A sus 65 años, Mario Alfonso Medina Pérez sigue cumpliendo con la rutina que ha llevado por más de una década.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Originario de Navolato, Mario es bien conocido por todos los que frecuentan la plazuela Vicente Guerrero. Desde temprano, mucho antes de las 7:00 de la mañana, ya está ahí, limpiando, acomodando y preparando los baños públicos que él mismo mantiene con dedicación.
"Me vengo desde las 6:00 de la mañana para dejar todo listo", dice Mario, quien a pesar de ser pensionado del Ingenio, sigue trabajando para complementar sus ingresos.
"La pensión es muy poca, y con lo de los baños me ayudo más con los gastos", comenta para Tus Buenas Noticias, y lo hace sin perder su sonrisa.
Un hombre ejemplo de trabajo y dedicación a lo largo de su vida
Con más de 35 años de trabajo en el Ingenio y un paso por una empresa de videovigilancia en Navolato, Mario ha sabido adaptarse a los cambios y enfrentar los retos que la vida le ha presentado.
Uno de los momentos más duros fue cuando su primera esposa, Ana, quien se encargaba de cuidar estos mismos baños, enfermó y quedó discapacitada.
"Ella estuvo aquí por más de 20 años, pero cuando se enfermó, yo tuve que venir a ayudarle y, después, me quedé al servicio de los baños", recuerda con nostalgia.
A partir de ese momento, la plazuela Vicente Guerrero se convirtió en su segundo hogar.
Mario no solo se enfrenta al trabajo diario, sino también a sus propios problemas de salud.
"Soy una persona con discapacidad. Tengo pérdida del oído, problemas en la rodilla y un desprendimiento de retina en el ojo izquierdo", relata con la calma de quien ha aprendido a convivir con sus limitaciones. "El doctor me dijo que si me operaba de la rodilla, podría quedar peor, así que decidí quedarme así", agrega.
Su buen ánimo le ayuda a seguir cada día
A pesar de todo, Mario sigue adelante con la misma energía de siempre, acompañado ahora por su esposa Lupita.
"Estoy contento. He hecho muchas amistades aquí, hasta con los expresidentes municipales", dice con orgullo.
Para él, más que un trabajo, cuidar los baños de la plazuela es una labor que realiza con satisfacción.
"Espero seguir aquí hasta que pueda", concluye, con la certeza de que, aunque los años pasan y las fuerzas disminuyen, su dedicación y compromiso no flaquean. Al final del día, Mario se va con la satisfacción del deber cumplido.