El hambre, hacia el punto de no retorno

La inmensa demanda de alimentos para más de 8 billones de personas es una fuerte presión para la producción que, actualmente, sus rendimientos son mermados por la crisis climática

Por: Francisco Cuamea

¿Hambre? Quizá suene raro, sobre todo si leemos esto después de desayunar una machaca con huevo.

¿Hambre? Si solo es cosa de echarle más agua a los frijoles.

¿Hambre? Si hasta comemos productos orgánicos y libres de gluten, si hay fondas y restaurantes por todos lados: sushi, tacos, hamburguesas, mariscos, carnitas… Y apoyos sociales para gastar en ellos.

Sí, hambre. Y está a punto de llegar a un punto de no retorno si no se desarrollan las soluciones basadas en ciencia, recién advirtieron más de 150 científicos, ganadores del Nobel algunos de ellos, en una carta abierta.

“Los desafíos actuales de acceso a los alimentos se agravarán con los desafíos de producción en el futuro. No estamos en camino de satisfacer las necesidades alimentarias futuras. Ni siquiera cerca”, alertan mujeres y hombres de ciencia y humanidades, como Robert Woodrow Wilson, premio Nobel de Física; Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura; y Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía.

“Aunque mucho puede y debe hacerse para mejorar el flujo de alimentos hacia quienes los necesitan, la producción y accesibilidad de alimentos deben aumentar drásticamente y de manera sostenible para mediados de siglo, especialmente en las regiones donde el hambre y la malnutrición son más graves”.

Rendimiento y disponibilidad alimentaria

Actualmente, somos más de 8 billones de humanos que necesitamos comer para vivir. De los alimentos extraemos las proteínas, carbohidratos y otros elementos necesarios para la producción de energía que nos mantiene  en movimiento.

Esta inmensa demanda de personas es una fuerte presión para la producción de alimentos que, actualmente, sus rendimientos son mermados por la crisis climática.

Va un ejemplo local para la hambruna como problema planetario. En la temporada agrícola 2023-2024, Sinaloa produjo 53 por ciento menos alimentos que el ciclo anterior, debido a las restricciones de agua. Con las presas al tercio de su capacidad, la superficie de siembre se redujo al 30 por ciento. Este ciclo pinta igual porque tampoco hay agua por segundo año consecutivo.

“El cambio climático proyecta reducir la productividad de la mayoría de los cultivos básicos en un momento en el que se necesitan aumentos sustanciales para alimentar a una población mundial que sumará otros 1,500 millones de personas para 2050”, advierten los líderes de ciencias y humanidades.

“Los eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, solo agravarán la situación. Además, factores adicionales como la erosión del suelo, la degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad, la escasez de agua, los conflictos y las políticas que restringen la innovación arrastrarán aún más hacia abajo la productividad agrícola”.

Hay esperanza, si se invierte en desarrollo e innovación

Si algo nos diferencia a los humanos de hoy con los de épocas anteriores, es nuestra capacidad tecnológica y de grandes datos. Esto despierta la esperanza de poder solucionar las presiones sobre los alimentos que hoy amenazan con una posible hambruna. Pero no es suficiente.

“Hay esperanza. La investigación y el desarrollo agrícola han sido fundamentales para aumentar la producción de alimentos. Desde la Revolución Verde del siglo pasado, nuestra comprensión de la biología y la genética ha aumentado enormemente. Sin embargo, los incrementos necesarios en productividad ahora están siendo obstaculizados por la falta de inversión en investigación básica y aplicada, así como por barreras regulatorias que prohíben la distribución y uso de los avances de la investigación”, se expresa en la carta.

Entonces, si vemos venir la tormenta, hay que prepararnos. Las y los científicos del mundo llaman a tomar medidas audaces para cambiar el rumbo.

La sociedad y sus empresarios y gobiernos tienen que apostar por investigaciones científicas de alto riesgo y alta recompensa para transformar nuestros sistemas alimentarios.

“Más allá de la investigación, el éxito requerirá políticas, regulaciones e incentivos basados en la ciencia que sean habilitadores y estén alineados con este objetivo, incluidas aquellas relacionadas con la inteligencia artificial, la biología computacional y las técnicas genómicas avanzadas”.

Enfrentar el hambre exige más que simples ajustes en nuestras prácticas actuales; requiere un cambio profundo, una transformación basada en la ciencia y la innovación. El tiempo apremia.

Actuemos con decisión e invirtamos en soluciones tecnológicas, políticas integradoras y colaboración, así podríamos cruzar un umbral donde el hambre deje de ser un problema solucionable y se convierta en una condena para millones.

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