Compartimos con ustedes tres leyendas cortas para que se las relates a los niños durante las festividades del Día de Muertos
Por: Faviola Manjarrez
Cada vez estamos más cerca del 2 de Noviembre, día que se celebre el Día de Muertos, este día honramos la memoria de todas esas personas que ya fallecieron.
A raíz de esta festividad se cuentan anécdotas, historias y leyendas que llevan un toque de lo paranormal que ha surgido a medida que pasa el tiempo.
Aquí tenemos tres leyendas cortas para los más pequeños del hogar:
La leyenda de la Pascualita o del maniquí que cobra vida
Esta leyenda tiene su origen en el estado de Chihuahua. Comenzó el 25 de marzo de 1930, Día de la Encarnación, con la llegada del maniquí La Pascualita. La tienda de ropa llamada La Popular fue la encargada de mandar a traer a La Pascualita.
Sin embargo, La Pascualita no era cualquier maniquí. Estaba hecho con tanto detalle y cuidado que incluso las yemas de los dedos parecían tener huellas dactilares.
A simple vista, daba la impresión de que el maniquí era una mujer de carne y hueso; dando origen a varias leyendas.
Una de las leyendas cuenta que varios hombres han quedado profundamente enamorados de La Pascualita a tal grado de volverse locos.
Por otro lado, hay quienes aseguran que aquel maniquí de elegancia incomparable era la mismísima hija de la dueña de La Popular.
Sin embargo, la bella joven perdió la vida después de ser picada por un alacrán. Al no soportar la pérdida de su hija, la madre decidió disecar el cuerpo de su hija para poder verla siempre.
Y aunque aquella descabellada teoría no se ha confirmado ni desmentido, La Pascualita se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de Chihuahua.
La Llorona
Esta es una de las leyendas de Día de Muertos más famosas de México y se dice que surgió en la época colonial.
La leyenda cuenta que antes de convertirse en espectro, la Llorona era una mujer muy bella. Sin embargo, la tragedia llegó a su vida cuando se enamoró perdidamente de un hombre.
Juntos procrearon a dos hijos y se juraron amor eterno. No obstante, pasado algún tiempo, aquel hombre la abandonó.
La mujer quedó tan devastada que se volvió loca. En un arranque de ira llevó a sus hijos a la orilla de un río y los ahogó.
Cuando la mujer volvió en sí y se dio cuenta de lo que había hecho, decidió ahogarse también.
Sin embargo, su pena fue tanta que su espíritu continúa lamentándose hasta nuestros días por la pérdida de sus pequeños.
Por eso, muchos mexicanos aseguran haber escuchado aquella frase tan icónica y desgarradora de "Ay, mis hijos".
El hombre que no puso ofrenda
Había un señor que no quería festejar la celebración de Todos Santos y descuidó sus obligaciones para con los muertos de su familia, decía que no era cierto, que no vienen, y se burlaba de que los demás sí creyeran.
El Día de Muertos, cuando se dirigía al monte por leña, se encontró con los difuntos del pueblo entre los que iban sus padres ya fallecidos, quienes regresaban tristes por no habérseles recibido con ofrenda como a los demás.
Cuando el hombre regresó a su casa, quiso ofrendar un puerco en tamales, por lo que se puso a trabajar muy duro y al terminar se dispuso a descansar, sin embargo, ya era muy tarde, pues cuando lo fueron a ver ya estaba muerto, motivo por el cual, tuvieron que servir sus propios tamales en su velorio. Desde ahí, toda la gente celebra esta festividad con la tradicional ofrenda.