NEWSLETTER #26En esta edición hablamos de:

Resiliencia y adaptabilidad


DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO

RESILIENCIA, ¿HABILIDAD O PERSONALIDAD?

Por Mario Córdova

La semana pasada estaba leyendo un libro y narraba una anécdota sobre una persona que había vivido una situación trágica cuando era niña; la falta de sus padres cuando tenía tres años le habían cambiado la vida, pues tuvo que ir a vivir a otro lugar y con otra familia, pero contaba que si algo había aprendido de esta situación es que la mayor parte de los problemas o crisis se superan, y que ella, como consecuencia de lo que le pasó, había desarrollado una habilidad para salir adelante, se sentía fuerte y agradecida. Esta reflexión me llamo mucho la atención y quise investigar.

El concepto de resiliencia tiene su origen en el campo de la Física. Se define como la capacidad de un cuerpo para restablecerse, logrando conservar su estado inicial.

La Psicología, por su parte, la conceptualiza como la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad.

Pero, entonces, ¿habemos algunas personas resilientes y otras no?, ¿o somos unas más que otras? En mi opinión, todos somos resilientes y es una capacidad que tenemos que desarrollar, y lo hacemos cada vez, prueba de ello son los grandes retos que ha tenido la humanidad y cómo se han enfrentado y seguimos adelante.

Lo veo más como un músculo que si se ejercita empieza a tomar tono y cada vez se hace más fuerte. Existe evidencia, obvio no generalizada, de que las personas que experimentan situaciones adversas en su infancia o juventud, desarrollan mayores capacidades de adaptación y solución de problemas durante su vida.

Como a todos los pensamientos, necesitamos darles espacio, reconocerlos, nunca tratar de ignorarlos; lo que siento es real, porque lo siento, pero lo que pienso después de sentir puede ir siendo mi elección, lo puedo elegir, y eso se aprende, se construye. 

La resiliencia la podemos practicar de manera cotidiana en cuatro campos principalmente: el primero, el aspecto social, cómo interactuar adecuadamente con los demás desarrollando relaciones sanas; el segundo, la habilidad para solucionar problemas, pensamiento reflexivo y flexible para encontrar soluciones alternativas a los conflictos; el tercero, reconocer mi valor independientemente de la situación que esté atravesando, no confundir valor con logro, son cosas muy distintas; y el cuarto, el sentido de propósito, hay que ver la foto completa y no solo un pequeño trozo, tenemos tantas emociones disponibles que nos dan ganas de vivir el futuro, familia, amigos, salud, y siempre tendremos situaciones por resolver, aprender a vivir en ese pensamiento de plenitud con lo que tengo, y trabajar en resolver lo que me falta.

En conclusión, la resiliencia es una conversación que todos tenemos, es natural e irrenunciable, pero la posibilidad de trabajar con ella y desarrollarla en mi día a día es una decisión propia, disponible y alcanzable.

En pocas palabras, Mario opina que: 

“La resiliencia todos la tenemos disponible, practicarla de manera cotidiana es una decisión personal que puedo aprender.”



ATISBOS DE CONCIENCIA

RESILIENCIA Y ADAPTABILIDAD

Por Norma Campos

No hay obstáculo que no pueda ser vencido si la voluntad está fortalecida.

Está comprobado que todas las personas vamos a pasar por momentos difíciles a lo largo de nuestra vida. A este tipo de situaciones les llamamos adversidades. Así que, como personas conscientes, si de antemano sabemos que pueden llegar estas situaciones, nos conviene estar preparados, fortalecidos para atravesarlas y recuperarnos de ellas. Uno de los recursos más importantes con el que contamos para enfrentarnos a dichos momentos es la resiliencia, que es la capacidad de adaptarnos a las circunstancias y transformar las experiencias que vivimos en aprendizajes y en recursos.

El trabajo y las relaciones interpersonales son fuente de grandes satisfacciones, pero también nos someten a un importante nivel de estrés, como la sobrecarga de trabajo o la tensión ante los conflictos y los imponderables. Tanto en el ámbito familiar como en el laboral vivimos crisis, incertidumbre y surgen conflictos que deben ser resueltos. Prevenir el estrés ante todo ello se logra con la resiliencia.

Para comprender la resiliencia sugiero imaginarnos que tenemos una pelota hecha de plástico duro, y que al dejarla caer y golpear al suelo, quizás se estrelle y se fracture, o que se astille. Por otro lado, imaginemos una pelota hecha de material más flexible, que al dejarse caer en el suelo y golpear en él, rebota y vuelve a levantarse. Eso es la resiliencia, la habilidad de levantarse después de una caída, después de una adversidad. ¿Qué significa “levantarse” de una caída? Adaptarse a las nuevas circunstancias y encontrar un “para qué” de esa adversidad. El famoso Charles Darwin, en su tratado sobre la Evolución de las especies, decía que “No son los más fuertes los que sobreviven, sino los que mejor se adaptan”. Esto tiene que ver con la resiliencia.

Desde la parte emocional, los seres humanos reaccionamos con impulsos, y de manera inconsciente. Pero desde nuestra parte racional podemos elegir y con voluntad responder de diferente manera. La clave está entonces en NO reaccionar, sino en elegir una respuesta de manera consciente. Un cerebro rígido reaccionará como la pelota de plástico duro; y un cerebro flexible responderá de una manera más adaptativa, dando significado a la experiencia y quizás saliendo transformado por ella. La resiliencia tiene que ver con la flexibilidad del cerebro, y esta puede desarrollarse. Hoy se sabe que el cerebro es moldeable y que pueden hacerse circuitos nuevos que favorezcan nuevas formas de responder y de percibir la vida. 

Aun cuando todos tenemos un factor innato de resiliencia, la podemos desarrollar y fortalecer; no es precisamente un rasgo del carácter o de la personalidad, sino es más bien un estado de la persona construido por las fortalezas del ser humano y por la conciencia y el desarrollo de sus potencialidades. ¿Cómo se hace para ser más resiliente? Hay que desarrollar la fortaleza mental para afrontar el futuro sin miedo y sin victimismo. Se trata de estimular aspectos como la aceptación incondicional, la autoestima y la creatividad; la identificación de los recursos personales, habilidades y destrezas; así como el sentido del humor y la capacidad de otorgarle un sentido a la adversidad.

En pocas palabras, Norma opina que:

“La resiliencia la podemos desarrollar y fortalecer. Un cerebro maduro la favorece. La autoconsciencia es la clave.”



CREER PARA VER

LA PÉRDIDA DE UN HIJO: EJEMPLO DE RESILIENCIA PURA

Por Kush Espinoza

Quiero contarte algo que viví hace unos meses y que me dejó marcado. Lo recuerdo perfecto, fue un sábado por la mañana, el 30 de noviembre de 2024. Visité a un buen amigo en su casa en Culiacán para ayudarle a darle forma a una plática que daría en Guadalajara. Al llegar, pasamos a su despacho, nos sentamos a platicar y, así, sin saberlo, estaba por escuchar una de las historias más duras, pero también más inspiradoras que me ha tocado conocer.

Él y su esposa vivieron lo que ningún padre debería de vivir: la pérdida de su hijo en un accidente. Algo que no olvido de la plática es esta línea que me compartió: “Cuando pierdes a tu pareja, se le llama viudez. Cuando pierdes a tus papás, te quedas huérfano. Pero cuando pierdes a un hijo, no existe una palabra que lo defina. Porque simplemente es algo que por ley de la vida, no debería pasar.”

Tiempo después del accidente, buscaron ayuda con un psiquiatra. Al sentarse en su consultorio, él les entregó un sobre amarillo a cada uno mientras les explicaba: “Lo que ustedes acaban de vivir, no tiene nombre, así que aquí en este sobre tienen un permiso para volverse locos. Si lo abren, se habrán rendido. Tendrán derecho a hundirse, a perder el rumbo, sepan que viene autorizado por quien debe autorizarlo. Si deciden no abrirlo, entonces quizá puedan transformar este dolor en algo más.”

Decidieron no abrirlo, y ahí comenzó una nueva historia. Una historia de dolor, sí, pero también de resiliencia y adaptabilidad.

El psiquiatra les habló de un concepto el cual personalmente no había analizado y que en su caso se volvió una forma de vida para seguir adelante: resignificar el dolor. Esto no se trataba de borrar lo sucedido ni de pretender que estaba todo bien, sino de tomar ese dolor tan fuerte y convertirlo en algo que tuviera sentido.

El mensaje les llegó a las semanas con una dirección muy clara por tomar: continuar con el legado de su hijo. En vida, era una persona generosa, alegre, siempre dispuesta a ayudar, a estar ahí para los demás de forma incondicional. Su forma de vivir la vida era la respuesta natural para resignificar su dolor.

En el lugar donde fue el accidente, no había una ambulancia disponible, si él hubiera recibido esos primeros auxilios, la historia probablemente fuera otra. Fue así como decidieron tomar la primera acción, donaron una ambulancia y, más adelante, construyeron una unidad de Cruz Roja en ese mismo lugar, la cual a la fecha ha logrado salvar a muchas otras personas de accidentes mortales. La familia tiene una marca de ropa de la cual su hijo formó parte en sus inicios, eso los llevó también a tomar la decisión de que cada tienda de ropa que abran en México y en el mundo, done un porcentaje de sus ventas a la Cruz Roja de su localidad.

Esto no se trata solo de generosidad. Esto es un claro ejemplo de resiliencia y adaptabilidad en su forma más real y humana. Porque la resiliencia no es resistir con fuerza, es adaptarse y, en este caso, encontrar un propósito. La adaptabilidad está ahí, en no conformarse con lo que pasó, sino en buscar construir algo nuevo con lo que quedó.

Nada les va a devolver a su hijo. Pero ellos eligieron seguir caminando con su memoria viva. No desde la negación, sino desde la acción. No desde el dolor paralizante, sino desde ese dolor que te empuja hacia adelante. ¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo!

En pocas palabras Kush opina que:

"Resignificar el dolor no borra lo vivido, pero sí lo transforma. Ahí nace la resiliencia más pura: cuando decides seguir caminando con un corazón roto hasta encontrar en medio del dolor una razón para no rendirte."



ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER

SEMBRAR EN TIERRA MOVEDIZA: MI CAMINO HACIA LA RESILIENCIA Y LA ADAPTABILIDAD

Por Andrea Valenzuela

Ser maestra fue siempre una decisión del alma, no de la lógica. Dejé atrás mi título, mi trayectoria en el gobierno, como quien suelta una piel vieja para poder habitar la verdad de su cuerpo. La primera vez que crucé el umbral de un aula, sentí que había llegado a casa. Enseñaba, sí, pero sobre todo escuchaba, observaba, aprendía. Los alumnos no eran solo estudiantes; eran espejos, grietas por donde entraba la luz.

Con el tiempo, ese amor se volvió algo más vasto. Quise que mi fe en la educación traspasara paredes, que tocara estructuras, sistemas, corazones más allá de los que caben en una sola sala. Y así llegué a la Fundación. Una casa con una misión: educar. Pero no en el sentido tradicional, sino educar al alma, educar en esperanza. Apostar por las personas, aun cuando el mundo se desmorona un poco más cada día.

Lo que no sabía es que este amor también me llevaría al borde. Que sostener escuelas en medio de una tierra que tiembla no es solo difícil: es una forma de fe; el financiamiento se siente como caminar sobre arena que no deja huella. Aprendí que la resiliencia no es una palabra linda ni una habilidad de currículum. Es una liturgia. Un acto sagrado de levantarse cuando ya no queda aliento.

Resiliencia es ver un proyecto morir porque alguien, en algún escritorio, cambió de opinión. Es sostener la mirada de tu equipo cuando no puedes prometerles estabilidad, pero ellos igual vienen cada día, con el alma abierta. Es volver a empezar con las manos temblando y, aun así, sembrar.

Hace unos días, perdimos dos escuelas. Zonas vulnerables, sí. Pero llenas de vida. Familias comprometidas, docentes entregados. Y en cuestión de horas, la pausa indefinida cayó como un velo. Lloré. Me permití el duelo. Pero luego me volví a levantar. No porque fuera fácil, sino porque el alma me lo pedía. Porque el amor también se manifiesta en la adaptación.

Aprendí que adaptarse no es claudicar. Es tener raíces tan profundas que te permiten doblarte con el viento, pero no quebrarte. Me volví más política, sí. Más hábil en las negociaciones, más atenta a los tiempos que dicta el poder. Pero en el fondo, todo sigue siendo por lo mismo: sostener algo que importa. Algo que florece.

He aprendido, también, a no hacerlo sola. A reconocer que la comunidad es lo que nos salva. Que la ternura en el trabajo no es un lujo, sino una necesidad. Que la creatividad nace muchas veces del cansancio, y que la fe colectiva es más fuerte que cualquier frustración personal. La resiliencia, lo sé ahora, no se cultiva en soledad.

Hay días que me duelen. Días en que me tienta la estabilidad, la vida sin tormentas. Pero entonces pienso en los niños. En sus ojos. En las madres que me dicen “gracias por quedarte”. Y me acuerdo de quién soy.

No resisto por costumbre. Resisto con propósito.

Hoy, no soy invencible. Pero soy más fuerte. Porque he aprendido a no derrumbarme cuando todo se mueve. Porque he abrazado mis límites sin soltar mis sueños. Porque incluso en el caos, sigo sembrando. Y aunque la tierra tiemble, aunque el cielo se cierre, confío en que algo siempre brota.

Porque la educación —y la esperanza— son semillas que saben abrirse paso, incluso en medio de la oscuridad.

En pocas palabras, Andrea opina que:

“La resiliencia no es una palabra linda ni una habilidad de currículum. Es una liturgia. Un acto sagrado de levantarse cuando ya no queda aliento.”



Juan Méndez
Mario Córdova
Casado, papá de 2 hijos.

Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.
Juan Méndez
Norma Campos

Casada, 4 hijos, 8 nietos.

Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.

Juan Méndez
Kush Espinoza

Lic. en Diseño Industrial.

Esposo y papá de 2 niñas.

Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.

Juan Méndez
Andrea Valenzuela

Mamá de Andrés.

Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.

28 abril, 2025