Su talento lo ha llevado a trabajar con caballos de reyes, príncipes y millonarios en Estados Unidos, Europa, Australia y Qatar, logrando múltiples títulos y premios
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
La historia de Javier Alonso Guzmán Gastélum es una mezcla de lucha, perseverancia y una profunda conexión con los caballos.
Originario de La Palma, Navolato, Javier, de 36 años, nunca imaginó que terminaría trabajando para la realeza árabe, entrenando los mejores caballos del mundo.
"Confieso que me fui de ilegal a Estados Unidos, con todas las ganas de trabajar. Tenía 17 años", comenta Javier con una sonrisa, recordando aquellos días en que arriesgó todo por una oportunidad de vida.
Una infancia complicada cambió su visión
Desde sus humildes inicios, su trayectoria ha sido marcada por el trabajo duro y el deseo de mejorar. Al recordar su infancia, Javier nos cuenta:
"Mi papá nos dejó cuando yo tenía 5 o 6 años. Mi mamá fue quien nos sacó adelante. Nosotros luchábamos junto con ella. La casa era muy humilde, solo un cuarto, y recuerdo que cuando llovía, nos íbamos a un rincón para evitar que nos mojáramos".
Fue en ese momento cuando tomó una decisión crucial: no quería ver a su madre sufrir más. Con solo 17 años, se aventuró hacia Estados Unidos, buscando un futuro mejor.
Al llegar a Estados Unidos, Javier comenzó trabajando como caballerango. Lo curioso es que, a pesar de ser ahora un maestro en la doma de caballos, confiesa:
"Yo les tenía pavor después de un accidente en mi adolescencia". A pesar del miedo, fue en Estados Unidos donde poco a poco empezó a entender a estos majestuosos animales. "Le empecé a agarrar cariño a los caballos, me hice su amigo. Ellos me hicieron una persona noble y tranquila", comenta para Tus Buenas Noticias.
En base a su trabajo logró el éxito
Javier comenzó desde abajo, limpiando establos y vendando patas de caballos sin entender bien qué estaba haciendo. Pero su dedicación y esfuerzo lo llevaron lejos.
Al trabajar con caballos árabes de lujo, su vida dio un giro cuando fue invitado a entrenar caballos para príncipes y reyes. "Trabajaba con caballos relacionados con príncipes, reyes, presidentes, artistas... De pronto, me encontraba entrenando para el príncipe de Qatar", dice Javier con un brillo en los ojos, aún sorprendido por lo lejos que ha llegado.
Su talento no pasó desapercibido. Desde Arabia Saudita hasta Australia, comenzaron a buscar a "El Pulga", como cariñosamente lo conocen en el mundo ecuestre.
"En Las Vegas, personas australianas me buscaron para que entrenara sus caballos. El tercer hombre más rico de Australia me invitó a trabajar para él. A los 25 años, sin experiencia de viaje, me animé a irme", recuerda con cierto nerviosismo.
Su consolidación del otro lado del mundo
Fue en Australia donde Javier realmente se consolidó. Durante cinco años, entrenó caballos campeones nacionales, vendiendo algunos incluso en Europa.
En ese tiempo, también se preparó académicamente, estudiando psicología animal, nutrición y comportamiento en la universidad. "Aprendí a hablar inglés, a leer, a escribir, y me hice residente en Australia. Los caballos me enseñaron todo lo que soy".
Pero no todo fue éxito. Javier enfrentó momentos oscuros, como cuando sufrió de depresión mientras vivía en Australia. "Pensé en mover el volante para estrellarme contra un tráiler, pero vi la cara del chofer y me detuve. Pensé: '¿quién soy yo para desgraciarle la vida a alguien más?'".
Un punto de inflexión en la vida
Ese momento fue un punto de inflexión en su vida, una señal de que debía seguir adelante, no solo por él, sino por su familia y todos aquellos que lo apoyaban desde su tierra.
Con el apoyo de amigos y colegas, Javier superó esa etapa, regresando a Estados Unidos para trabajar nuevamente con la realeza árabe.
Allí, entrenó hasta 200 caballos en un rancho y fue campeón mundial en múltiples ocasiones. "Encontrar el corazón de la bestia es la clave", afirma. Con esta filosofía, logró posicionarse como uno de los mejores entrenadores del mundo.
El esfuerzo y pasión no conocen límites
Javier Alonso Guzmán Gastélum ha demostrado que, con esfuerzo y pasión, no hay límites. Desde su humilde hogar en La Palma, ha viajado por el mundo, entrenando los mejores caballos y trabajando para las personas más influyentes del planeta.
Pero, a pesar de todo su éxito, nunca olvida sus raíces. "En una ocasión en el rancho donde trabajaba en Australia gané un viaje a cualquier parte del mundo, y pedí venir a La Palma. Me decían que estaba loco, que podía ir a donde quisiera, pero para mí, no hay lugar como mi tierra", comparte con orgullo.
Hoy, Javier sigue entrenando caballos para la realeza, pero siempre con los pies en la tierra. "No es más rico el que tiene más, sino el que menos necesita", concluye, recordando que el verdadero éxito no está en los lujos, sino en el esfuerzo y en el amor por lo que haces.
Desde La Palma salió para conocer el mundo. Javier sabe lo que es andar en las patas de los caballos, pero también sabe que la historia del hombre está forjada al lomo de los caballos.