Los primeros muertos de Altata durante la prosperidad del puerto
Muchos de estos muertos fueron sepultados en el primer panteón de Altata, ubicado en salida a El Tetuán.
Muchos de los precursores del desarrollo de Altata murieron impactados la peste de la fiebre amarilla, otros ahogados
El puerto de Altata empezó a tener un creciente auge a partir de 1858, en adelante 3 veces se le otorgó la apertura al comercio de altura, pero cuando se construyó el ferrocarril Culiacán-Altata, después de 1879, empezaron a llegar personas de muchas regiones y países. Hoy hablaremos de los primeros muertos de Altata.
En Altata se casaron, nacieron y murieron muchos migrantes nacionales y extranjeros, que llegaron a ocuparse en las nacientes actividades de operación ferroviaria, portuaria, comunicaciones y maniobras.
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María de la Luz Villegas Yuriar hizo un excelente compilado de esas familias. Aquí presentamos el referente legal de las defunciones que se dieron en Altata.
En el año de 1882 falleció Albert Picket, maquinista americano del estado de Maine, se asienta en el acta que murió de viruela.
Murió Julius Nonden, natural de Dinamarca, empleado de las obras del ferrocarril, muere de uremia en el hospital de El Limoncito.
Falleció Porfirio Brin, hijo de Juan Brin, muere de fiebre.
Año de 1883, murió Adolf Cristian Rich Romer, naturalde Nitzlin, reino de Prucia, muere de fiebre amarilla a bordo de la barca alemana “Malinche”, según lo comunicó el capitán C.W. Klin, natural de Hamburgo, Alemania.
Falleció Peter Nicholas Julius Karstens, marino segundo piloto de la misma barca, natural de Norburg, Ysla de Alemania, causa de fallecimiento: fiebre amarilla.
Murió Domingo Cardiviola, marino, residente de Altata, testigo de que murió ahogado en el estero Juan Francisco Gómez Lamadrid, natural e Álamos Sonora y empleado contador de la Aduana Marítima.
Año de 1887, falleció Christian Joza, 21 años, originario de Alemania, cayó al agua desde uno de los cruceros del palo de proa, esto lo observaron Hans P. Olsen, de 20 años, marino nacido en Noriega y Gustaf Benglsoson de Suecia, de 22 años, así lo informó T. H. Knudsen, noruego, capitán del bergantín goleta ZIBA.
En el año de 1889, se registraron en Altata 85 defunciones a causa de la fiebre amarilla.
En el año de 1890 fueron 126 defunciones.
De 1901 a 1913 hay 11 libros de actas correspondientes a Altata, que la historiadora dejó pendientes por revisar.
Por el valor histórico de los datos, el registro de salud pública y honrando la memoria de las personas que de tan lejos llegaron para propiciar el desarrollo de Altata, vale la pena revisar el resto de los libros.
Muchos de estos muertos fueron sepultados en el primer panteón de Altata, ubicado en salida a El Tetuán. Por estar el panteón en zona baja fue abandonado, y al paso de más de un siglo casi desaparece por efectos de huracanes e inundaciones.
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