El Centro Cultural Genaro Estrada, símbolo de la cultura y el arte en Sinaloa

Por: Jaime Félix Pico

Desde la demolición del Teatro Apolo en 1948, Culiacán no contaba con instalaciones apropiadas para la promoción y la difusión cultural. El Centro Cultural Genaro Estrada vino a llenar este vacío que constituía un obstáculo a la difusión y promoción de la cultura y dar impulso a la creatividad artística de los Sinaloenses.

No omito mencionar que antes de este conjunto arquitectónico se construyó el Teatro Óscar Liera del IMSS e instalaciones de cines que a su desaparición se transformaron en salas de espectáculos artísticos, auditorios para eventos sociales y políticos, como lo fueron el Cine Diana (hoy ocupa ese espacio el Hotel San Marcos) y el Cine Reforma, edificio donado al gobierno municipal por la extinta Compañía Operadora de Teatros y acondicionado como auditorio, primero Modular Inés Arredondo y después como Museo Interactivo de Adicciones, conocido por sus siglas MIA, solo por mencionar los más importantes.

Parecería una contradicción que el espacio donde se construyó este conjunto arquitectónico, desde principios del siglo pasado lo ocupó el edificio que sirvió de prisión, la Cárcel Municipal, y la más representativas del estilo neoclásico decimonónico que impuso su constructor el Ingeniero Luis F. Molina.

La contradicción se visibilizó aún más en el medio social por la decisión de demoler un edificio histórico de valor cultural patrimonial para construir sobre sus escombros un conjunto arquitectónico modernista que prestaría los necesarios servicios culturales y ser la sede de la Dirección de Investigación y Fomento de la Cultura Regional (DIFOCUR), hoy el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC).

Hoy es la edificación ícono de la cultura y el arte de Sinaloa de donde irradia un movimiento cultural que da cauce, orden y congruencia a todas las manifestaciones y expresiones artísticas, creativas, de los sinaloenses; La construcción de este centro cultural, en ese momento, posicionó a Culiacán en a la vanguardia de las ciudades emergentes de México que ya contaban con instalaciones funcionales para desarrollar todo tipo de eventos artísticos; dotó a la ciudad del Teatro Pablo de Villavicencio, la Sala Socorro Astol, el ágora Rosario Castellanos, salas de exposiciones, Sala Antonio López Sáenz, Biblioteca Gilberto Owen, aulas y talleres para la formación artística, Escuela de Arte José Limón, sala de cine y oficinas administrativas.

Todavía permanece en la memoria urbana de los culiacanenses la antigua cárcel municipal, edificio que construyó el Arquitecto de la Ciudad, Luis F. Molina, de corte clasicista, sin duda, el más representativo del método de diseño académico que aplicó en casi todas sus obras.

Causa del modernismo arquitectónico hoy ya no gozamos de la majestuosidad de esa edificación cuyo estilo neoclásico elevó la imagen urbana de Culiacán a una dimensión señorial pues bien cubría las características de un palacio, aunque fuese una prisión.

El nuevo conjunto arquitectónico, sede del ISIC, hoy se caracteriza por ser el punto de partida de un corredor cultural que se continúa hacia el Museo de Arte de Sinaloa (MASIN) y el Modular Inés Arredondo, en el entorno de la plazuela Álvaro Obregón. Es uno de los espacios más visitados del centro histórico de la ciudad.

Fue así como la zona urbana colindante con la margen izquierda del río Tamazula, a la altura del Puente Cañedo, hoy Puente Miguel Hidalgo, se transformó en centro neurálgico de la Cultura y Arte sinaloense.