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Me dijeron que mamá era buena, pero me mintieron

Me dijeron que mamá era buena pero me mintieron. Cada regaño, corrección, lágrimas, sonrisas, consuelos y mucho más, me hicieron ver la realidad que existe detrás de este bello ser.

10 mayo, 2018
Me dijeron que mamá era buena, pero me mintieron
Me dijeron que mamá era buena, pero me mintieron

Mamá ya está terminando su ciclo de vida y sigo pensando si mamá era buena.

Tus Buenas Noticias. De niño me dijeron que mamá era buena, pero creo que me engañaron. Tengo memoria de cuando me bañaba de muy pequeño, me forzaba a permanecer hasta el fin a pesar del llanto por el jabón en los ojos y la resistencia a la cita con la higiene.

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Recuerdo que me forzaba a ir a la escuela caminando por 7 cuadras con sol o con lluvia para llegar temprano. Creía que la educación cambiaba las vidas.

Y qué decir de cuando no había para comprar ropas, que nos obligaba a ponernos las prendas que sin experiencia ella misma confeccionaba con sencillez. Creía que las ropas no hacen a la persona.

Ante los actos de desobediencia me disciplinaba con rigor, y a veces sólo la oposición de mi abuela mediaba para detener sus duras intenciones correctivas. Creía que la disciplina genera carácter y actitudes.

Después de salir de primaria me enviaba a pastorear el ganado por las tardes. Y mientras las vacas pastaban le arrebatábamos los juegos a la vida. Pensaba que la crianza del ganado mejoraba la economía y el sentido de responsabilidad.

Recuerdo que en tiempos de educación secundaria se opuso a que faltáramos un solo día a la escuela, y aunque no había dinero para el transporte nos obligó el mayor tiempo a pedir aventón, o de ser posible ir a pie. Pensaba que la continuidad genera resultados.

Y qué decir cuando tuvimos que salir a trabajar al campo en las faenas de jornalero durante los fines de semana y en vacaciones escolares. Fue doloroso ver nuestra realidad. Pensaba que el trabajo dignifica y hace fuertes a los hombres.

Cuando a la prepa fuimos, no tuvo para darnos en qué gastar. Creía que si entonces no teníamos recursos, con la educación vendría la posibilidad de tener.

Y en tiempos de universitario ella se quedó en el ejido y vio nuestra partida a la ciudad de Culiacán donde pasaríamos 4 años sin vivienda, sin transporte y alimentación garantizada. Creía que los hombres adultos son responsables de escoger su destino.

El mismo año que me casé fue el mismo año que enviudó. Entregaba un hijo a la vida y entregaba un esposo al descanso eterno. Creía que hay tiempos de pesar y hay tiempos de alegría.

Ya tengo medio siglo de vida, una esposa, 3 hijas y una cantidad indeterminada de felicidad. Los tiempos han cambiado la realidad.

Cuando platicamos de este tiempo tan hermoso, ahora me cuenta cuanto lloró en cada momento difícil que la vida nos dio, donde ella no tuvo manera de responder como la gente.

Mamá no se equivocó en lo que en cada circunstancia pensó. La vida ha sido más amable con nosotros que como lo fue con ella.

Ya tiene 82 años y le alcanzan los males del cansancio. Cada día ha renunciado a ser mujer procurando primero ser madre.

Me dijeron que mamá era buena, pero me mintieron. Desde pequeño lo supe porque lo vi.

Porque veo que aún regaña, que corrige, que lucha, que llora, que calla, que inspira, que arrulla, que alegra, que juega, que consuela, que alienta, que educa, que cura, que ayuda…

Me mintieron… mi mamá no es buena.

Es mucho más… mi mamá es amor.

Gracias Adela.


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