Su nombre original es Plazuela General Antonio Rosales y honra al mismo personaje que la ciudad de Culiacán.
Por: Jaime Félix Pico
Jaime Félix Pico | Relatos y rincones
Su nombre original es Plazuela General Antonio Rosales y honra al mismo personaje que la ciudad de Culiacán.
¿Qué vivencia recuerdas en la Plazuela Rosales de Culiacán? En la década de los años 50’s del siglo pasado, Culiacán era todavía una pequeña ciudad en la que se podían identificar las distintas zonas urbanas conocidas como Barrios (antiguamente denominados en la nomenclatura urbana como cuarteles), donde se hacía vida comunitaria, manifestaciones de convivencia familiar.
Todos se conocían, participaban en las fiestas y su vida cotidiana se caracterizaba por prácticas comunes o maneras de ser y hasta de hablar, lo cual les confería una identidad propia a los que allí habitaban.
La ciudad urbanísticamente estaba segmentada en Barrios: al poniente el de la “Vaquita” (límites de la estación del ferrocarril y hasta los terrenos que lindan con el margen izquierdo del río Tamazula a la altura de la confluencia que forma los tres ríos); el barrio de la “Garrita”, sede del famoso zapatero de vecindad “don Baliarto”; el parroquial barrio del Santuario, que congregaba los fieles que vivían al poniente de las calles: Zaragoza, Rosales, Ángel Flores y hasta la Colón, donde aún existen formas de vida familiar en el conocido Barrio de la Colón.
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Las familias que habitaban en esta zona de la ciudad tenían el privilegio de contar cerca de sus hogares con la Plazuela Rosales, un espacio público de esparcimiento y convivencia donde la población se paseaba y la juventud se reunía como “palomilla”.
Se reunían no sólo a divertirse, a jugar o hasta aventurarse a incursionar por las riberas del río, conservadas aún en estado silvestre, donde se exponían a riesgos al no resistir la tentación de darse un baño, en ese entonces, de aguas frescas, limpias y cristalinas.
Hacia el norte está todavía la escuela Álvaro Obregón (operante en la actualidad) donde se impartía educación básica; y también la Universidad de Sinaloa (entonces sin el calificativo de autónoma) Alma Mater de los Sinaloenses, donde además de estudios profesionales se cursaba la secundaria y la preparatoria.
Todos los estudiantes de secundaria, de preparatoria y de profesional convivían juntos bajo los techos de la vieja casona “Rosalina”, conocida también como edificio central, después fue la Rectoría, hasta quedar sin uso específico o solo para albergar algunos servicios universitarios.
Lo interesante es que este edificio emblemático, monumento histórico, el más importante de todos los que están en el entorno de la plazuela, fue construido a fines del siglo XIX por el Ingeniero Luis F. Molina – de nuevo aparece la impronta del Arquitecto de la Ciudad - para ser la casa habitación de la familia del entonces gobernador Francisco Cañedo.
El Ingeniero Molina, años antes, en 1892, por órdenes del entonces gobernador Ingeniero Mariano Martínez de Castro – en su segundo período constitucional 1888- 1892 alternando con Cañedo – diseñó y construyó la Plazuela Rosales.
Fue un proyecto estratégico que utilizó para dirigir el crecimiento urbano, ordenado, de la ciudad hacia el poniente, que ofrecía muchas ventajas, entre otras los atractivos naturales de los tres ríos y los esplendorosos atardeceres, que son regalo de la naturaleza para quienes vivimos en esta ciudad.
El perfil medioambientalista del proyecto de Molina, sustentado en su formación académica e influenciado por el romanticismo en boga al fin del porfiriato, lo completó integrando elementos de carácter histórico y cívico cultural, primero imponiéndole el nombre del héroe de la Batalla de San Pedro contra los franceses intervencionistas, General Antonio Rosales; pedestal en la esquina sur oriente, que sostiene la réplica de la estatua de Rosales, igual a la que se encuentra en Paseo de la Reforma de la Ciudad de México; y en la esquina norte poniente del polígono, otro pedestal con la estatua del General Ramón Corona, militar republicano de la etapa de la Reforma que luchó por estas tierras.
En el lado norte construyó el monumento al Benemérito de las Américas, don Benito Juárez, en forma de columna con el busto del prócer en lo alto mirando hacia el edificio de la Universidad, en su entorno una bella área ajardinada.
En el centro de este gran espacio público se construyó un quiosco de estilo mudéjar -instalación para el disfrute de eventos cívicos y culturales y de convivencia pacífica auspiciadas por el gobierno de Díaz- elaborado en la fundición de Mazatlán, réplica del quiosco de la Alameda central de la Ciudad de México.
Allí se congregaba la población a escuchar audiciones musicales, conciertos al aire libre, ejecutados por bandas sinfónicas, como la famosa banda conocida “Los Azulitos” integrada por estudiantes de la Escuela Industrial Militar, que estaba ubicada donde hoy opera la Escuela de Idiomas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, por la calle Rafael Buelna, enfrente del moderno edificio de Preparatoria.
La Plazuela Rosales, según el historiador Gilberto López Alanís, en su libro La Plazuela Rosales: Historia y Entorno, es un “Conjunto urbanístico de origen anti intervencionista y profundamente patriótico….ha sido escenario del disfrute de varias generaciones de sinaloenses que han destacado en la vida política, social, productiva y cultural de Sinaloa. Por sus jardines se paseó la generación precursora de la modernidad rosalina que constituyó el Licenciado Eustaquio Buelna”.
Sin duda este proyecto de Molina tuvo un impacto transformador en esta zona de la ciudad, que había estado abandonada, convertida en un llano desolado, insalubre y peligroso; fue estigmatizado como escenario de crímenes o de hechos violentos, pues antaño allí se erigía la “cruz del perdón”. Había una gran cruz de madera donde llevaban a los presos a arrepentirse de sus fechorías, en el mejor de los casos a permitirles pedir perdón, y en otras circunstancias allí mismo eran ejecutados.
La Plazuela Rosales unida, según la visión urbanística del Arquitecto de la Ciudad, por dos rúas, ejes viales, las calles Ángel Flores y Antonio Rosales, con la Plaza de la Constitución (hoy Plazuela Obregón), transformó el diseño urbano de la ciudad generándole espacios para un desarrollo ordenado, de enorme impacto.
Hoy en día es la parte más simbólica del Centro Histórico de Culiacán, que guarda la memoria histórica de lo que fue la ciudad en la última década del siglo XIX y principios del XX, hasta antes del despegue económico (fines década de los 40´s) que impuso nuevos estilos de arquitectura y detonó un proceso social de desvalorización del patrimonio edificado, causante de la demolición de muchos edificios históricos, por mencionar los más significativos: la Cárcel Municipal, la Casa de Moneda, el Teatro Apolo, entre otros- que conformaron la imagen señorial que alguna vez tuvo la ciudad.
Durante el siglo pasado, desde el estallido del movimiento revolucionario en 1910, fue escenario de concentraciones populares y luchas políticas; la plazuela Rosales se convirtió en el centro político de la ciudad, en su entorno estaba la Universidad, la casa del gobernador Cañedo y habitaciones de familias ligadas al poder político y económico, y posicionada muy cerca del Palacio de Gobierno (hoy edificio que alberga al Archivo Histórico, funcionó como Palacio de Gobierno hasta 1960).
Jugó un papel muy significativo en todos los procesos de transformación académica que sufrió la hoy Universidad Autónoma de Sinaloa desde que se constituyó como Colegio Civil Rosales; fue un magnífico lugar, indispensable, para las manifestaciones estudiantiles, mítines donde la comunidad universitaria mostraba sus inconformidades y sus reclamos para participar en proyectos políticos.
Un movimiento que trascendió a nivel nacional fue por la autonomía de la institución y la plazuela fue el escenario de enfrentamientos entre grupos políticos distintos; en el año de 1972 el movimiento estudiantil que rechazaba la imposición de un rector terminó en tragedia, al morir dos estudiantes en medio de la trifulca provocada por la invasión de las fuerzas policiacas del gobierno del estado.
La primera intervención con fines de rehabilitación la realizó el presidente municipal Ingeniero Manuel Rivas, a fines de la década de los 50´s. Se retiró el quiosco y en su lugar se construyó una pérgola; el recubrimiento total de los andadores se hizo con mosaico de pasta color de rosa de cuadrícula fabricado localmente muy de moda en ese tiempo.
Las bancas de madera fueron sustituidas por bancas de material “granito” muchas donadas por empresarios que impusieron la razón social de su empresa a manera de publicidad. Se respetó la construcción en que el famoso Capi Cisneros despachaba raspados y refrescos que eran el atractivo de los paseantes y de los estudiantes de la Universidad, que se reunían allí en sus horas de descanso.
En el año 1993 el presidente municipal de Culiacán Doctor Humberto Gómez Campaña, convocó a la sociedad culiacanense a constituir el Patronato pro Rehabilitación de la Plazuela Rosales A. C., organismo de participación ciudadana que se hizo cargo de administrar recursos federales provenientes del Programa Cien Ciudades de la entonces Secretaría de Desarrollo Social.
Los recursos se destinaron a rescatar este espacio citadino que en esos años se encontraba en muy malas condiciones materiales y muy deteriorado su mobiliario, como bancas, arbotantes, etc. destruida la jardinería y ya no cumplía su función como espacio para pasear, convivir y disfrutarlo, pues era un lugar sucio y pese a que contaba con la Galería Frida Kahlo de la Universidad, permanecía hasta cierto punto abandonada.
La Facultad de Arquitectura de la Universidad presentó un proyecto de rescate con el propósito de devolver a este espacio su trazo original y todos los elementos constructivos tal cual el Ingeniero Molina lo había concebido y construido a finales del siglo XIX. El proyecto fue aprobado junto con la rehabilitación de los edificios de su entorno.
En diciembre de 1994 el presidente municipal entregó la obra terminada a la ciudad, con un agregado que no estaba contemplado en el proyecto original, el cierre de la calle Ángel Flores que unió el edificio de la Universidad con el piso de la plazuela, ampliándola, pero demeritando el trazo original.
Esta obra trascendió lo material, pues detonó un movimiento ciudadano de revalorización del patrimonio histórico edificado, difusor de la cultura de rescate, salvaguarda y preservación del patrimonio tangible, hasta entonces ausente en el interés de los ciudadanos culiacanenses. Y generó la necesidad de elaborar un plan de manejo para el espacio rescatado y los edificios, así como la continuación de la obra por la calle Rosales hacia el oriente.
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El Ayuntamiento contrató al Arquitecto Flores Marini, de fama conservacionista a nivel nacional e internacional, quien trabajó con los alumnos de la Facultad de Arquitectura, proponiendo al presidente municipal y al H. Cabildo del Ayuntamiento el primer Plan Parcial del Centro Histórico de Culiacán, el cual fue aprobado en el año de 1995.
Desde ese momento, en ese instrumento de planeación urbana, se definió el polígono urbano que comprende el Centro Histórico de Culiacán y se realizó el levantamiento de un inventario de fincas históricas patrimoniales que habría que proteger y rescatar, lo cual no se ha conseguido cabalmente. La próxima vez que visites la Plazuela Rosales podrás tener un mejor enfoque de la historia de Culiacán.