Así inició la cenaduría La Mexicana, un referente histórico de la comida en la colonia Tierra Blanca desde 1959

Desde la fundación de la famosa colonia Tierra Blanca de Culiacán ha deleitado a la población con sus platillos típicos

Por: Juan Francisco Sotomayor

Samuel Medina Medina conoce la historia de Tierra Blanca y a todos los personajes de época desde sus orígenes. Él ha estado ahí alimentando a famosos y a fieles consumidores por más de 6 décadas. Su Cenaduría La Mexicana pone sabor al norte de Culiacán.

En 1940 llegaron sus padres, oriundos de las comunidades de El Potrero de Los Medina y Nocoriva, Badiraguato. Su papá Ignacio Medina Medina y su mamá Asunción Medina Medina, vivieron un tiempo en Otatillos y decidieron hacer mejor vida en Culiacán. Querían darles educación a sus hijos.

Así llegaron a Tierra Blanca. Era una colonia en nacimiento donde se estaban asentando lo migrantes de los pueblos de Badiraguato y la sierra de Culiacán y Durango. Su papá, que era comerciante, compró ahí un solar para hacer la casa y puso el modesto abarrote “La Huérfana”.

La falta de clientes lo llevaron a la bancarrota. En esos tiempos de desventura, su mamá Asunción empezó a hacer tamales de puerco, pan y productos lácteos, principalmente quesos y asaderas.

Samuel Medina siendo niño salía a las calles de la ciudad de Culiacán a vender los productos en un recipiente. Y fue el 30 de abril de 1959 cuando decidieron abrir una cenaduría. Tenía unos 12 años y ayudaba atendiendo las mesas.

Su hermana María del Rosario Medina, una de los 10 hermanos de la familia, le puso “Cenaduría La Mexicana”, no sé por qué, dice Samuel. Ella y su mamá eran las cocineras. Empezaron con antojitos mexicanos, siendo los platillos fuertes los tacos dorados, gorditas, enchiladas y tamales.

Sentado en una esquina de la cenaduría, narra para Tus Buenas Noticias, que, a los 4 años de operar el negocio, enfermó su hermana y la cenaduría estuvo a punto de cerrar.

“Yo ya tenía como 16 o 17 años, y sabía que si cerraban mi mamá iba a seguir haciendo sus productos, que yo tendría que vender en la calle. Y yo ya no quería ir. Y le propuse a mi mamá que trabajáramos ella y yo. Y al final la convencí”.

En este rincón del sabor se come rico y se cuentan amenidades

Así que para 1964 a corta edad ya era empresario con su mamá. La cenaduría era un espacio pequeño y rústico con techo de ladrillo en bóveda, luego lo fueron ampliando, ocupando el espacio que tenía la antigua Sucursal B de Correos y el jardín de la casa.

La cenaduría, afirma Samuel fue creciendo con mucha preferencia. Era el comedor casi obligado para todas las familias que transitaban por el camino de arriería, bajando por el margen izquierdo del Río Humaya desde Badiraguato.

Le ayudó mucho que tenía cerca la “Posada Zúñiga” cuyos huéspedes eran clientes seguros. En su comedor comieron los más humildes viajeros del tranvía, como los más encumbrados personajes del Tierra Blanca, comenta Samuel Medina.

“Me tocó atender a todos, los que se mencionan en los corridos, los que fueron noticia nacional. Todos comían aquí, y se les atendía igual que al resto de los clientes. Comían o compraban para llevar. Aquí todas las personas valen lo mismo”.

Una esquina de sabor y buenas historia de la colonia Tierra Blanca de Culiacán

Sin embargo, la cenaduría resintió su más severa caída cuando en 1975, durante el gobierno de Alfonso G. Calderón, se implementó el “Plan Condor”, en los límites de Chihuahua, Sinaloa y Durango, para el combate de estupefacientes y cacería de narcos.

“Y literalmente Tierra Blanca quedó abandonado, todos a correr o a esconderse”, afirma Samuel.

“Lo que nos hizo permanecer y continuar fueron los guisos de mi mamá, era buena para la cuchara ella. Y también por la constancia, la dedicación, la atención al cliente. Que no teníamos un restaurante de primera, pero sí una atención al cliente de primera”.

Para empezar bien en la esquina del sabor de Tierra Blanca

Nos ha distinguido un buen trato, una buena actitud y una amabilidad con el cliente, afirma.

“Yo siempre he dicho que enfrente de nosotros pueden vender un producto de mejor calidad que el nuestro, pero la diferencia la puedo establecer yo en mis actitudes o mi trato con el cliente”.

Todos sus platillos, dice, tienen buen punto de sabor. confirma que la cenaduría se acreditó con los tamales, las enchiladas, las tostadas y las gorditas.

Dejó de ser cenaduría, pero no cambió el nombre

  • Luego convirtieron el establecimiento en restaurante, aunque se sigue llamando cenaduría, ampliando el menú con sabrosos desayunos y comidas. Incluyó: asado, menudo, pozole, bistec de res, de hígado, carnes en su jugo, sopa de tortilla, entre otros platillos.
  • Samuel se define como un ser muy trabajador, feliz y satisfecho: de una forma de ser “Abierta y amigable. Guardo distancia a la maldad y no guardo cachivaches oxidados o rencores”. Dice que debe su éxito a la empatía que tiene con los clientes, sin importar su origen.
    Por aquí pasan los clientes y los recuerdos de Tierra Blanca

Por la Avenida Álvaro Obregón y calle Josefa Ortiz, despacha Samuel Medina Medina. Con 77 años y 5 hijos, aspira vivir los 105 años de su mamá, o al menos los 90 de su papá, pero sano.

Nació con la formación de la colonia Tierra Blanca, ha visto su desarrollo y conoce la historia de su gente. En la Cenaduría La Mexicana se entremezcla el sabor y la historia. Traspasando generaciones es un símbolo de identidad en Culiacán.