me lastimé el codo, la espalda. Me caí por corretear a las personas esas por impulso y ahí entendí que lo más valioso era mi vida. Me levanté y decidí volver a empezar desde cero"
, reconoce. El impacto de ese asalto no solo dejó marcas físicas sino que también reforzó la convicción de El Tano.
"Le dije a un amigo que necesitaba un lugar seguro y accedió a rentarme este lugar. Solamente Dios puede hacer esto. Yo soy un hombre de fe"
Sus palabras resuenan con una profunda conexión espiritual en la que confía. A través de esos expresivos ojos que se sinceran, El Tano rinde homenaje a su esposa, Victoria Zazueta, como el pilar fundamental en esta odisea culinaria.
"Sin mi esposa no hubiera sido posible todo. Ella me ha ayudado en todo, hasta con mis hijos, de mi primer matrimonio. Son como de ella y le estoy muy agradecido"
confiesa con una voz cargada de humildad y gratitud. En cada taco, en cada baguette, El Tano ofrece más que sabores que deleitan paladares.
Es una historia de resistencia, de lucha, de familia y de la fe que ha guiado cada paso de su camino como taquero.
Sus palabras son muestra de la autenticidad en los pasos de su vida. Para él, ayudar, disfrutar y perseverar son las lecciones que reflejan entre sabores y emociones que comparte con cada uno de sus clientes.
Ser el primer taquero del fraccionamiento se dice fácil, pero con dedicación El Tano pica la carne y sirve los tacos en Alturas del Sur con el mismo entusiasmo de la primera vez, hace quince años.
Su amor por el oficio es tan especial como la sazón de sus tacos.