Marlén Muñoz tuvo que cerrar su puesto de snacks en la Isla Musala hace tres meses
Por: Francisco Castro
Marlén Muñoz, madre y emprendedora, ha enfrentado retos que pocos podrían imaginar. Hace tres meses, su puesto de snacks en la Isla Musala de Culiacán, un lugar que había sido su fuente principal de ingresos, cerró debido a la creciente inseguridad.
A sus 32 años, con dos hijos a su cargo, uno de 7 años y otro de 2, Marlén no se rindió. Lejos de eso, se reinventó y encontró nuevas formas de salir adelante.
Originaria de Badiraguato, Marlén llegó a Culiacán en 2011 para estudiar Biología en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Sin embargo, la vida la llevó por un camino diferente al que había planeado.
El cierre de su negocio en Isla Musala
El comercio se convirtió en su pasión y, durante años, su puesto en la Isla Musala, donde vendía cocos, clamatos, papas asadas y tostitos, fue el centro de su vida laboral. Sin embargo, la incertidumbre en la ciudad la obligó a tomar una difícil decisión: cerrar su negocio.
“El 9 de septiembre fue el último día que estuve ahí. La situación ya no era viable, y tenía que cuidar a mis hijos. No podía dejar a mis hijos solos”, relata Marlén a Tus Buenas Noticias mientras acomoda las prendas en su nuevo puesto, esta vez en el Parque Segundo del fraccionamiento Los Ángeles.
Con determinación, Marlén no permitió que las circunstancias la desbordaran. Buscó una nueva forma de generar ingresos y encontró en las redes sociales una oportunidad. Comenzó vendiendo la ropa que sus hijos ya no usaban.
Y aunque el camino ha sido difícil, los resultados han sido satisfactorios. "Vender en línea me ha dado mejores resultados. Aunque en el parque no hay mucha afluencia, sigo intentándolo", explica con una sonrisa.
Marlén tiene la esperanza de que todo mejore
En su pequeño puesto, acompañada de su hija, Marlén ofrece vestidos, pantalones, blusas, calzado y hasta juguetes. A pesar de las dificultades, su esperanza sigue intacta. Sueña con retomar su negocio en la Isla Musala algún día, cuando las condiciones de seguridad mejoren.
“Mi sueño es poder regresar y retomar mi negocio allí. Tengo la esperanza de que la situación cambie y pueda regresar a la Isla Musala, porque allí era donde estaba mi vida”, dice con una mezcla de nostalgia y optimismo.
Marlén enfrenta su día a día con la fortaleza que le brindan sus hijos. Aunque su familia está lejos, en Sonora, ella no se rinde. “Mis hijos son mi motor y lo seguiré intentando, porque ellos merecen un futuro mejor”, comenta.
Hoy, Marlén Muñoz es un claro ejemplo de resiliencia. En un contexto de incertidumbre, no solo lucha por el bienestar de sus hijos, sino también por el suyo propio.
En un Culiacán donde actividades antisociales han trastocado la vida diaria, Marlén continúa construyendo su camino, con el corazón lleno de esperanza y la firme convicción de que, con esfuerzo, siempre hay una nueva oportunidad.
Su condición le ha llevado a reflexionar sobre la importancia de fortalecer los valores familiares y evitar que los hijos desvíen su camino. Su amor y servicio a los clientes la mantiene con entusiasmo.