A contra luz se ve plasmada la historia del encuentro entre la Virgen María y el indígena Juan Diego.
Por: Kenia Meza
En vidrio se ve representada la historia de Juan Diego y “La Morenita”.
(TBN) La historia del encuentro entre un indígena y la Virgen de Guadalupe ha cautivado a miles de personas alrededor del mundo y ésta, a contraluz; se ve reflejada en los vitrales de La Lomita.
La Iglesia del Santuario de Guadalupe, mejor conocida en Culiacán como “La Lomita” alberga un arte que cobra vida a través de la luz: los vitrales.
Un vitral es un arte antiguo europeo que llegó al continente americano para quedarse, donde se conjuga la luz y el color al entrar en contacto con nuestros ojos provocando un sinfín de sensaciones.
Con estilo propio, los vitrales de La Lomita narran lo que dicen fue el milagro de las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego, reflejando así que para “La Morenita” no existen diferencias de clase o cultura entre todos sus seguidores.
Según la tradición fue Juan Diego el encargado de llevar su palabra ante los altos mandos de la Iglesia y sólo él, pudo confiar tal encomienda.
Esta historia se ve plasmada en cuatro vitrales de La Lomita y se ha convertido en una prueba de la Virgen para los devotos, que Ella siempre vela y cuida por ellos.
En el quinto vitral llamado “Encuentro con la fe” se rinde un homenaje a los primeros evangelizadores.
Casa Montaña es una empresa que ha estado presente en el vitralismo mexicano desde la postrevolución hasta el día de hoy. Y fueron sus manos quienes crearon estos vitrales los cuales se convirtieron en monumentos a nivel nacional.
En entrevista con el Director de Casa Montaña Fernando Montaña Vázquez mencionó que la creación de los vitrales de La Lomita se remonta al año 1962, bajo los diseños del artista William Dalnegri y la mano de su abuelo Ramón Montaña.
También detalló que tomó la decisión de restaurar estos vitrales porque son “monumentales íconos a nivel nacional que hay que cuidar y mantener en excelente estado para evitar su destrucción”.
En enero del año en curso realizó el debido mantenimiento de esta obra artística, pieza por pieza y para él, hacer este trabajo significó:
Una satisfacción muy grande poder conservar los vitrales hechos por mi abuelo y mi papá, que son apreciados y valorados por la comunidad y deseo conservarlos.
Un vitral educa, motiva y transforma a las personas que se detienen a admirarlos.
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