Chacharitas es el payaso que convirtió la alegría en su mejor acto

Desde los 12 años Francisco Javier cambió su vida para llevar risas a todos en Navolato.

Por: Jacqueline Sánchez Osuna

A sus 38 años, Francisco Javier Obeso Hernández ha pasado más de la mitad de su vida pintando sonrisas y sacando carcajadas bajo el nombre artístico de Chacharitas.

Todo empezó cuando tenía 12 años y un compañerito de secundaria lo invitó a unirse al mundo del payaso. "Mi amigo era Tachuelín, se llama Luis. Fue quien me animó a ser payaso", recuerda con una sonrisa nostálgica.

Un nombre peculiar

El origen del nombre de Chacharitas tiene su propia anécdota divertida. "Cuando inicié, no tenía nombre artístico, pero siempre llevaba mis zapatos y mi ropa en una bolsa. Mis compañeros se burlaban y me decían que cargaba puras chacharas. Así que me dijeron: 'Ponte Chacharitas'... ¡y así fue como nació!" comenta entre risas para Tus Buenas Noticias.

Desde entonces, Chacharitas ha sido el rostro alegre de Francisco en fiestas infantiles, eventos culturales y hasta congresos de payasos.

El payaso Chacharitas es un personaje alegre que participa con su buen humor.

"Nuestro maestro fue el payaso Michelin, él nos enseñó el arte de la payaseada en las fiestas infantiles, y también fuimos a congresos donde aprendimos malabares, globoflexia y mucho más", explica con orgullo sobre su formación.

Pero, para Francisco, ser payaso no fue una decisión difícil: "Desde los 5 años ya quería ser payaso. Había un grupo de payasos que se presentaban cada 5 de febrero en mi colonia, y los veía... me fascinaban. Ahí nació mi gusto por ser payaso".

Un amor único

Aunque el arte del payaso no es una tradición familiar, Francisco siempre ha contado con el respaldo de sus padres, Santos Ernesto Obeso y Ana Anselma Hernández.

"Mis papás me han apoyado bastante en esto del payaso. Me preguntaron si era lo que quería ser, y siempre estuvieron ahí para mí. Ellos adoran a Chacharitas, y cada vez que ven el show se siguen riendo como si fuera la primera vez. Son mis verdaderos fans", dice con un toque de ternura en su voz.

A lo largo de su carrera, Chacharitas ha pasado por muchas etapas, algunas más complicadas que otras.

Chacharitas participa en congresos de payasos para mejorar sus técnicas.

"Cuando empezamos, no había pinturas de payaso. Usábamos pintura Vinci, pomada de lassar y hasta colores de papelería para delinear los tonos claros. ¡Nos enchilábamos toda la cara con las pinturas!" cuenta entre risas recordando aquellos primeros años.

Con el tiempo, Francisco fue perfeccionando su personaje, un payaso de estilo Augusto, caracterizado por ser juguetón y travieso. "El payaso Augusto es conocido por ser impertinente, juguetón y sociable. Ese soy yo", añade con orgullo.

Detrás del maquillaje hay un hombre de familia

Aunque su vida como Chacharitas ha sido alegre, Francisco también tiene claro que detrás del maquillaje hay momentos serios. También ha formado una familia que, aunque no sigue sus pasos, comparte algunos momentos divertidos con él.

"Mi esposa, Carmelina Flores, y yo tenemos tres hijos: Ana María, Francisco y la más pequeña, Santa Frankmary. A todos los hemos pintado alguna vez, pero no les gusta tanto la payaseada como a mí", comenta.

Chacharitas, sin embargo, sigue siendo parte fundamental de la vida de Francisco, no solo como un trabajo extra, sino como una forma de ser.

"El payaso Chacharitas me cambió la vida. No lo cambiaría por nada. Me ha abierto las puertas y me ha hecho ser quien realmente soy", concluye, con la misma energía alegre con la que ha construido su carrera durante los últimos 26 años.