Francisco Padilla y su esposa Nora transformaron su destino con Productos Handy, un negocio de chicharrones y carnitas en Culiacán
Por: Francisco Castro
En el fraccionamiento Los Ángeles, el inconfundible aroma a chicharrones y carnitas recién hechos se cuela entre las calles del bulevar California cada mañana.
Se trata de un testimonio de esfuerzo y dedicación de Francisco Padilla y su esposa, Nora Alicia Frías, quienes hace siete meses decidieron transformar su destino con Productos Handy, su propio negocio de venta de productos derivados del cerdo.
Francisco, de 61 años, trabajó durante una década como taxista y conductor de Uber, pero la creciente inseguridad y la disminución de clientes lo llevaron a replantearse su futuro.
“Optamos por buscar otra opción”, relata, recordando que su padre, Rosario Padilla, fue matancero en Pueblo Yaqui, Sonora, y de él aprendió el oficio desde su adolescencia.
Francisco recuerda su etapa de matancero
Desde los 13 años, Francisco y su hermano eran llamados en su pueblo natal para sacrificar cerdos en hogares que criaban estos animales, principalmente por su manteca, un bien muy apreciado en aquella época.
“El chicharrón originalmente era de grasa, porque lo más importante era la manteca. Se guardaba para el año entero”, recuerda. Aunque la tradición ha evolucionado y ahora los clientes prefieren chicharrones con más carne, la esencia sigue siendo la misma: calidad y dedicación, afirma para Tus Buenas Noticias.
Las desveladas, el principal reto
El camino del emprendimiento no ha sido sencillo. Levantarse a las 3:30 de la mañana y trabajar hasta las 4 o 5 de la tarde requiere una resistencia admirable. Las carnitas se cocinan a fuego lento por más de cuatro horas, mientras que los chicharrones comienzan a salir alrededor de las 7:30.
“Las desveladas han sido el mayor reto, pero aquí estamos, bendito Dios”, comenta Francisco.
A pesar de las dificultades económicas y la necesidad constante de conseguir insumos, Francisco y Nora han logrado sostener el negocio gracias a la calidad de sus productos y el apoyo de la comunidad.
Para ambos, la satisfacción de ver a los clientes regresar es la mejor recompensa. “Me da alicientes para seguir adelante cuando la gente vuelve y me dice que le encantó el chicharrón, que el chorizo no les da agruras, que el chilorio les fascina”.
Además de los tradicionales chicharrones y carnitas, en Productos Handy también se prepara chorizo los domingos y chilorio los martes. “A la gente le damos una charolita con un taquito para que pruebe, y muchas veces vuelven y compran más”, dice Francisco.
Es un negocio familiar donde también colabora su hija Yulisa, de 14 años, y una ayudante. Y aunque las jornadas sean largas y el cansancio se haga presente, la certeza de que están construyendo su propio futuro con esfuerzo y pasión hace que cada día valga la pena.
En tiempos de incertidumbre, historias como la de Francisco Padilla nos recuerdan que la determinación y el trabajo duro pueden convertir cualquier obstáculo en una oportunidad. El trabajo honesto y las buenas costumbres hacen comunidad.