Culiacán necesita un reglamento de construcción que lo convierta en una ciudad esponja y no que agudice la vulnerabilidad climática
Por: Francisco Cuamea
Por todas partes hacia donde volteemos hay pavimento. Kilómetros y kilómetros de concreto por toda la ciudad.
Construyen un centro comercial y colocan extensas áreas pavimentadas para estacionamiento.
Edifican un fraccionamiento y las calles son de concreto.
Y luego nos quejamos del calor.
Las zonas urbanas sufren del fenómeno de islas de calor, que se refiere a la presencia de aire más caliente en ciertas zonas de ciudad en comparación con las zonas rurales, de acuerdo con lda Luyando, investigadora del grupo de Cambio Climático y Radiación Solar del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
No sé quién dijo que a fuerzas todas las vías y espacios se tenían que pavimentar, pero las circunstancias climáticas hoy son de urgencia. El calor aumenta, la lluvia disminuye, el agua escasea: ¿Y si despavimentamos?
Le dicen adiós al pavimento
Despavimentar calles y otras áreas comienza a ser una iniciativa poderosa en algunas ciudades. Portland ha llamado la atención, pero en Lovaina (Bélgica) o Londres hacen lo propio.
En estas ciudades se reemplaza la mayor cantidad de concreto, asfalto u otras formas de construcción urbana con plantas y tierra. ¿Para qué? Para que el agua de lluvia pueda ser absorbida por la tierra y, de ese modo, se evite las inundaciones, o se reduzca el calor, como destaca un reportaje de la BBC.
Despavimentar también promueve la participación comunitaria. La organización Depave, de Portland, trabaja desde 2008 con comunidades para eliminar el pavimento subutilizado, reemplazándolo con un diseño vivo y permeable.
Así, con la suma de voluntarios retiran el concreto de planchas de estacionamientos, por ejemplo, y lo transforman en espacios naturales.
Modificar el reglamento de construcción de Culiacán
El reglamento de construcción de Culiacán tiene que ser adecuado a las circunstancias climáticas actuales, pues promueve la pavimentación de calles con concreto hidráulico.
Este material ha sido nocivo para la ciudad. Además de generar calor sirve de tobogán para los arroyos que se crean con las lluvias torrenciales. El agua simplemente no se detiene y, por el contrario, aumenta en velocidad y volumen.
Por ejemplo, para todo tipo de construcciones, ya sean fraccionamientos de vivienda de objetivo social, de vivienda de interés social, de vivienda popular, residenciales o de uso turístico, obliga a contar con las obras mínimas de urbanización siguientes:
“Vialidades catalogadas como estructurales, primarias y secundarias, serán pavimentadas con concreto hidráulico”, dice la norma municipal.
Este reglamento debería promover medidas para mitigar y adaptar la ciudad al cambio de clima, como los jardines en azoteas de edificios para captar agua, materiales de construcción que no emitan carbono, hormigón poroso u otro material viable para calles y planchas de estacionamientos, en fin.
Las reglas que necesita Culiacán son aquellas que lo conviertan en una ciudad esponja y no que agudicen su vulnerabilidad climática.