¿Crees que Culiacán sea una ciudad con alta capacidad de recuperación?
Por: Miguel Calderón
En los últimos días he atestiguado 2 acontecimientos que han llamado poderosamente mi atención y me han dejado temas para reflexiones pensando en ser un buen vecino resiliente.
El primero de ellos ha sido un accidente que en casa sufrió mi abuela y que la llevo al hospital. Mi abuela es una mujer, que ha estado expuesta a situaciones muy difíciles en la vida de las que se ha repuesto con carácter de guerrera.
Como uno de muchos ejemplos de esto, en su década de los treinta años soportó la pérdida de su esposo y de su hijo mayor, quedándose a cargo de la responsabilidad familiar y saliendo con éxito de la misma.
Estoy seguro que ella, a sus 84 años, se levantará de esa cama de hospital y una vez más le dirá al mundo: aquí estoy. El otro hecho que captó mi atención durante esta semana es haber conocido personalmente al hijo de Luis Donaldo Colosio, más allá de las connotaciones políticas.
Vi en él a una persona echada para adelante frente a su familia y a su comunidad, que a pesar de lo vivido en su infancia aclara con firmeza: “uno no puede hacerse la víctima toda la vida”.
En mi abuela y en Luis Donaldo reconozco a dos personas resilientes. Según la Real Academia de la Lengua Española, resiliencia es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.
Resiliente es, pues, aquel que se levanta después de la caída; aquel que se recupera después de la enfermedad; aquel que sobresale en medio de la adversidad.
Una vez en medio de esta reflexión pensé: ¿De qué tamaño será la fuerza de una Ciudad que tiene vecinos resilientes? ¿De cuántas tragedias se ha recuperado Culiacán? ¿Qué ciudades en el mundo son ejemplo de resiliencia, además de Hiroshima y Nagazaki? ¿Cuántas mujeres como mi abuela habrá en las familias de la región? ¿Culiacán es resiliente?.
Tratando de encontrar respuesta a mis inquietudes, me topé con el Índice de Ciudades Resilientes, patrocinado por la Fundación Rockefeller.
Esta metodología define el concepto de resiliencia como la capacidad de las personas, las comunidades, las empresas y los sistemas que se encuentran dentro de una ciudad para sobrevivir, adaptarse y crecer, independientemente de los tipos de desafíos que experimenten.
La herramienta contempló a cien ciudades alrededor del mundo, 4 de ellas mexicanas: Ciudad Juárez, Ciudad de México, Guadalajara y Colima.
Con otro método diferente, la organización Triple Pundit, que se ocupa medir globalmente algunas variables, publicó en 2011 el ranking de las ciudades más resilientes del mundo colocando en los primeros 5 lugares a Copenhague, Curitiba, Barcelona, Estocolmo, Vancouver y París.
En 2017 en nuestro país, el Gobierno Federal junto a la academia dictaminaron a las 16 ciudades más aguantadoras frente a las catástrofes, entre ellas a La Paz; Puerto Vallarta; Allende, Nuevo León; Durango; Tapachula, Chiapas; Solidaridad, Quintana Roo; Atlixco, Puebla; Aculco, Estado de México y una sinaloense: Mazatlán.
Nuestra Ciudad en diversos momentos de su historia ha sido abatida por sequía, por huracanes, por inundaciones y por olas de violencia. No figuramos en ninguno de los rankings que he mencionado, pero estoy seguro que si nos evalúan con detenimiento nos catalogarán como una Ciudad con una alta capacidad de recuperación.
Y eso puede suceder debido a que muchos sinaloenses tienen la entereza de mi abuela. Hoy más tarde, durante la visita hospitalaria le diré a mi abuela: “abuela eres muy resiliente” y posiblemente piense ella que le estoy diciendo alguna grosería al desconocer la connotación de la palabra, preguntándome de vuelta que le quise decir.
Le explicaré que es resiliente porque cuando ha estado en medio de la tormenta siempre ha pensado en cómo recuperarse. ¿De cuántos hombres y mujeres de este carácter está hecha la resiliencia de Culiacán y de Sinaloa? ¿Te has puesto a pensar qué tan resiliente eres? ¿Un buen vecino tendrá que ser también un vecino resiliente?
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