"La alegría, un ingrediente indispensable para la felicidad"
Dormir sin sueño, despertar sin alegría, vivir sin esperanza, comer sin saborear, besar sin pasión, trabajar sin vocación... No se trata de tener los más grandes placeres, sino de poder generar las mayores alegrías. Una vida de placeres, sin alegrías, no ofrece disfrute alguno.
"La alegría y la felicidad" es el tema que tenemos hoy para ti en TALLER DE VIDA, una colaboración del psicoterapeuta humanista, Antonio Ayala.
""La alegría, un ingrediente indispensable para la felicidad""
Dormir sin sueño, despertar sin alegría, vivir sin esperanza, comer sin saborear,
besar sin pasión, trabajar sin vocación, tener sexo sin amor...
No se trata de tener los más grandes placeres, sino de poder generar las mayores alegrías. Una vida de placeres, sin alegrías, no ofrece disfrute alguno.
En estos tiempos, urge defender la alegría como un derecho inalienable; defenderla de nuestros propios pesimistas pensamientos, esos canallas que nos la impiden obligándonos a mirar hacia un futuro inexistente o un pasado ya caduco.
Por que no hay bien más valioso, siempre es momento oportuno para la alegría. Ese es el principio de la felicidad posible... Aceptar sin pena y con alegría nuestras infelicidades.
De pronto un día cualquiera te levantas y las nostalgias te abrazan estrujándote el alma y un frío que cala te embarga el instante.
El pasado te habla y la conciencia te reclama las oportunidades desperdiciadas, mientras los hombros se te caen y una losa pesada cae sobre tu espalda; entonces, te reiteras un día más que lo hiciste mejor, aunque no fuera lo deseado; te convences, te persuades de lo conveniente de aquellas decisiones tomadas, suspiras largamente, alzas los hombros y la mirada con ellos...
Para entonces continuar tu camino, con insatisfacciones cierto (y quién se ha librado de ellas), pero con alegría de contar contigo, tan suficiente y necesario aún cuando ya no cuentes con algunos que te amaron y estuvieron a tu lado.
En el baile de la civilización, no se procura disfrutar el baile, ni bailar mejor,
sino lucir las mejores ropas; sonreír, aunque se esté ausente de alegrías y por encima de todo, llevar el mismo paso, el mismo ritmo y la máscara de moda.
Ay de aquel que no le dé importancia al rodaje y baile a su propio ritmo, por que será marginado y señalado por los demás danzantes.
Ay de aquel que busque desnudarse de las prendas del prejuicio y muestre su alma arrancándose las mil máscaras de la moral. Ay de aquel que se atreva a ser feliz sin pretenderlo vestido de normalidad; ay de aquel que llegue a su desnudez usando la conciencia.
Si se nombra a Dios en las alegrías como en las tristezas, al final de nuestra vida, la sensación sería de haber tenido una vida dichosa.
Que belleza la de una persona que no vive tratando de ocultar su fealdad y la acepta con alegría; éstas son las más bellas que hay.
No conozco mayor fortaleza en un ser humano, que la alegría con que vive. Ese es el mejor remedio para cualquier pesadumbre. Aquel que es capaz de reírse de su infortunio es más fuerte que nunca.
Magnifica las pequeñas alegrías, al final de tus días comprenderás que eran más importantes de lo que pensabas y aquellos grandes problemas, más pequeños de lo que creíste.
"Disfruta de la tristeza, porque en cualquier momento llegará de golpe la alegría a tu corazón.
