Desde 1979, Doña Trini mantiene viva su cocina en el Mercado de Tierra Blanca, en Culiacán
Por: Francisco Castro
En el remodelado y espacioso Mercado Municipal de la colonia Tierra Blanca, en Culiacán, donde el aroma de la comida casera se mezcla con el ritmo del día a día, un pequeño rincón sigue siendo un punto de referencia para muchos.
Es la cocina de Doña Trini, un negocio que, desde su apertura en 1979, ha sabido mantenerse firme frente a las vicisitudes del tiempo, los cambios sociales y las crisis económicas.
Este pequeño local de comidas corridas simboliza la perseverancia y el amor por la comida que transformó la vida de María Trinidad Quezada, mejor conocida como Doña Trini.
A sus 77 años, Doña Trini sigue siendo la fuerza vital de su cocina, donde su sazón y hospitalidad han marcado la diferencia para generaciones de comensales que han pasado por su local.
Su historia es la de una mujer que, con esfuerzo y dedicación, sacó adelante a sus cuatro hijos, y sigue de pie, manteniendo viva la tradición de la comida casera que aprendió en su natal Durango, y le ha permitido alimentar el alma y el corazón de los culiacanenses.
En busca de un mejor futuro
Originaria de Santa Rosa, Durango, Doña Trini llegó a Culiacán en 1979 con un sueño: salir adelante trabajando. Se casó en su pueblo natal, pero luego decidió emigrar a la capital sinaloense para buscar mejores oportunidades.
"Me vine sola, porque quería un negocio propio, algo que me permitiera tener estabilidad y sacar adelante a mis hijos", recuerda.
Su decisión fue abrir un pequeño local de comida en el Mercado Municipal de Tierra Blanca, ubicado en la esquina de Amado Nervo y Profesor Reynaldo González, un espacio que en aquellos tiempos era el centro neurálgico del comercio en la zona.
La receta del éxito: comida casera y un trato cálido
Desde el principio, Doña Trini supo que quería compartir con los demás la sazón heredada de su familia.
"Siempre me ha gustado cocinar y a la gente le gusta mi comida. Me motivó hacer algo que me gustara y me permitiera sostener a mis hijos", comenta mientras organiza los utensilios en su cocina.
Con una receta sencilla pero llena de amor, Doña Trini comenzó a preparar platillos a base de caldos: cazuela, albóndigas, cocido y pozole, platos que rápidamente se ganaron la preferencia de sus clientes. Aunque el platillo más buscado hasta la fecha sigue siendo las enchiladas.
El local comenzó a atraer a quienes trabajaban en las cercanías del hospital Civil, la Escuela de Enfermería, y vecinos del mercado. Pero lo que realmente hizo que sus clientes regresaran una y otra vez fue el trato cercano de Doña Trini, quien no solo alimentaba los cuerpos, sino también los corazones.
"A la gente le gusta venir porque se sienten como en casa”, ríe mientras recuerda a sus clientes más frecuentes.
La ayuda de la familia, el otro ingrediente
Aunque al principio Doña Trini trabajaba sola, en algún momento sus hijas se unieron al negocio, pero luego de estudiar se independizaron. Hoy en día quien está a su lado es su sobrina “Chuyita”, quien lleva ya 20 años ayudándola.
"A veces es difícil, pero mi tía prefiere estar aquí en el negocio que en su casa. Es su vida", comenta María de Jesús Bazán, “Chuyita” su sobrina y brazo derecho en la cocina.
Con el paso de los años, la familia de Doña Trini creció. Tiene cuatro hijos: dos mujeres, una maestra y otra estilista, y dos varones que desde hace tiempo viven en Estados Unidos. Además, cuenta con varios nietos que la visitan de vez en cuando.
Un menú que sigue conquistando comensales
El menú de Doña Trini se mantiene fiel a sus raíces. "Lo que más me piden son los caldos, las enchiladas, el pozole, el cocido. Y de desayuno, tengo bistec, huevos al gusto, machaca y enchiladas", explica mientras sirve con cariño a sus clientes.
Su sazón ha conquistado el paladar de muchos vecinos del Mercado, pero también de aquellos que, como Bernardo Quiroz, vienen de otras partes de Culiacán para disfrutar de sus platillos.
Bernardo, originario de Badiraguato, recuerda con cariño aquellos tiempos cuando viajaba en tranvía a la capital sinaloense y descubrió por primera vez la cocina de Doña Trini.
"Desde joven, siempre me ha gustado su caldo de cazuela y el cocido. Vengo una o dos veces por semana a disfrutar de su comida", dice mientras saborea su caldo con una sonrisa.
Un negocio que resiste a la adversidad
La historia de Doña Trini y su cocina no está exenta de desafíos.
A lo largo de estos 45 años ha tenido que hacer frente a situaciones difíciles, como la remodelación del Mercado Municipal de Tierra Blanca, la reducción de rutas de transporte que afectó la afluencia de clientes y, más recientemente, la crisis de inseguridad que azota a Culiacán.
A pesar de todo, Doña Trini sigue en pie, con la esperanza de que las cosas mejoren.
"Había estado bien todo, hasta ahora que la venta ha bajado por los pleitos que hay en la ciudad", dice con un dejo de preocupación. La crisis de seguridad en Culiacán ha impactado fuertemente a su negocio, pero Doña Trini mantiene la fe.
"Estamos vendiendo poco, y por eso he tenido que hacer menos comidas. A veces, no nos queda nada (de ganancia), pero seguimos aquí, con la esperanza de que todo esto cambie, las cosas no pueden durar así toda la vida", comenta.
A pesar de los desafíos, Doña Trini sigue siendo la figura más emblemática del mercado. "Soy la única que tiene más tiempo aquí", dice con orgullo. "He visto todo lo que ha cambiado y, aunque la venta ha bajado, sigo viniendo. Es mi vida, y me gusta ver a la gente contenta comiendo mi comida".