En medio del caos que vive Culiacán, la artista urbana Dorisang recorre las calles con su guitarra, entonando la canción de Jhon Linki "Soy Culichi de Corazón"
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
En el corazón del Mercado Garmendia, entre puestos de frutas y verduras, se escucha una voz que resuena por encima del bullicio cotidiano: "¡Soy culichi de corazón, viva Sinaloa!" Es Dorisang, una artista urbana que con su guitarra en mano, recorre la ciudad de Culiacán llevando un mensaje de paz y esperanza en tiempos difíciles.
"Ahorita más que nunca necesitamos recordar quiénes somos de verdad: gente generosa, solidaria, trabajadores, y bien echados pa’ delante", dice mientras ajusta su guitarra y se prepara para la siguiente interpretación.
Un sentimiento profundo de amor por su tierra
Dorisang no canta solo por cantar; cada una de sus notas y palabras está impregnada de un sentimiento profundo de orgullo por su tierra y su gente. Con la canción del cantautor costarricense Jhon Linki "Soy Culichi de Corazón" ha empezado a resonar en más rincones de la ciudad, y en cada lugar, deja una huella de esperanza.
La situación en Culiacán no es sencilla, pero Dorisang está decidida a demostrar que los buenos somos más.
Una voz del corazón
"Aquí andamos ya, con todo el corazón. Que viva Sinaloa y que viva Culiacán", exclama con una sonrisa llena de determinación, mientras un grupo de personas que la rodea comienza a corear junto con ella.
Su canción, que con orgullo grita "viva la paz y la libertad", es un himno personal que busca transformar el miedo en unión.
La letra de su canción es clara: "Viva la paz y la libertad, y en el abrazo de un noble anciano, vi un saludo muy fraternal. Sinaloa, Sinaloa, yo soy culichi de corazón."
Sus palabras son más que un mensaje; son un recordatorio de lo que representa su tierra y su gente. Para Dorisang, es importante que todos en su ciudad recuerden que, pese a la situación actual, hay más cosas que los unen que las que los separan.
Su música genera confianza y esperanza
Con su música, Dorisang no solo busca entretener, sino generar confianza entre la gente, reconectar con lo que realmente importa y devolverle a Culiacán la esperanza que tanto necesita.
La gente la escucha, algunos se detienen por un momento en sus compras, otros se acercan a darle una moneda, pero todos parecen recibir su mensaje con agrado.
En un ambiente donde la violencia parece dominar las noticias, la presencia de Dorisang es como un respiro, una pausa necesaria para recordar que los buenos siguen siendo mayoría y que Culiacán sigue siendo un lugar lleno de corazones nobles.
"¡Que viva Sinaloa! ¡Y que viva Culiacán!", repite con fuerza mientras se despide de su público, moviéndose al siguiente rincón donde, sin duda, seguirá cantando por la paz.
Porque a veces, lo que más necesitamos es una canción que nos recuerde quiénes somos y por qué seguimos adelante.