Consciente de su error, Juan Yair comparte su testimonio para enseñar a los jóvenes la realidad de las drogas y mostrar que en este caminar no se está solo.
Por: Kenia Meza
“En el momento que yo empecé a consumir, empecé a perder el respeto por mi, me empecé a matar yo solo. Empecé a perder la dignidad, empecé a perder valores, empecé a perder las ganas de vivir. Todo empecé a perder”.
Con una confesión, empieza una vida llena de pérdidas a causa de las drogas. Juan Yair Ballesteros es un joven de 31 años que conoce la realidad de este infierno. Conoce su testimonio en el siguiente video:
Juan Yair proviene de una familia humilde de Baja California. Con padres trabajadores, había días que no tenía supervisión más que la de su abuela. Así que desde muy chico, conoció la vida de las calles.
A corta edad, Juan Yair ya soñaba en grande y para él, convertirse en el narcotraficante más importante de México, era su meta a seguir. Y para lograrlo, parecía que debía conocer a fondo el negocio. Empezó mal, desde los 12 años se involucró en el tobogán del consumo de drogas.
En su ignorancia, no sólo debía probar el producto, también debía conocer cómo funcionaba el ambiente. Así que a sus 14 años decidió formar parte del mundo de las pandillas y dejar sus pensamientos plasmados en paredes con grafiti.
A su madre, Gabriela Llanes, le tomó tiempo descubrir los problemas de adicciones de su pequeño, pero cuando se dio cuenta lo empezó a llevar al doctor para poder salvar su vida.
Sus esfuerzos demuestran el amor y el sacrificio que entregan los padres a los hijos. Sin embargo, no fue suficiente. Juan Yair ya estaba perdido en las garras del cristal, pero la vida le tendría una sorpresa que le ayudaría a recuperar el buen camino.
Un tobogán de adicciones
Juan Yair conoció, por vez primera, el amor de pareja con su primera novia. En entrevista con Malala Academia IAP no compartió el nombre de la mujer que robó su corazón, pero si expresó que gracias a ella le puso freno a sus adicciones y riesgos.
El amor empezó a crecer y con esto, llegó su primer hijo. Sin embargo, la vida tendría una prueba muy difícil para los padres jóvenes. Su pequeño nació con problemas en el corazón. La familia se unió para poder cubrir los costos de su operación en Ciudad de México, sin embargo, al salir, no pudo resistir y perdió la vida.
Tras la muerte de su primogénito, Juan Yair se encontró con una espantosa realidad llena de sufrimiento y desdicha que lo arrastró nuevamente a las drogas. Encontrar qué consumir se convirtió en su meta diaria.
En entrevista no comentó hasta qué punto lo llevó la adicción pero su madre señaló que personas la buscaban y amenazaban con matarlo a él y a su familia si no pagaba lo que debía.
No se sabe si tenía deuda por consumo de cristal pero su madre sabe que en la desesperación de Juan Yair por seguir consumiendo, hasta las velas de su primera comunión se convirtieron en la mejor opción para “saciar” su vacío.
Hoy, Juan Yair sabe que se convirtió en un monstruo y que desilusionó a su familia. Sus malas decisiones lo llevaron a perder 20 años de su vida y a no poder pisar Tijuana, su ciudad natal.
Consciente de su error, Juan Yair comparte su testimonio para enseñar a los jóvenes la realidad de las drogas y mostrar que en este caminar no se está solo. Cada día, se ha convertido en una oportunidad para alejarse más de las drogas y continuar con su recuperación.
Por sus deudas de consumo le quitarían la vida, por seguir drogándose la perdería también. En 20 años perdió todo, hoy vive para contarlo… y quiere contarlo bien, para que alguien se salve. Las drogas matan.