La escoba es aliada de Maricela recogiendo esperanza en calles de Altata
A pesar del dolor de perder a su esposo esta joven mujer lucha diariamente para ser un ejemplo para su familia y va recogiendo esperanza en calles de Altata.
A pesar del dolor de perder a su esposo esta joven mujer lucha diariamente para ser un ejemplo para su familia y va recogiendo esperanza en calles de Altata.
Con escoba en mano y un recogedor, Maricela Jiménez Vega pasa sus días barriendo las calles de Altata. En cada paseante recoge muestras de alegría y fortaleza para seguir atendiendo a sus hijos.
A los 34 años de edad ha tenido que pasar momentos que han marcado su vida. Hace 4 años, el fallecimiento de Bladimir su esposo, hizo que su vida diera un vuelco.
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De ser ama de casa tuvo que convertirse en la proveedora de sus hijos. Entendió que la vida le presentaba un desafío que solo con la ayuda de Dios y mucha entereza podría enfrentar.
“Cuando mi esposo murió mis hijos estaban pequeños, tenían 11 y 12 años respectivamente, sentí que el mundo se me venía encima. Ha sido muy difícil sacar adelante sola a mis hijos”, asegura con una pena imposible de ocultar.
Para alivio de la carga que Maricela lleva encima; sus dos hijos Junior Bladimir y Luz Edit han entendido que a pesar de su juventud tienen el deber de apoyar a su mamá en todo cuanto puedan.
Ambos jóvenes se dedican al estudio y al trabajo. Todo con tal de aligerar las cargas familiares.
Ciertamente un descanso para el pesar de esta joven mujer que con afán de proveer de acuerdo a su necesidad buscó trabajo como intendente en las calles de Altata. Sin importar que su cabello se enrede, sus zapatos se llenen de polvo o que las manos tengan las marcas de la escoba, se afana cada día por hacer lo mejor posible su trabajo.
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“Este es mi trabajo. Si, soy barrendera. Y aunque tenga callos en las manos por la escoba o en los pies de tanto caminar lo hago con satisfacción porque es mi forma de sacar adelante a mis hijos”, dice Maricela.
Sin dejarse vencer por el desánimo, cada mañana se levanta pensando en los beneficios de su trabajo, no en los kilómetros de limpieza. Así se dice afortunada por los resultados que está obteniendo.
Afortunada por tener un par de buenos hijos. Por tener unos padres que le abrieron las puertas de su casa para recibirla nuevamente. Contenta porque tiene un empleo y no le falta qué comer.
Mary, como la llaman sus compañeras de trabajo reconoce que lo más complicado de la partida de su esposo es que lleguen fechas especiales y sus hijos no tengan con quién compartir. Verlos solos y tristes, le parte el corazón.
“Lo más difícil es cuando se llegan las fechas importantes porque a los niños les hace falta su padre. Hace poco fueron los XV años de Luz Edit y verla sola, sin su papá me lastimó mucho, porque le hace falta” dice mientras agrega que un papá siempre se va a ocupar en la vida de un hijo. “Es difícil, pero tenemos que salir adelante” afirma mientras frota inconscientemente sus manos.
Mary quizá no les dará lujos a sus hijos, pero lo indispensable no les falta. Tienen el amor de madre. Ese no se compra ni con todo el dinero del mundo.
Y mientras tanto ella sigue barriendo las calles de Altata. Se pasa el día pensando en lo bonito que se ve el puerto estando limpio, y lo bonita que construye su vida con ese trabajo. Sus hijos conocerán una historia de sacrificio que se corona con dignidad. Recogiendo basura, recoge esperanza.
Periódico de Navolato Abril-2021
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