Ana María dialoga con extraviados, adictos, minusválidos y personas con trastornos, para reencontrarlos con sus familiares.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Ana María dialoga con extraviados, adictos, minusválidos y personas con trastornos, para reencontrarlos con sus familiares.
Hay personas y organismos que recogen animales para protegerlos. Ana María no, ella hace lo que pocos quieren hacer, trabaja en rescate de personas de calle. Ubica personas en condición de calle en Villa Juárez y las envía con sus familiares a otros estados o regiones de México. Es una labor social que le da grandes satisfacciones.
Villa Juárez, Navolato es una zona agrícola del Centro de Sinaloa donde cada año llegan unos 25 mil migrantes para emplearse como trabajadores del campo en la producción de hortalizas. Para ellos es una fuente importante de empleo por unos seis meses.
Muchas de esas personas ya traen historias de adicciones o las adquieren aquí. Otras vienen padeciendo efectos de descomposición social, abusos, o trastornos de algún tipo. Todos los años, cuando se termina la temporada, muchas personas se quedan en condición vulnerable deambulando en las calles o “cuarterías”.
Te recomendamos leer: Los Triquis, una mesoetnia con segunda casa en Villa Juárez
Desde el 2018, Ana María Cruz Carrasco ayudaba en un programa de rescate de personas de calle y extraviadas, en una organización de Estados Unidos llamada: “Buscando desaparecidos en la frontera”. Luego creó su propia organización llamada: “Ayúdame a Regresar, estoy en Villa Juárez”, que opera mediante búsqueda y enlace con sus familiares, donde quiera que estén.
Comenta que su labor consiste en recorrer el centro, las colonias y alrededores de Villa Juárez para detectar personas en condición de calle o extraviadas. Cuando se lo permiten se acerca a ellos y trata de entablar diálogo. “Porque algunos no lo permiten, se muestran agresivos, o evasivos, porque han sufrido maltrato de las personas”, explica.
También puedes leer: Guadalupe Bibiano llegó como jornalera y ahora es asesora educativa
“Todos tienen evidente necesidad, algunos se alimentan de la basura o piden ayuda. No siempre les dan porque algunos aún tienen problemas de adicción o alcoholismo, o no saben hablar español”. Otros ya no hablan. Ana María dice que por ser mujer se le facilita más hablar con las personas.
Primero trata de ganarse su confianza, luego les ofrece comida o ropa para que mejoren su apariencia. Así es como les puede sacar algunos datos. Lo que más le interesa saber es el nombre, edad y lugar de origen. “Les pregunto si les gustaría volver a ver a sus familiares y estar con ellos”. Los datos los publica en las redes sociales, en grupos de la región donde las personas dicen que han vivido.
Luego espera respuesta de la ciudadanía. Lo que más satisfacción le da es cuando responden a la búsqueda y se ponen en contacto con ella para iniciar el traslado. Comenta que algunas personas permiten ser alojadas en un albergue o con familias, pero la mayoría no quiere. Luego cuando vienen los familiares se hace la entrega, y si todavía continúan en la calle los buscan con la esperanza de poder localizarlos.
Francisco Hernández tenía 4 años desaparecido, sus familiares en Oaxaca creían que ya estaba muerto. Cuando se enteraron que estaba en Villa Juárez vinieron por él, pero ya no lo encontraron. Luego cuando Ana María lo volvió a ubicar, les avisó y regresaron por él. Al localizarlo se comunicaron con él en lengua zapoteca y así se lo llevaron.
María Magdalena Ruiz estaba en Villa Juárez con sus dos hijos y fue devuelta a su tierra. Zulamita Neri estaba también en la sindicatura, es originaria del estado de Puebla. Mediante la grabación de un video que hicieron circular en las redes sociales la identificaron. Mientras venían por ella, personas caritativas de Villa Juárez le ayudaron para alimentarla y pagar su pasaje. Sus padres estuvieron muy agradecidos.
En esta labor de localización y rescate de personas de calle, también los familiares con hijos desaparecidos le mandan fotos para que promueva su búsqueda en Villa Juárez o los alrededores. Así tenía en publicación a Silvano Cruz Ramírez.
Y en estos días ya tiene ubicado en Villa Juárez a Francisco Bravo Nava de Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, que está en espera de que vengan por él. Su mamá Reyna Nava Morales está muy contenta por la ayuda de localización, viene desesperada por recuperar a su muchacho.
Los encuentros de familiares con desaparecidos le rompen el corazón a Ana María Cruz. Después de los llantos y los abrazos cada quien se lleva a como puede a su familiar. Dice que muchos mantienen contacto con ella y le cuentan el progreso de los recuperados. “Algunos se recuperan y hacen vida, se casan y tienen vida normal, otros se mueren”, afirma con pesar.
El siguiente proyecto de Ana María es buscar ayuda para hacer una base de datos de personas deambulando en Villa Juárez, y buscar como hacer medallas o placas que porten las personas que ya no tienen buena razón o juicio, de manera que cuando los encuentren vivos o muertos, puedan leer sus datos.
Ana María hace este trabajo sin ánimo de lucro, nadie le paga por ello, Para mejorar su labor de búsqueda y rescate de personas de calle, busca auxilio con el DIF municipal y Estatal, con el ISEJA y con agricultores de la zona.
Ana María Cruz Carrasco es también hija de migrantes de Juxtlahuaca, Oaxaca llegados a Villa Juárez, el amor por su sangre le mueve a ser solidaria con los paisanos. Es danzante y promotora de danzas autóctonas. Con su organización “Ayúdame a regresar, estoy en Villa Juárez”, hace encuentros que se agradecen de por vida, le sobra corazón.