Día del Maestro: Honor a quien honor merece

Por: Víctor Pérez

El 15 de mayo de 1918, por decreto del presidente Venustiano Carranza y mediante una iniciativa por parte de algunos legisladores del Congreso de 1917 (muchos de ellos antiguos maestros de primaria), promulgarían un día para rendir honor a los educadores del país.

Es necesario mencionar, que la figura del maestro o maestra en nuestro país está íntimamente ligada con la formación de la niñez y juventud hasta nuestros días. Por lo que, no es de extrañar, que, en muchos de los episodios de nuestra historia contemporánea, la figura de los educadores sea fundamental para entender tales sucesos pasados.

Desde la creación de las normales rurales, en los primeros gobiernos posrevolucionarios – desde 1920 con la creación de la Secretaría de Educación Pública hasta finales de la década de los Cincuenta- el magisterio desempeñó un papel fundamental no solo en la formación de las nuevas generaciones, sino como impulsor de los cambios sociales que en nuestra sociedad mexicana era necesario impulsar.

Casi en el olvido de la memoria colectiva, quedó el movimiento magisterial -a nivel nacional- de 1957-58, cuyos lideres Othón Salazar y Encarnación Pérez demandaban mejoras salariales y mejores condiciones políticas para el gremio de los Maestros, cuyo movimiento no fue exclusivo de los mismos, sino también, padres de familia y estudiantes se unieron para defender a sus maestros.

Hoy en día, pareciera que la figura de los educadores -de todos los niveles- ha dejado de ser un líder social, cuyo ejemplo de vida inspiraba a sus educandos tanto dentro del aula como fuera de ella. Hoy en día, encontramos un magisterio con muchos más obstáculos que nunca; desde una débil formación y vocación por la enseñanza, un débil o nulo apoyo por parte de los Padres de familia en el proceso Enseñanza-Aprendizaje, una realidad tecnológica que rebasa completamente las estrategias tradicionales de aprendizaje y el ínfimo presupuesto asignado a la Educación por parte del gobierno mexicano, -por mencionar algunos de las dificultades -.

Sin embargo, no todo está perdido.  Aún existen maestros -muy discretos y hasta casi anónimos- que todos los días se las ingenian con pocos recursos -y algunos hasta invierten de su propio sueldo- para que sus alumnos puedan recibir instrucción, educación y cultura de calidad. A éstos verdaderos héroes cotidianos y no reconocidos, un sincero y emotivo reconocimiento por su labor, por que honor a quien honor merece.

Pd. Todos tuvimos un maestro que nos inspiró. Gracias.

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