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El Basurón de Culiacán, optimismo en la necesidad

¿Cómo viven las personas en el Basurón de Culiacán?. La historia de estas 4 mujeres te sorprenderá y te ayudará a descubrir el estilo de vida que tienen en esta zona de la capital sinaloense.

10 marzo, 2018
El Basurón de Culiacán, optimismo en la necesidad
El Basurón de Culiacán, optimismo en la necesidad

Una comunidad donde el motor ha sido el apoyo familiar.

Tus Buenas Noticias. Cuatro mujeres migrantes que comparten un mismo lazo, día con día luchan por salir adelante sin perder su entusiasmo, a pesar del contexto que las rodea en el Basurón de Culiacán. Una historia de optimismo en la necesidad.

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La luz del sol comienza a asomarse en el horizonte, dando inicio a un nuevo despertar para Norma Yadira Angulo Cisneros, quien desde las 6 de la mañana se levanta para preparar a sus hijos y llevarlos a la escuela.

Una vez que está de vuelta en su hogar, se pone la ropa adecuada y sus botas para empezar su día en el Basurón de Culiacán.

Frascos de perfume, plástico, papel y aluminio, son la ‘materia prima’ para los recolectores de basura y, a dos años de haber comenzado a trabajar en el basurón, la madre soltera de dos hijos Norma Yadira, platicó que “con lo poquito que gana, mantiene a sus hijos todos los días, tanto los gastos de la escuela y para darles de comer”.

En entrevista para Tus Buenas Noticias, comentó que son entre 150 a 200 pesos al día lo que se gana por la venta del plástico que recolectan, pero si venden papel o frascos, pueden obtener un poco más de ingreso.

el basurón de culiacán

Ya que termina su jornada laboral, Norma se dedica a pasar tiempo con sus hijos y a ayudarlos con su tarea para que “no les toque la misma vida” de ella. Entre risas mencionó que su hijo más pequeño le dice que cuando sea grande, no quiere trabajar en el basurón, en cambio, el mayor, lo único que le dice cuando llega es que huele mal.

A Norma no le preocupa el trabajo que desempeña, ya que lo hace de manera honrada, y los comentarios sobre su aroma le pasan por desapercibido.

Lo que realmente le importa es conseguir ayuda para poder llevar a su hijo mayor a terapias de lenguaje para que pueda hablar mejor y así evitar las burlas que le hacen sus compañeros de escuela.

El ambiente que se percibe en las calles donde viven los trabajadores del Basurón de Culiacán, es bastante tranquilo pues “nadie se mete con nadie”, mencionó la ama de casa Janet Angulo Cisneros.

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Para Janet, la calidad de vida en el basurón de Culiacán no es como lo pintan, pues las personas que viven en el centro de la capital sinaloense creen que se enferman a causa de los gases emitidos por el basurón, sin embargo, para ella, no es un factor.

Mencionó que las causas de enfermedad se deben a los cambios de clima o por falta de cuidados, pero asegura que no ha sido por la cercanía al basurón.

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Janet no es recolectora de basura al igual que su hermana Norma, ella se dedica a los labores domésticos, a criar a su hija y a cuidarse para recibir al bebé que viene en camino.

Para su hija, el trabajo en el Basurón de Culiacán le resulta bastante curioso, a tal grado que cuando veía a su abuelita, le pedía que le hiciera un costal para poder acompañarla e irse a trabajar con ella, comentó Janet.

Esto se debía a que, cada que su abuela volvía de su jornada laboral en el basurón, le traía muñecas; por lo que la hija de Janet pensaba que si iba a este lugar, se iba a encontrar un centenar de muñecas y así sumar unas cuantas más a su colección.

el basurón de culiacán

A pesar de que Janet vive agusto en esta zona, ella se ve terminando sus estudios de preparatoria para poder sacar adelante a su familia.

Esta hermandad se ha fortalecido a través del tiempo y la situaciones vividas, y con ello han podido ayudar a su hermana Lucero Cisneros, la recién llegada al Basurón.

Con tal sólo un mes de haberse salido de Campo Gobierno en la sindicatura de Villa Juárez, Navolato, por causas personales que no quiso comentar, Lucero regresó al cobijo familiar.

Y, aunque le ha sido difícil adaptarse al trabajo en el basurón de Culiacán, no se deja vencer, ya que su hermana Janet la recibió en su casa, y por esta razón da su mejor esfuerzo para poder ayudarla con los gastos del hogar.

Los anhelos y deseos de Lucero no quedan sepultados entre la basura, ella busca continuar con sus estudios y poder cursar el cuarto grado de primaria para así mejorar su vida y dejar atrás aquella persona que fue en Villa Juárez.

Llena de motivación y soltando una carcajada, comentó que en un futuro se ve “con un carrazo” y con un mejor porvenir. Con un profundo amor y respeto, agrega que sin su familia no hubiese podido continuar con su vida y salir adelante.

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Mi familia me apoya mucho, el apoyo familiar aunque no tengas que comer aunque sean frijoles es bueno, comes agusto.

Alrededor de 500 personas trabajan todos los días en el basurón en dos horarios, de 6 de la mañana a 2 de la tarde, y de 2:00 PM hasta las siete o 9:00 PM aproximadamente.

Algunos de ellos quieren mantener su trabajo en este sitio, sin embargo existen otros que si desean superarse, y un ejemplo de superación es la señora Verónica Cisneros Mora, quien por encajarse un clavo en su pie, tuvo que abandonar este trabajo.

el basurón de culiacán

A causa de este accidente, una nueva oportunidad se puso en su camino, pues al recuperarse, salió en búsqueda de un nuevo empleo y lo logró. Hoy presume de ser miembro de seguridad en una plaza.

La madre de 4 hijos, en entrevista, expresó que se sentía muy agusto en su nuevo trabajo y aunque lleva 1 mes y medio laborando en este, ha cambiado su vida para bien, ya que su patrón y sus compañeros de trabajo le dan un trato digno.

Llena de orgullo comentó que en ese mes y medio, logró subir de puesto y al comparar su antiguo trabajo como ‘pepenadora’, enfatizó que ella siempre se había querido salir de ahí, pues “la vida en el basurón, no es vida”.

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Hay un futuro en otro lado, las personas piensan que de aquí sacan para todo, pero no es así.

Y aunque le costaba esfuerzo asistir al Basurón todos los días, durante 4 años, la cantidad que ganaba por recolectar plásticos y aluminios sirvió para poder satisfacer las necesidades básicas de su hogar y así poder salir adelante.

Ante esta necesidad, el Centro Cristiano La Campiña ha venido a ayudar mediante donativos de ropa, calzado, despensas y enseñándole a las personas analfabetas a leer y a escribir para que puedan construir un futuro, mencionó.

Y, profundamente agradecida, Verónica expresó que gracias a este centro cristiano ahora tiene una casa donde vivir y más personas con las que puede compartir sus experiencias, ya que “con lo poquito que los ayudan, ellos nunca los han dejado”.

Una familia que a pesar de la adversidad, ha sabido sobrellevar las situaciones y mantener el lazo más importante: la familia.

Imagen: Christián López.

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