Las ciudades consumen entre el 60% y el 80% de la energía, pero son centros de innovación y talento; concentran la marginación, pero también producen riqueza; vive una fuerza intensa de sociedad civil, pero la actividad delictiva es alta. Hay con qué superar esas contradicciones
Por: Francisco Cuamea
Los retos sociales y ambientales derivados de las presiones que ejercen las interacciones entre el crecimiento poblacional, económico y urbano de Culiacán son simultáneos. Ocurren todos al mismo tiempo. ¿Deben atenderse en un orden lineal, es decir, primero uno y luego otro?
Lo primero es tener la disposición para resolverlos. Es clave comprender la época en la que vivimos para buscar o crear nuevas respuestas para el diseño de una ciudad resiliente, sostenible e incluyente.
Una de las características de la época actual, por ejemplo, es que las sociedades viven inmersas en policrisis: la experiencia de todos los problemas al mismo tiempo. Es decir, la interacción entre diversas fuentes de presión que pueden ser económicas, ambientales y sociales.
"El propósito, la idea del concepto es simplemente abrir los hilos a través de los cuales puedes comenzar a ver las conexiones", explica el historiador Adam Tooze.
“Lo que dice el concepto de policrisis es: ‘Relájate, esta es en realidad la condición de nuestro momento actual’. Creo que es útil darle un nombre al sentido. Es terapéutico. ‘Aquí está tu miedo, aquí hay algo que te angustia fundamentalmente. Así es como podría llamarse (policrisis)”.
Con esa disposición hacia la complejidad, lo que sigue es la agenda de acciones locales para el futuro Culiacán.
Actuar local, ser global
¿En un país presidencialista, como lo es México, las ciudadanas y ciudadanos de Culiacán pueden prepararse para el futuro por sí solos?
Antes que revisar el poder hacerlo, los liderazgos de la ciudad tienen que querer enfilar a la capital sinaloense hacia la resiliencia y el desarrollo sostenible, sabiendo que los cargos políticos tienen fecha de caducidad, pero la policrisis económica, social y ambiental se queda.
Y sobre todo, porque los problemas presentes de la humanidad se generan en lo local, por lo tanto, es ahí donde deben implementarse acciones para solucionarlos.
No perdamos más tiempo
Hechos, evidencias y argumentos los hay suficientes como para prever el tamaño de la bola de nieve. Hay que tomarlo ya muy en serio. No perdamos más tiempo.
En 2000, la ciudad capital llamada Culiacán Rosales tenía 540,823 habitantes. En 2020, 808,416. En 20 años podríamos ser 1,208,411 habitantes, más del doble de personas que en el inicio del Siglo 21, que demandarán agua, alimentación, vivienda, empleo digno y toda clase de servicios públicos, pero también generando economía, cultura, creatividad, fuerza laboral.
Por ejemplo, José Antonio Torre Medina-Mora, director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tec de Monterrey, expuso estos datos en el webinario Voces del Mar de Cortés, que mensualmente realiza la organización civil Foro Mar de Cortés.
“Aunque las ciudades ocupan solamente el 3% del territorio de la Tierra, consumen entre el 60% y el 80% de la energía, generan el 75% de las emisiones de carbono, mil 100 millones de personas hoy viven en zonas vulnerables y el 90% de las personas que viven en ciudades respiramos aire fuera de la norma”, expuso.
Ante la bola de nieve que crece y crece, de alguna manera debemos sortear el presidencialismo para emprender acciones locales para el futuro. Y esa manera se basa en la conciencia, diálogo y acuerdo.
Busque el viernes la última parte: Del papel a la ciudad: Activemos el Culiacán del futuro.
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Francisco Cuamea es director y productor de Téhwa, agencia de comunicación sostenible, estudió Filosofía en la UAS y es uno de los fundadores de la organización civil Iniciativa Sinaloa.
Miembro de la Red de Expertos de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Trasnacional, Premio Internacional de Periodismo de Investigación del International Center for Journalists 2015 y Premio Nacional de Divulgación Periodística en Sustentabilidad 2016.