El actor ofrece talleres de artes escénicas. Su trayectoria internacional y su amor por los títeres buscan construir paz.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Raúl Iván Camargo Vega lleva 25 años trabajando en las artes escénicas. Es actor, titiritero, maestro de talleres, director de escena y fundador del grupo Argüende Teatro.
Un artista consolidado
Ha recorrido gran parte del mundo con sus espectáculos, pero hoy regresa a sus raíces: Alturas del Sur, fraccionamiento donde vivió 13 años y que ahora lo recibe de vuelta como un artista consolidado.
A sus 41 años, Iván está convencido de que el teatro puede transformar vidas. Por eso aceptó ser parte de un proyecto que lleva cultura a las colonias con más población infantil.
"Estamos trabajando en un programa que se llama Intervenciones culturales sobre la construcción de paz y nos tocó la oportunidad de trabajar en Alturas del Sur. Empezamos en marzo y estaremos hasta junio en el parque de La Palapa todos los miércoles de 4 a 6 de la tarde con un taller de iniciación a las artes escénicas".
Los niños y niñas que asisten al taller aprenden teatro, títeres, pantomima, malabares, técnicas circenses y clown. Pero lo más importante es que se divierten, conviven y se alejan un rato del celular, la televisión o la calle.
"Muchas veces las instituciones le apuestan todo al deporte, pero las artes escénicas y las bellas artes también merecen apoyo. Cualquier actividad que saque a los niños del ocio o del bombardeo de las pantallas, ayuda a construir paz", dice con firmeza para Tus Buenas Noticias.
Una forma de reincorporar a los niños en la sociedad
Iván reconoce que llegar a una comunidad y generar confianza no es fácil, sobre todo después de la pandemia, pero insiste en que se puede.
"Hay muchos niños desquehacerados por las tardes y los estamos invitando al taller. Hemos visto buena respuesta. Jugamos con ellos y ahí estamos. El parque se siente vivo", reconoce.
La suya no es solo una visita fugaz. Él conoce el lugar y la gente lo conoce a él.
"Viví muy a gusto en Alturas del Sur. La comunidad era muy unida. Llegamos desde el principio, conocíamos a todos. Ha crecido mucho, y eso trae sus complicaciones, pero sigue siendo un lugar tranquilo para vivir", menciona.
Su preparación es internacional
Iván se ha preparado con maestros de Argentina, España, Italia, Portugal y México. Ha tomado cursos de iluminación, teatro de sombras, técnica circense, expresión corporal, elaboración de muñecos y clown en Culiacán, Guadalajara, España e Italia. Su trayectoria artística lo ha llevado a escenarios de Francia, Suiza, Brasil, Cuba, Venezuela, Argentina y más.
Inició en el año 2000 con Delta Teatro, grupo con el que ha colaborado en más de 20 puestas en escena. Más adelante fundó Argüende Teatro, su proyecto independiente enfocado en las infancias.
"Decidí que esto me gustaba cuando me di cuenta que lo disfrutaba mucho y además me pagaban. Viajo, entretengo a la gente, doy felicidad a los niños. Me siento privilegiado porque tengo el mejor trabajo del mundo", dice entre risas.
No fue una vocación de niño, pero sí tuvo acercamiento a la cultura desde pequeño. Su tía putativa, bailarina de danza contemporánea, lo llevaba al teatro. "Formó su grupo de teatro y desde niño la veía. Me invitó, fue mi maestra, mi mentora. Ahí empecé a hacer oficio".
Una vida dedicada al arte
Iván está casado con Dalia Paola, licenciada en Letras Hispánicas, quien también forma parte de sus proyectos.
"Ella me ayuda en producción y textos dramáticos. Yo medio escribo, pero ella es la correctora. Nos complementamos".
Se conocieron en un Festival Internacional de Poesía en Navachiste y hoy tienen tres hijos: Santiago Rafael, de 14 años; Ivana Tahis, de 10; y Daria Lucía, de 6. Actualmente viven en la colonia Emiliano Zapata.
"Se puede vivir del arte, modestamente, pero sí se puede. Hay que hacer ciertos sacrificios, pero se puede vivir y formar una familia", confiesa para todos aquellos que creen que del arte no se vive.
Además de Argüende Teatro, Iván trabaja en el Instituto Sinaloense de Cultura como director de la Compañía de Teatro de Calle. Ahí coordina proyectos de animación, teatro, títeres, clown y malabares.
Los talleres son una transformación humana
En sus palabras, lo que más valora de estos talleres es el encuentro humano. "Lo que yo hago es solo un pretexto para generar el convite entre vecinos, ciudadanos, niños, papás, abuelos. Se trata de la apropiación del espacio público, de convivir y conocerse".
Iván no tiene metas específicas, pero sí una intención muy clara: "Cubrir la mayor cantidad de espacios posibles en las comunidades, que los niños conozcan el teatro, los títeres, que vivan esta experiencia".
Su historia no solo es digna de contarse, también merece ser replicada. Porque cuando alguien decide regresar a su comunidad para compartir lo que ha aprendido, hay esperanza.
Cuando alguien siembra arte en su comunidad, cosecha paz para todos y eso es lo que Iván cosecha día a día.