La Serenidad
DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO
SERENIDAD... CALMA O TORMENTA
La semana pasada, leyendo, me encontré una frase de Descartes que me hizo pensar. El filósofo decía: "He descubierto que toda la infelicidad del hombre deriva de una sola causa: su incapacidad para mantenerse en quietud en su habitación". Así de simple. Me llamó la atención y me puse a investigar cómo se llega a la quietud, y me topé con esta emoción que es la serenidad.
La serenidad es una experiencia que contribuye a la aceptación de una situación; es un estado de equilibrio físico, mental, emocional y espiritual que se presenta cuando una condición indeseable, real o imaginaria, nos sucede y podemos gestionarla o aceptarla. En nuestra mente ocurren dos pensamientos siempre dominantes que nos impiden llegar a la serenidad: el del pasado, cuando nos lamentamos por situaciones que quisiéramos hubieran sido diferentes pero que ya es imposible que lo sean; y el del futuro, cuando reflexionamos sobre lo incierto que es y todos los resultados adversos que nos puede traer, pero que al momento en que los pensamos son imaginarios y en la mayoría de los casos no van a suceder y solo nos vamos a preocupar. La búsqueda de la serenidad tiene que ver con mi relación con la frustración imaginaria.
Para lograr serenidad es importante comenzar a relativizar las cosas, ponerlas en perspectiva, darles la importancia que tienen y no otorgarle siempre mucha importancia a todo; más bien lo contrario: la mayor parte de las situaciones no tienen tanto valor como el que les reconocemos.
En el presente la mente nos dice poco, porque nos mantiene ocupados en lo que está pasando, mientras nuestro pensamiento nos lleva hacia el pasado y hacia el futuro, intranquilizándonos; ocuparnos más del presente es un trabajo muy personal que está siempre disponible y que provoca mentalmente el silencio, que nos lleva a la serenidad.
La serenidad no significa no tener problemas en tu vida, no es tener todo en calma, sino poder distinguir nuestra prioridad en medio de la tempestad, y eso nos sirve de gran palanca para nuestro bienestar emocional. La mayor parte de las veces estamos bien, aunque tengamos turbulencia. Serenidad es aceptación.
En pocas palabras, Mario opina que:
“La serenidad viene de aprender a silenciar nuestros pensamientos sobre el pasado y el futuro”.
ATISBOS DE CONCIENCIA
SERENIDAD
Cuando escucho la palabra serenidad no puedo dejar de sentir anhelo de ella. Sin duda, en un estado de serenidad se toman decisiones más certeras, se generan las mejores ideas, se incrementa la creatividad, se resuelven conflictos de formas más eficaces, se establecen mejores vínculos, podemos vivir la vida de manera aterrizada y confiar, además de muchos otros beneficios. Pero ¿cómo logramos ese estado de serenidad?
¿Qué es la serenidad?
La mayoría de los estados emocionales se alcanzan a través de un proceso, y no es algo que solo ocurre: nosotros participamos, consciente o inconscientemente. En el caso de la serenidad, se requiere de nuestra voluntad para llevar a cabo ciertas prácticas o el uso de algunos recursos que logran equilibrar nuestro mundo físico, mental y emocional. Porque la serenidad es justamente ese estado en el que vivimos en equilibrio aunque no necesariamente carecemos de emociones que nos perturben, pero tenemos la capacidad de manejarlas y volver a regularnos.
Recuerdo la “Oración de la Serenidad”, conocida mayormente por ser la oración de los grupos de autoayuda como Alcohólicos Anónimos, y que inicia así: “Señor, concédeme Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar…” Justo aquí creo que radica la clave para alcanzar ese estado, cuando entramos en ese proceso personal de vivir en el presente, aceptando las cosas como son, sin que eso signifique que no podamos hacer los cambios necesarios para mejorarlo. Sin embargo, no creo que baste pedir serenidad como en la oración, sino que hay que trabajar para alcanzarla. ¿Cómo? Hay estrategias y recursos de los que podemos echar mano.
Ya que la serenidad está desprovista de miedos, ansiedad e inseguridad, se requiere de atender estas emociones para transformarlas en confianza y sentirnos en paz con la vida y con nuestras circunstancias. Y considerando que esas emociones que nos perturban generan en nosotros cortisol, la hormona del estrés, es muy útil tener prácticas que, como lo he mencionado anteriormente, antagonicen al cortisol. La meditación y el poder del aquí y el ahora es una de las mejores estrategias, así como también el ejercicio físico.
Y ni qué decir de cultivar el entusiasmo, fortalecer las relaciones, los vínculos interpersonales y aprender a manejar el estrés. Y si nos damos cuenta, todo nos lleva a lo mismo: el trabajo personal y una vida consciente.
En pocas palabras, Norma opina que:
“La serenidad es un proceso personal que requiere de nuestra participación. No es algo que ocurra de manera espontánea”.
CREER PARA VER
PRACTICANDO LA SERENIDAD MEDIANTE EL BUDISMO
Primero que nada, quiero agradecer a un buen amigo, Jesús Ruelas, quien hace algunos años me regaló un gran libro titulado Buddhism for Beginners, del cual tomé la idea general para desarrollar este artículo.
En esencia, el budismo define la serenidad como un estado de calma y claridad mental que surge cuando liberamos nuestra mente del deseo, el rechazo y la ignorancia. Es un estado en el que el ruido interno y las distracciones externas desaparecen, permitiéndonos experimentar la realidad tal como es.
En Buddhism for Beginners, Thubten Chodron nos explica cómo es que el budismo aborda la práctica de la serenidad a través de la meditación y la atención plena, algo no muy fácil de lograr, pero que se puede alcanzar con disciplina y persistencia. En lo personal, y por mi profesión, mi día a día está repleto de información, correos, redes sociales, etcétera, y esta práctica me ha enseñado a observar mis emociones y pensamientos sin aferrarme a ellos. La idea detrás de esto es poder responder a los desafíos diarios con una mente mucho más equilibrada y menos reactiva.
Chodron nos invita a entender mejor que todo en la vida cambia, que nada es permanente, y cómo esto nos libera del sufrimiento que surge cuando nos aferramos demasiado a las cosas o nos resistimos al cambio. ¡Ojo! Esto no significa que andemos por la vida con desinterés o desapego emocional hacia los demás, sino que hay que reconocer y aceptar que todo es pasajero. Al comprender esto nos permitimos disfrutar de la vida y de nuestras relaciones sin esa presión de tratar de hacer que las cosas sean para siempre.
La meditación nos lleva a experimentar la serenidad ayudándonos a calmar la mente y trae consigo otros beneficios como mejorar nuestra capacidad de concentración y nuestra resiliencia emocional. Además de cultivar una mente que puede permanecer serena incluso en medio del caos (¡Híjole!, qué difícil, pero no es imposible, es pura práctica).
En conclusión, las enseñanzas de Buddhism for Beginners me han mostrado que todos podemos alcanzar la serenidad. Nos invita a observar dentro de nosotros mismos y a realizar cambios prácticos en cómo interactuamos con nuestros pensamientos y emociones. Este camino hacia la serenidad no solo mejora nuestra propia vida, sino que también enriquece las vidas de aquellos que nos rodean. Te invito a leer el libro, experimentar estas prácticas y descubrir por ti mismo la paz que la meditación diaria te puede ofrecer.
En pocas palabras, Kush opina que:
“La serenidad, según el budismo, es alcanzable para todos al entender que nada es permanente y al practicar meditación y atención plena. Este camino nos ayuda a manejar nuestras emociones y pensamientos de manera más equilibrada, mejorando así nuestra vida y la de quienes nos rodean”.
ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER
LA VALENTÍA DE DESENREDARNOS PARA SOLTAR EXPECTATIVAS
Escribir sobre la serenidad resulta contrario a como he vivido en medio de estas semanas de caos donde el ajetreo, el trabajo y las listas de cosas por hacer parecen infinitas. Sin embargo, la serenidad no es la ausencia de distracciones, molestias o cosas que hacer: es encontrarme, reconocerme y soltar la necesidad de control en medio de todo lo que elegimos vivir.
Solo hay dos cosas que dependen de nosotros: nuestro esfuerzo y nuestra actitud. El día de mi cumpleaños estuve lejos de mi familia trabajando, y no necesariamente me lo hubiera imaginado así. Por la mañana decidí tomarme mi café para agradecer y reflexionar acerca de los 44 años cumplidos. Dentro de mí encontré la calma en medio del caos para reconocer que soltar las expectativas para aceptar plenamente la vida que hemos construido y las personas que están en ella es resultado de nuestras decisiones.
De esa absoluta aceptación pude entender lo siguiente: he estado buscando la simplicidad. Estoy detrás de volver a lo que una vez se perdió y perder lo que ya no es cierto. Estoy detrás de escucharme a mí misma primero y sobre todo. Estoy detrás de lo sagrado de dar a las cosas el tiempo que toman. Estoy detrás de la valentía de desenredarme. Estoy detrás de no necesitar saberlo. Estoy detrás de la sutileza y la suavidad. Estoy detrás de permanecer abierta. Estoy buscando honrar lo que ya no funciona dejándolo ir. Estoy detrás de no simplificar demasiado. Estoy detrás de la vida que puedo vivir plenamente si me sumerjo todo el camino, completamente abierta al miedo y a la alegría y a la destrucción y al crecimiento y a todo lo que hay en el medio.
Serenidad no quiere decir indiferencia. Es un estado cambiante que requiere esfuerzo e intencionalidad para cultivarlo y mantenerlo. Implica tomar decisiones conscientes donde prioricemos nuestra tranquilidad y paz sobre la búsqueda incesante de validación externa o éxito material. Al abrazar la simplicidad, practicar la gratitud y aprender a dejar de lado aquello que no podemos controlar, probablemente podemos alcanzar una sensación duradera de serenidad que impregne todos los aspectos de nuestras vidas.
En pocas palabras, Andrea opina que:
“Serenidad no quiere decir indiferencia. Es un estado cambiante que requiere esfuerzo e intencionalidad para cultivarlo y mantenerlo”.
Casado, papá de 2 hijos.
Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.
Casada, 4 hijos, 8 nietos.
Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.
Lic. en Diseño Industrial.
Esposo y papá de 2 niñas.
Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.
Mamá de Andrés.
Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.