Residentes del rancho “El Caracol” aún continúan con sus hábitos y costumbres.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Al recorrer Alturas del Sur, jamás imaginarías encontrar un lugar como el rancho “El Caracol”. Junto a los imponentes condominios, justo detrás de las casas habitadas por familias citadinas se encuentra un hermoso lugar como sacado de una fábula.
Al llegar a la puerta de “El Caracol”, parecería retroceder algunos años en el tiempo. Si no volteas hacia atrás, fácilmente podrías olvidar que estás en la ciudad.
Un hermoso jardín bien cuidado, es el que te recibe para dar paso a unas pequeñas casitas elaboradas con material orgánico, propiedad de una misma familia; en donde pasan horas de felicidad.
Allá, en medio de las plantas se puede ver a María del Carmen que entusiasmada riega su jardín como cada día, mientras una de sus nueras limpia con afán el área del comedor. Ahí junto está la hornilla en la que su pequeña nietecita de 8 años echa sus tortillas para el desayuno.
Con buen ánimo Carmen echa el grito para recibir a sus desconocidos visitantes que curiosos asedian el lugar.
Ya entrados en la plática, sentados bajo la sombra de un árbol de naranjitas, Carmen recuerda que desde jóvenes se vinieron de su pueblo allá en San Ignacio en busca de una nueva vida.
Llegaron a un lugar inhóspito al que llamaron “Arroyo Cuate”, hoy conocido como Alturas del Sur.
“Ahí en el Huanacaxtle duramos viviendo 16 años. Cuando llegamos no había nada. Ni luz, ni agua. Para agarrar el camión para ir al centro, teníamos que caminar hasta la Ley Abastos. Pero ahora ya es Alturas del Sur y todo está más fácil. Aquí si tenemos luz y agua de la llave”, dice Carmen entre risas al recordar aquellos tiempos cuando sus cuatro hijos aún eran jovencitos.
Para Daniel Sánchez y Carmen, cuidar de su casa, el jardín, vacas y mulas forma parte de su día a día.
Con nostalgia recuerdan como ha cambiado su vida con el paso de los años. Es que es inevitable, con el transcurrir de los días, la civilización va invadiendo los hermosos parajes verdes de Culiacán.
Hoy los ha alcanzado el urbanismo. Pero ahí, al interior de “El Caracol”, continúan con la misma vida sencilla que les trae felicidad. En Alturas del Sur una calle cambia la realidad entre el rancho y la ciudad, una ventana para dos mundos paralelos.