Los "Por qué" de la vida, conceptos idealizados.

Conceptos idealizados, esos "Por qué" de la vida.

Te presentamos el siguiente tema.

Colaboración del psicoterapeuta humanista,

Antonio Ayala.

¿Qué conceptos idealizados tienes?

Tantos "¿Por qué?" en mi vida... Por qué culpar a ajenos del sentir propio, por qué estar insatisfecho por lo que se tiene, por qué creer que es mejor lo que no se tiene.

¿Por qué justificar para deslindarse?, por qué mejor no enmendar lo errado, por qué esperar del otro y por qué no mejor de sí mismo, por qué sentirse digno en el éxito y no saberse digno aún en el fracaso.

¿Por qué esperar que el mundo sea mejor?, cuando somos peores para el mundo, por qué creer que la solución vendrá de fuera cuando el error está dentro.

Seguiré preguntándome ¿Por qué?, sólo así cambiaré mi ser buscando respuestas, aún sin hallarlas. Cuestionarme siempre ha sido un modo de encontrarme.

Crecimos con conceptos idealizados, que por no soportar lo real, colapsando imaginarios; como el amor que fue magnificado de formas intangibles en lo real, pues no coincide con lo manifestado, por que se dejó de lado las tristezas y el dolor, como parte constitutiva del amor.

La amistad que habla de lealtad y omite hipócritamente la crítica y la envidia como parte de la amistad, de tal forma que podría reprobar el evaluar a cualquiera de mis amigos, si los califico bajo el ideal instituido.

El matrimonio como contrato de fidelidad y compromiso, firmado en un contexto de deslealtades y engaños, donde las parejas caminan del altar a los juzgados, por no comprender que "Amor", es también tolerancia ante lo injusto, pero necesario si de amar se trata y que la pasión al tiempo se apaga, pero no se extraña porque deja a cambio compañerismo e integración.

La familia, que fue descrita como unidad y compartiendo, olvidando mencionar las discusiones y negligencias como parte inherente de esta sociedad sanguínea.

Así sucesivamente con las demás formas de describir el mundo; un mundo idealizado y poco humano, que frustra al más optimista soñador, condenándole al fracaso al ver que el amor, la amistad, la familia y el matrimonio, nada se parecen a lo vivido.

En una época de desencuentros de ideales y confrontación con lo humano, urgen conceptos menos románticos, reales y tangibles, para entonces mejorarlos y reinventarlos, pues no se puede construir en terrenos inciertos empantanados, donde la utopía enamoró con promesas aquello que lo real desenmascaró.

Es hora de pensar lo nunca antes pensado, para vivir como nadie más lo ha hecho y entonces dar fe al mundo, que podemos construir lo increíble.