La venta de cacahuates distingue la vida de José Raymundo Ortiz en Villa Juárez

En Villa Juárez Navolato, le pone sabor a la vida con la botana de todos los días

Por: Juan Francisco Sotomayor

Por la calle la 50 de Villa Juárez está el rincón de la botana. Desde las 7 de la mañana José Raymundo Ortiz está haciendo girar al fuego del cilindro tostador, una roma agradable se ha dispersado por 20 años haciendo que la venta de cacahuates distinga su vida.

Todos los días tiene clientes consagrados que se han cautivado con el punto de sazón que les da a sus cacahuates. “La gente vuelve por el sabor” afirma José Raymundo parado tras el rústico mostrador donde tiene las bolsas de cacahuates de diferentes tamaños y precios.

Está bajo una carpa a orilla de la carretera. Por ahí ve pasar los años y el trajín de los trabajadores del campo a todas horas. Afirma que hace 40 años cuando llegó a Villa Juárez, siendo niño de 8 años, al otro lado de la carretera sólo eran praderas de pastoreo del ganado.

Ahora ya hay muchas colonias, para él son más clientes. Comenta que hace 20 años no había vendedores formales de cacahuates en Villa Juárez, por lo que vio un nicho de oportunidad trayendo los cacahuates de Mocorito y poniéndolos al alcance de los trabajadores.

En años malos para la producción de cacahuate en Sinaloa, como este 2024, trae el producto desde Chihuahua, para que no falten. Con un barril metálico, un motor y un quemador hizo el cilindro tostador.

“El sabor depende del postado y de las características que le da el suelo a la semilla”, afirma con entusiasmo.

Sus fechas buenas son desde octubre a junio. Ahí lo verán desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche, pero hay gente que aún más tarde los procura en su casa.

A orilla de calle tiene el puesto y el horno tostador

Raymundo y su esposa se ayudan en las ventas de cacahuate

En la misma carpa, junta a él lo acompaña su esposa Maribel Camacho Lizárraga. Ella vende ropa, y sólo hay clientes en determinadas horas. Es el refuerzo de José Raymundo para atender los clientes o preparar los cacahuates.

Ahí se conocieron en Villa Juárez, siendo Maribel de El Quelite, Mazatlán y José Raymundo de Los Becos, Culiacán. Después de haber sido jornaleros agrícolas, fue el negocio de los cacahuates lo que les ha dado vida.

Maribel Camacho vende ropa y atiende clientes en los cacahuates

Con las utilidades han llevado hasta la universidad a sus hijos:

  • Araceli Abigail
  • Eimar Noe
  • Jonathan Ortiz Camacho.

Sus cacahuates los va tostando cada día, según la demanda diaria, “para que los aceites se conserven y no se hagan rancios”, es lo que le ha hecho permanecer 20 años en el negocio.

Lo que sigue es cribar los cacahuates para eliminarle las impurezas, comenta que prefiere perder peso con los desechos, que perder clientes por entregarles un producto de mala calidad. también vende botana de cacahuates pelados.

Con un barril metálico José Raymundo hizo su horno tostador de cacahuates

En los mejores tiempos de sus inicios vendía 4 toneladas de cacahuates por temporada, ahora la meta anual es vender al menos 14 toneladas. Él pone su empeño y dedicación en el sabor y la calidad, y los clientes ponen su entusiasmo por devorar la rica botana de Mocorito.

En Villa Juárez la venta de cacahuates distingue la vida José Raymundo Ortiz, su mercancía es la botana que se saborea en los campos agrícolas y en los encuentros familiares. Todos los días le pone ruido de uña a la vida.