Una forma de entender la salud mental en el ser humano: La Infancia II
Por: Dr. Marco Antonio Dupont Villanueva
Una forma de entender la salud mental en el ser humano: La Infancia II
La infancia marcará tu vida. Para continuar la división propuesta de tres esferas fundamentales para la salud mental del ser humano, diremos que es la etapa de la infancia en donde se empieza a manifestar el importante papel que juega la esfera social en el bienestar humano.
La infancia es esa etapa comprendida entre la lactancia y la adolescencia que consiste, en términos básicos, en la separación del binomio madre e hijo, cuando el pequeño entra en contacto con otros infantes y es expuesto al medio social.
Control de esfínteres
El control de los esfínteres es un tema que ha sido tratado desde múltiples disciplinas y enfoques. Como ya se ha dicho, la salud es el desarrollo óptimo o ideal del infante en armonía con las tres esferas.
En lo que respecta al binomio con la madre e hijo y su proceso de separación gradual, ésta le permite al infante iniciar un proceso de socialización a través del cual se relaciona con otros niños.
En un primer tiempo surgirá la necesidad del niño de controlar su entorno, primer impulso será tratar de controlar la atención de la madre, pues en una primera instancia no está dispuesto a perderla: conviene recordar que, para el bebé, el entorno es la madre.
Por tal motivo, tratará de invitarla a que le preste atención mientras logra controlar la emisión de orina y posteriormente, sucederá lo mismo con el control de las heces: hijo avísame cuando tengas ganas para que te lleve al baño.
En un segundo tiempo mantendrá su afán de llamar la atención de su madre, ahora para cerciorarse de que ya logró el control de los esfínteres: la madre lo sigue constantemente para saber “si ya hizo popó”. En este segundo tiempo la distancia entre la madre y el hijo es mayor y se empieza a diluir este binomio.
Entre otras cosas, este proceso de control de esfínteres aumenta la distancia entre el bebé y la madre, permitiendo la inclusión y la presencia de terceras personas, como el padre.
Trastornos del Desarrollo Infantil
La palabra enuresis se refiere a la evacuación nocturna e involuntaria de orina se presenta aproximadamente en el 5% de los infantes --estas cifras varían de acuerdo a los autores y a edades-- y se presenta varias veces por semana.
Esta va desapareciendo en la medida que evoluciona el sistema nervioso central y existen muchas técnicas y medicamentos que ayudan a resolverlo, como la Imipramina, que provoca la retención urinaria.
También existen medidas conductuales que pueden tomarse, como el reforzamiento positivo y negativo. Conviene apuntar que cuando la enuresis se acompaña o forma parte de un trastorno de atención, los mismos estimulantes utilizados para tratar el Trastorno de Déficit de atención ayudan a tratarla.
A la evacuación involuntaria de las heces en los calzoncillos después de los 4 años se le denomina encopresis y puede tener causas como las dietéticas o alteraciones funcionales. Aunque se considera que en el mayor número de casos, se trata de manifestaciones de estados emocionales no verbalizados.
Cuando el infante entra al maternal o al kinder entra en una fase de represión -- es decir, que se olvida y deja en algún lugar del inconsciente la anterior etapa-- que sólo es recordada como algo bello pues, sobra decirlo, suele ser un momento traumático para el infante.
La distancia con la madre se hace más grande y se percibe como una ruptura. El vínculo que le daba seguridad al infante se empieza a hacer borroso, por lo que se pone en juego su sensación de integridad.
El infante es expuesto a un mundo desconocido para él o ella, fuera de su casa, donde ya no están sus seres queridos y conocidos. De pronto, el infante se enfrenta a un grupo de desconocidos, todos igual de angustiados por la primera separación con la figura de la madre. De aquí, justamente, se acuña el término angustia de separación.
El adulto recuerda haber ido a fraternizar con los compañeros de colegio, cuando, por el contrario, se va a la escuela a enfrentarlos: tendrá que defender sus cosas de los demás, tendrá que aprender a competir por la atención de la maestra, que se revela como la sustituta de la madre --por esa razón muchos recuerdan estar enamorados y/o ser la consentida en el caso de las mujeres--.
Trastornos del Lenguaje.
Cuando la educadora tiene que atender, cuidar y enseñar a un número considerado de niños, dándoles a cada uno de ellos poco tiempo de atención comparada con el de la madre. La educadora no lo podrá atender como la madre, por lo que en ese momento se vuelve muy importante desarrollar herramientas lingüísticas para comunicarse con sus nuevos compañeros.
Es aquí en esta etapa cuando el lenguaje cobra un gran valor, es un elemento vital para poder convivir y comunicarse. El lenguaje le permitirá al infante transmitir sus sentimientos, sus ideas, a través del uso de la palabra.
Al inicio de esta etapa se puede presentar una dificultad para la adquisición o el uso del lenguaje o que al tratar de hablar no se entienda (trastorno fonológico). También puede suceder que una vez adquirido el lenguaje repita palabras o vocales, incluso sonidos (tartamudeo).
Incluso, en ocasiones ocurre que el uso del lenguaje no le permite ser entendido por sus congéneres, ya sea porque rompe las normas de conversación entre iguales o normas sociales. (trastorno pragmático).
Trastornos de la Lectoescritura.
Dentro de la evolución o desarrollo de la socialización, un siguiente nivel es cuando aquello que se habla también debe transmitirse de forma escrita. En el desarrollo o aprendizaje de la escritura pueden presentarse ciertas alteraciones; algunas de ellas serán corregidas con el tiempo, pero si no lo hacen, formarán parte de un trastorno.
Por ejemplo, cuando el escolar altera el orden de las letras de una palabra o las confunde, rotándolas o invirtiéndolas, --quizás escriba E por 3, b por d, p por b (dislexia)--.
El pequeño tiene en mente la imagen de lo que quiere escribir, pero cuando le es imposible recordar cómo se escribe, lo hace trazando las letras con la orientación equivocada, no respeta los márgenes o se sale de la hoja.
En ocasiones los infantes pueden presentar la característica de ser demasiado lentos para escribir y estar muy tensos al hacerlo (disgrafia). Las constantes faltas de ortografía, para algunos autores se deben a la posesión de un escaso vocabulario y por la falta de una lectura continua.
En lo personal, me tocó conocer el caso curioso de una mala ortografía (disortografía) ocasionada por la profesora, quien enseñaba a escribir incorrectamente a sus alumnos.
No podemos dejar de mencionar que cuando no se adquiere la destreza de la escritura o bien se pierde (agrafia) en la mayoría de los casos se debe a desórdenes neurológicos; esto último no debe confundirse con la pérdida del habla (Afasia).
Es importe mencionar que hay especialistas que se dedican a la atención de los trastornos anteriores (Logo terapeutas, también llamados Logopedas y terapeutas del lenguaje) con muy buenos resultados.
Trastornos en la atención y conducta.
Es frecuente que en el transcurso de los primeros años de la educación primaria y antes de su término, el desempeño se vea afectado o caracterizado por la poca atención.
Algunos tienen periodos breves de atención o grandes periodos de inatención, lo que provoca no sólo que el infante se distraiga con frecuencia, sino que le sea una característica estar constantemente distraído. Lo anterior impide el correcto aprendizaje, copiar la tarea, cumplir con las indicaciones que se dan durante la clase.
Suele suceder que si se les pregunta algo que sucedió durante su periodo de falta de atención no recordarán nada, pero al contrario, si se le pregunta qué sucedió en el momento que estuvo prestando atención, será capaz de describirlo con toda precisión y detalle.
Debido a su inatención, al pequeño le es imposible prestar atención a las órdenes o llamados de otras personas, por lo que da la impresión de no prestar atención nunca o de ser un desobedientes. La misma inatención los conduce a olvidar dónde dejan las cosas o a perderlas (trastorno por déficit de atención).
Este trastorno en ocasiones se acompaña de una excesiva actividad física; tan intensa que el niño puede estar moviéndose constantemente o jugando, una hiperactividad que resulta agotadora para los padres, maestros y compañeros.
Suelen tornarse imprudentes, impulsivos, lo que los lleva a no medir el peligro (pueden cruzarse la calle sin mirar, jugar a caminar en una cornisa, etc.). Aparecen como infantes sumamente caprichosos pues presentan baja tolerancia a la frustración: quieren que se les cumplan sus deseos en forma inmediata y expedita, y al no conseguir la gratificación hacen berrinches incompresibles, desproporcionados a la situación.
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad está presente de manera simultánea tanto en casa como en la escuela, lo que los lleva a ser rechazados por sus familiares, vecinos y compañeros.
Aunque dentro del desarrollo normal del infante es normal que se presente la conducta desafiante (sin que llegue a ser una característica propia del pequeño), cuando se vuelve una constante y además el niño pierde los estribos, se irrita, se enoja y discute con los mayores o con figuras de autoridad o desobedece, se niega a cumplir las órdenes y culpa a otros de sus errores, entonces estamos ante un trastorno negativista desafiante.
Si se hace frecuente una especial fascinación por el fuego, que puede reflejarse en que el niño le prende fuego constantemente a las cosas o pasa un tiempo considerable mirando el fuego, prendiendo cerillos o encendedores, entonces estamos ante una conducta piromaniaca, que algunos especialistas en niños consideran relacionada con la ausencia de una figura paterna.
Un niño que presenta una tentación por tomar cosas ajenas de manera repetitiva presenta una cleptomanía, un trastorno que, de acuerdo a la literatura sobre el tema, se presenta más frecuentemente en las mujeres, por ejemplo, en aquellas que entran a tiendas departamentales a robar prendas de vestir. Se considera que esta conducta es la manifestación de sentimientos de inferioridad.
A veces, algunas de estas conductas se presentan juntas: si la piromanía y la cleptomanía se dan junto con una tendencia al maltrato animal se forma una triada, que para los clínicos de antaño aseguraba la presencia de un trastorno antisocial de la personalidad.
Es importante realizar la detección oportuna de cualquiera de estas patologías desde la infancia. El pequeño debe ser revisado por un experto, con la ayuda de los estudios de gabinete (como un electroencefalograma espectral).
En este campo pueden mencionarse los avances de la Dra. Montserrat Gerez, neurofisióloga mexicana que ha introducido la medición de la actividad eléctrica global dentro de la espectrografía, en las vías o circuitos en las que están involucrados los neurotransmisores que intervienen en la atención y memoria (dopamina y acetilcolina ) y que se presentan a los 300 mseg de que ser expuestos a un estímulo.
El análisis de la amplitud, latencia y topografía de esta actividad eléctrica nos permite identificar si el problema de atención se debe a un TDA (trastorno de déficit de atención), a una depresión, a un proceso demencial, etc.)
Lo anterior debe ir acompañado de pruebas neuropsicológicas y un tratamiento integral, compuesto por un equipo interdisciplinario según el caso. Esto puede incluir a un terapeuta del lenguaje, un terapeuta del aprendizaje y un psicoterapeuta, sin olvidar que la medicación deberá estará a cargo de un psiquiatra infantil.
Dr. Dupont/j.f.sotomayor
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