De los desechos de madera de embalaje hace muebles rústicos para cubrir necesidades básicas
Por: Juan Francisco Sotomayor
En el corazón de Villa Juárez, Navolato, Guillermo Inzunza Carrillo encontró una nueva forma de vida en la madera. Desde hace un año y medio, este artesano de 58 años trabaja desde el patio de su hogar, transformando maderas recicladas en muebles rústicos que resuelven necesidades de migrantes.
Guillermo utiliza madera reciclada proveniente de embalajes de motocicletas que llegan directamente a su comunidad. Con la ayuda de un joven, limpia las tablas desprendiendo clavos y tornillos, y luego corta las piezas según el diseño del mueble que esté preparando.
Entre sus creaciones destacan mesas, mesabancos, casitas para perros, trasteros, alacenas, roperitos y sillas.
"El más grande que ves allá en la calle es una casita que estoy haciendo para juegos de niñas, le falta techo y unos detalles", comenta mientras señala una de sus obras
El precio de sus muebles es accesible, con mesas que se venden por tan solo 350 pesos. Sin embargo, como en todo negocio, las ventas son impredecibles.
"Hay días que no vendo nada, y otros en los que un cliente llega y se lleva varios muebles. A veces, vendo uno diario", relata.
Nacido en el ejido Chiapas de Mexicali, Baja California, donde solo vivió su primer año. Allá andaban sus padres siguiendo la ruta del corte de Algodón, desde Guasave, Los Mochis, Obregón, San Luis Río Colorado y Mexicali.
De allá sus padres lo trajeron a Villa Juárez, donde ha vivido desde entonces y ahora disfruta de la compañía de sus cinco nietos. Este lugar tan lleno de migrantes le gustó para vivir.
Antes de dedicarse a la carpintería, Guillermo trabajaba como vigilante y, en las tardes, vendía pan para complementar su ingreso. Sin embargo, un accidente en motocicleta le dejó una discapacidad permanente.
Lejos de rendirse, decidió transformar su situación en una oportunidad, creando muebles artesanales desde la comodidad de su hogar.
"Me envuelvo la pierna con unos trapos para evitar lastimarme con la madera y aquí ando sin exponerme mucho para poder tener una buena recuperación”, dice entusiasmado.
Mientras corta madera y da forma a sus diseños, sus nietos pequeños lo acompañan jugando al carpintero con los retazos de madera. Su taller no solo es un espacio de trabajo, sino también un rincón familiar lleno de tablas y esperanza.
Un llamado a reutilizar materiales
Además de crear muebles, Guillermo también enseña con su ejemplo la importancia de aprovechar los recursos. "La madera que uso es material para reciclar. Si se sabe trabajar, hay mucha facilidad para aprovecharla", explica, mostrando cómo la nueva vida de las tablas, a lo que otros consideran desecho.
Aunque enfrenta días complicados en los que no vende, Guillermo mantiene una actitud positiva.
"Lo importante es seguir en movimiento y encontrarle el lado bueno a las cosas", reflexiona mientras da los últimos toques a una mesa.
En el taller de Guillermo no solo se crean muebles, sino también sueños. Sueños de un abuelo que quiere dejar un legado a sus nietos y demostrar que, con creatividad y esfuerzo, es posible superar cualquier desafío.
Su historia es un ejemplo de cómo las adversidades pueden transformarse en oportunidades, y de cómo la madera reciclada puede convertirse, con habilidad y corazón, en muebles únicos que cuentan su propia historia.
Así, en cada mesa, silla o trastero que sale de sus manos, Guillermo deja un pedazo de su vida, un testimonio de superación. En su casa disfruta su nuevo oficio de mueblero rústico con resiliencia y creatividad. Una forma entusiasta de volver a empezar.