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Olga Yajaira, un ejemplo de perseverancia al volante de un Uber

En un mundo de hombres, de un total de más de 2 mil personas al volante de un Uber, solamente 5 son mujeres.

2 marzo, 2022
Olga Yajaira, un ejemplo de perseverancia al volante de un Uber
Olga Yajaira, un ejemplo de perseverancia al volante de un Uber

En un mundo de hombres, de un total de más de 2 mil personas al volante de un Uber, solamente 5 son mujeres.

Ser mujer e incursionar en un oficio que mayormente es ejercido por hombres, no es nada sencillo. Si a eso agregamos el riesgo que representa ser socia conductora de una aplicación y estar al volante de un Uber complica más la situación.

Hace falta valentía y arrojo para convertirse en una de las pocas mujeres que ha emprendido este “duro” camino detrás de un volante.

“En Culiacán no hay muchas mujeres conductoras. De más de 2 mil hombres conductores solamente somos 5 mujeres las que nos hemos animado a emprender en este oficio”, asegura con orgullo Olga.

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A sus escasos 30 años de edad, la vida le ha permitido aprender que con dedicación puede lograr cumplir con todos sus propósitos.

Olga Yajaira, no solamente es chofer. Para ella, la educación es un factor esencial en cualquier ámbito de la vida.

Graduada de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia por la Universidad Autónoma de Sinaloa, ejerció esa apasionante profesión y además se convirtió en mamá de una pequeña de escasos cinco añitos.

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Pero siendo emprendedora como es, decidió dedicar un poco de su tiempo a ganar un dinero extra y ser un apoyo para su esposo en proveer para el hogar.

Olga, tomó la decisión de conducir durante algunas horas del día, así no descuida su trabajo ni a su familia.

“Empecé como conductora porque quería tener un dinero extra. A nadie le sobra el dinero y era una forma de ayudar a mi esposo también para proveer lo que se necesitaba en el hogar. Ejercer mi derecho como mujer. Saqué mi carrito y empecé a trabajar los fines de semana de dos a tres horas, y así fui aumentando poco a poco”, dice entre risas.

Asegura que lo que empezó como un “a ver cómo me va”, se convirtió en la confianza de que era una buena fuente de empleo.

“Este es un buen trabajo, entendí que aquí la ganancia es diaria, ganas lo que tú quieres, trabajas lo que tú quieres y además tienes tiempo para cumplir con tus responsabilidades”, señala.

En un principio, para ella no fue sencillo. Su esposo, considerando los riesgos que conlleva ser mujer y trabajar como chofer dudaba en que fuera una buena idea que la madre de su hija se expusiera a los peligros que lleva implícito ese oficio.

“Te soy sincera, en un principio mi esposo no quería que yo fuera Uber, le parecía que era algo muy peligroso. Y tiene razón, es un oficio riesgoso, pero vale la pena el esfuerzo por aportar en traer el sustento diariamente”, dice reflexiva.

Según las estadísticas de Olga, aunque cada día las mujeres están más inmersas en todos los oficios y profesiones, y han ganado un lugar con el empoderamiento que poseen, actualmente en el tema de la conducción de transporte tanto público como privado sigue siendo un nicho poco aprovechado.

“Las mujeres no le entran porque la principal causa es miedo. La mayoría de la gente le tiene miedo a andar en un carro, de que te falten al respeto, que te asalten y hay muchas circunstancias que una pasa como chofer de Uber”. Señala que es una realidad a la que diariamente se expone al salir de casa a trabajar.

Ella asegura que entre sus principales temores pudiera llegar a ser el de no regresar a casa, víctima de la delincuencia. Pero confía plenamente en que a pesar de ser un trabajo riesgoso tiene el apoyo de sus compañeros.

Tan es así, que con cierto nerviosismo recuerda una ocasión en la que estuvo en una situación de riesgo, cuando un par de jóvenes varones le solicitaron el servicio y al subirse le pidieron cambiar la ruta que le marcaba el GPS del destino.

Con cierto temor, accedió mientras los pasajeros mediante llamadas telefónicas reportaban la ubicación que tenían.

De inmediato, Olga envió una alerta a la plataforma donde indicaba que se sentía en riesgo y en cuestión de minutos, cuatro automóviles de la misma compañía para la que trabaja, llegaron para apoyarla.

“A la primera oportunidad frené y me bajé corriendo del carro. Mis compañeros corrieron a auxiliarme y detuvieron a los pasajeros. Llegaron los policías y descubrieron que estaban armados. Una experiencia muy desagradable, pero es la única ocasión en la que me he sentido en peligro”, dice al reconocer que el compañerismo y la unidad que existe entre los conductores le brinda tranquilidad.

Después de esa experiencia, estaba determinada a dejar el oficio, pero luego se convenció de que es una buena forma de vida. Que se ayuda y hasta le alcanza para ayudar a otras personas de la familia.

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La vecina de la Toledo, asegura que a pesar de esa mala experiencia son más las cosas buenas que recibe diariamente.

“Hay gente que se porta muy amable, que te agradecen el servicio y te brindan la confianza hasta de recoger y llevar a sus niños a la escuela. A final de cuentas les estas prestando un servicio y me gusta tener buen trato con todos los pasajeros. Me siento muy contenta de estar como quien dice en un mundo de hombres y siendo mujer saliendo adelante”, dice entre risas.

Olga asegura que este es un buen empleo, “que si te sabes administrar, sí sacas para vivir bien”.

Aunque a veces resulte difícil desarrollarse en “un mundo de hombres”, como ella lo llama, en la Toledo, Olga Yajaira es un ejemplo de perseverancia. En un auto de alquiler le da movilidad a su economía cobrando las mieles de su desafío empresarial.

 


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