Doña Rosa instala su puesto de revistas por el bulevar Benjamín Hill y Las Torres, al sur de Culiacán
Por: Francisco Castro
En un rincón bullicioso del sector Las Torres, al sur de Culiacán, se encuentra Rosa Isela Valdez Llanes, una mujer de 73 años que ha dedicado los últimos diez años a la venta de revistas en el cruce de los bulevares Benjamín Hill y Las Torres.
Originaria de la colonia Barrancos, Rosa Isela ha convertido este espacio en un punto de referencia para los amantes de los pasatiempos y la lectura ligera. Su historia es un testimonio de resiliencia y adaptación en un oficio que, en la era digital, parece estar en vías de extinción.
Un oficio nacido de la necesidad y el ingenio
La vida de Rosa Isela dio un giro cuando, tras pensionarse, decidió buscar una forma de mantenerse activa. "Busqué la manera de entretenerme y pasar el tiempo", comenta en entrevista para Tus Buenas Noticias.
Lo que comenzó como un pasatiempo pronto se convirtió en una rutina diaria que combina el trabajo con la convivencia social. Desde temprana hora de la mañana, llueva o truene instala su puesto, un pequeño refugio para quienes buscan entretenimiento en revistas de sopas de letras, cruzadas y otras publicaciones sobre espectáculos, cultura y tecnología.
Un desafío logístico constante
El acceso a revistas no siempre es sencillo. Rosa Isela relata cómo debió ingeniárselas para establecer contacto directo con proveedores en México, después de que un intermediario se negara a facilitarle información. Aunque los pedidos tardan hasta dos semanas en llegar, ella asegura que vale la pena el esfuerzo.
"Lo que más vendo son sopas de letras, tanto para adultos como para niños", explica, y afirma que estos pasatiempos siguen siendo populares entre su clientela.
Además de las revistas de entretenimiento, Rosa también ofrece publicaciones educativas y recortables, especialmente demandadas durante los periodos escolares. Sin embargo, la venta de revistas infantiles es más esporádica, dependiendo del ciclo escolar y las actividades asignadas en las escuelas, admite.
Una rutina bien medida
Rosa Isela organiza su día con disciplina: "Abro aquí a las seis y me voy como a las doce o la una del mediodía", dice. Su jornada media le permite equilibrar su trabajo con el descanso necesario para atender su salud.
Aunque el puesto es modesto, ha logrado adaptarlo para ofrecer también productos como agua, refrescos y dulces, una opción rápida para quienes esperan el transporte público a unos metros de su local.
Un ejemplo de fortaleza y autogestión
Rosa Isela enviudó hace más de 50 años y crio a sus dos hijos sola. Aunque ambos ya son independientes, ella sigue activa para complementar su pensión y mantenerse ocupada.
Su fortaleza y carácter positivo han sido clave para ganarse el respeto y el cariño de sus vecinos. "Gracias a Dios tengo muchas amistades muy buenas conmigo", afirma con una sonrisa.
Un oficio que resiste al tiempo
En un mundo dominado por lo digital, el trabajo de Rosa Isela representa una conexión con una forma de vida más simple y tangible. Las revistas que vende no solo entretienen, sino que también crean momentos de desconexión del frenesí tecnológico.
Su presencia en el sector Las Torres es un recordatorio de la importancia de preservar tradiciones y adaptarse a los cambios sin perder la esencia. Para ella, cada revista vendida no es solo un ingreso, sino una oportunidad para conectar con su comunidad.
Contra la lucha tecnológica Rosa Isela perpetúa la tradición de los puestos de revistas.