La belleza de las amapas rosa en Culiacán

Las amapas rosa transforman Culiacán en primavera

Por: Jacqueline Sánchez Osuna

Hay algo en el centro de Culiacán que cambia cada año, entre los meses de marzo y junio.

No es un nuevo edificio ni una remodelación de calles: es un espectáculo natural que se repite con la puntualidad de las estaciones y que, sin hacer ruido, transforma la ciudad.

Una belleza al natural

Las amapas son una belleza que inunda la ciudad con sus colores. Fotos: Lino Ceballos.

Son las amapas rosa, también conocidas como rosamoradas, las que pintan de vida y color las avenidas más transitadas, los parques y las banquetas que todos los días pisan miles de culichis.

Este árbol, originario de nuestras propias selvas sinaloenses, se ha vuelto parte del paisaje urbano como un recordatorio de lo que somos.

Aunque su uso tradicional fue la madera dura, resistente, e ideal para muebles coloniales, en los últimos años ha ganado un nuevo valor entre la gente, el de ser símbolo de belleza y de identidad.

Un aviso de la llegada de la primavera

Los hermosos y vibrantes colores de las amapas son un indicativo de la llegada de la primavera. Fotos: Lino Ceballos.

Cada primavera, las hojas de las amapas caen como si anunciaran que lo mejor está por venir.

Poco a poco, en su lugar brotan flores de un rosa vibrante, casi morado en algunas especies, que llenan de color los árboles y, eventualmente, el suelo.

Es un espectáculo que no necesita invitación. Cualquiera que camine por las calles del centro se detiene, toma una foto y la comparte. Las redes sociales se han convertido en el nuevo álbum comunitario de esta floración que nos une sin darnos cuenta.

“Pasar por aquí en estos días te cambia el ánimo”, dice el señor Joaquín López, un vendedor ambulante que coloca su carrito bajo la sombra de una amapa.

“A veces la gente me compra y se queda viendo el árbol, como si no se quisiera ir”. Y es que no se trata solo de un árbol bonito: se trata de una memoria viva que cada vez más ciudadanos adoptan como parte de su entorno, como parte de su vida.

Resistente y generosa

Las amapas son resistentes ante los cambios y su madera es muy resistente. Fotos: Lino Ceballos.

Lo cierto es que no necesita muchos cuidados. Por ser una especie nativa, la amapa rosa se adapta perfectamente al clima de Culiacán.

Es resistente, generosa, y da sombra además de flor. Esa combinación ha despertado el interés de colonias, fraccionamientos y hasta pueblos que llevan en su nombre la huella de este árbol: Rosamorada, Amapas, Maculí… nombres que se repiten en nuestro mapa como un homenaje permanente.

Un belleza en peligro

Sin embargo, esta belleza también está en riesgo. Según la NOM-059 de SEMARNAT, la especie Handroanthus impetiginosus está catalogada como amenazada, debido a la extracción excesiva de su madera en ambientes silvestres.

Por eso, cada árbol que florece en la ciudad es también una forma de protección. Una forma de decir: aquí está, y lo cuidamos.

Las amapas no solo embellecen las calles del centro; también alimentan a las aves y a los insectos que las visitan. Se vuelven pequeñas islas de biodiversidad en medio del asfalto. Y en cada floración, nos recuerdan que lo más hermoso de una ciudad no siempre lo construye el hombre.

Las amapas florecen al mismo tiempo

Hoy, el centro de Culiacán luce de gala. No por una obra ni por una fecha especial, sino porque cientos de amapas decidieron florecer al mismo tiempo.

Y con eso basta para que quienes pasamos por ahí levantemos la vista, respiremos hondo y sintamos que la ciudad, por un momento, se vuelve un lugar más amable. Más nuestro.

Porque en Culiacán, la primavera no llega con calendarios. Llega cuando las calles se pintan de rosa.