A sus 86 años, Don Alejandro es reconocido como el fotógrafo de La Palma, sus fotos cuentan la historia familiar.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
La historia de Alejandro Ríos Pacheco es más que una crónica de su éxito como fotógrafo en La Palma; es un relato de vida impreso en cada instantánea capturada a lo largo de sus 86 años.
Don Alejandro, como cariñosamente le llaman en la comunidad, ha sido testigo y artífice de la evolución de La Palma, desde su llegada en 1964 hasta el día de hoy.
Nacido el 24 de febrero de 1938, su infancia estuvo marcada por la escasez.
Vivió con sus abuelos, compartiendo la dura realidad de contar tortillas para asegurar una comida. Los recuerdos de aquellos días le producen un suspiro, recordando con detalle el deseo de saborear una simple pieza de pan.
Su destino
Su llegada a La Palma no fue casualidad, sino el resultado de una invitación a un baile que cambió su destino. Con una sonrisa, relata cómo se quedó cautivado por la belleza del lugar, la amabilidad de la gente y decidió establecerse.
Así comenzó su travesía, una vida llena de contrastes que lo llevó a repasar infinidad de oficios, desde vendedor de muebles en Navolato, hasta convertirse en el fotógrafo más querido de la región.
La fotografía no fue su primera elección, pero la oportunidad tocó a su puerta a través de amigos generosos. Con una cámara prestada y la guía de quienes vieron su carisma y disposición, se aventuró en el mundo de la fotografía. "Me enseñé yo mismo, me fui abriendo camino", comparte con humildad.
Sus inicios profesionales
Su primera cámara profesional, adquirida con esfuerzo, marcó el inicio de una carrera que transformó la vida de Alejandro y dejó una huella imborrable en La Palma.
"La primera cámara que recuerdo que compré me costó 800 pesos y estaba tan feliz que hasta la olí", evoca con nostalgia.
La fotografía en blanco y negro fue su punto de partida, revelando personalmente cada imagen en su cuarto oscuro al interior de su domicilio. No fue un camino fácil; sin embargo, su dedicación y amor por el arte lo llevaron a superar obstáculos.
"Sigo diciendo lo mismo, para mí fue una satisfacción muy grande la cuestión de la fotografía"
Confiesa para Tus Buenas Noticias y lo hace con gratitud.
Un legado invaluable
Su legado se refleja en la dinastía que ha creado. Sus hijos, Gloria Elena y Orlando, han continuado con la tradición, convirtiéndose en la segunda generación de fotógrafos Ríos. La fotografía se ha convertido en el factor que une a su familia, uniendo generaciones y dejando recuerdos invaluables.
El amor por su esposa, Gloria Valenzuela Machado, ha sido una constante en su vida. Su historia de amor inició en el abarrote La Mariposa en Navolato y consolidada a través del baile, es un testimonio del papel fundamental que juega la familia en su existencia.
En su época, la transición de fotografías en blanco y negro a color marcó un punto importante en su carrera. Esperar semanas para recibir las imágenes desde la Ciudad de México era una tradición llena de ansias.
"Era muy emocionante recibir las fotografías teníamos que esperar hasta más de quince días para que llegaran las fotos a color"
Expresa con emoción.
Tecnología de época
La técnica y el arte se fusionaron en la ampliadora que poseía, permitiéndole llevar a cabo proyectos más ambiciosos, como capturar a dos avionetas en vuelo.
"Cuando aprendí a ser profesional, tuve la experiencia de tomar una foto de avioneta a avioneta a Fito Aviador, él quería una foto en su avioneta y yo hice el trabajo"
Relata con orgullo.
A pesar de los retos y sacrificios, Alejandro Ríos Pacheco sigue tocando la cámara en su hogar. Aunque ya no trabaje eventos en persona, su hija, Gloria Elena, ha tomado la batuta, continuando con la tradición familiar y ofreciendo servicios desde la casa.
Con ocho hijos y la fortaleza de un legado sólido, Don Alejandro reflexiona sobre la verdadera riqueza de su vida.
"No soy rico en dinero, pero lo soy en familia", afirma con convicción. Su mensaje a las generaciones futuras es claro:
"Pórtense bien con los clientes y queden bien. Sean honestos, honrados, y nunca les va a pasar nada mal".
En La Palma, la cámara de Alejandro Ríos Pacheco ha capturado no solo imágenes, sino la esencia misma de una comunidad, marcando el tiempo con cada clic y dejando un legado que perdurará por generaciones.
Don Alejandro sigue siendo el fotógrafo de todos en La Palma. Su cámara cuenta la historia de las familias en Navolato.