Ramón es el donero más famoso de Navolato
Con más de 20 años en el oficio, Mon se ha convertido en un agradable referente entre los navolatenses.
Con más de 20 años en el oficio, Mon se ha convertido en un agradable referente entre los navolatenses.
A Ramón Llanes Villa se le puede ver cualquier día de la semana sobre su moto recorriendo la ciudad, vende las donas más famosas de Navolato. Ataviado con una moto y un cajón, mantiene una alegre sonrisa llevando sobre sí la responsabilidad del sustento diario y el gusto por entregar un momento dulce en los hogares navolatenses.
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Con más de 20 años dedicado a la venta de donas azucaradas Ramón, mejor conocido como Mon, le ha sacado provecho al imaginario popular desde que le acreditaron un apodo, juntando su nombre con el producto. Esto le ha servido como marca de valor con alto grado de simpatía.
Sus productos los elabora diariamente, no descansa en su afán por producir estas delicias, que lo han hecho uno de los personajes más conocidos de Navolato. Es el heredero de una receta familiar única. Entregada de la mano de su madre Doña Nachita, quien durante más de 45 años dedicó su vida a la elaboración de estas esponjosas donas.
“El negocio de las donas lo inició mi mamá. A ella le pasó la receta un tío y empezó a venderlas en la escuela de los mangos. Después yo empecé a vender también y me dejó esta herencia”.
Herencia nada sencilla. Hacer donas puede no ser cuestión de ciencia. Pero sí lo es de dedicación, paciencia y el deseo de salir adelante.
Ese deseo de superación que obliga a Mon a levantarse muy tempranito cada mañana y preparar todos los ingredientes para salir en busca de sus clientes.
“Los panaderos de antes sí madrugaban. Tenían que dejar reposando la levadura. Eso era muy tardado, ahora es más fácil. Pero el proceso siempre sí requiere de tiempo y dedicación”. Asegura.
Y tal es la dedicación que le pone a hacer su trabajo, que al recorrer Navolato ofreciendo sus donas la gente lo reconoce fácilmente.
En cuanto dan las 9 de la mañana se escucha el sonido característico del escape de su moto que anuncia que ya salieron las primeras donas del día.
Calientitas, esponjosas y azucaradas. Las preferidas de todos en Navolato.
Con café, chocolatito, un eskimo de los que venden en el mercado Hidalgo, o solitas, las donas de Mon hasta frías saben deliciosas.
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“La gente prefiere mis donas por la calidad del producto y la popularidad que yo le doy a las donas. Voy y las vendo personalmente. Todo el mundo me conoce por todas partes. A donde pregunte por Mon el de las Donas le van a dar razón”, dice con orgullo.
Mismo orgullo con el que señala que esas donas le han dado renombre a nivel internacional. Pues sus clientes le han comprado sus donas para llevar hasta Estados Unidos y otros estados del país. Asegura que viene gente de todas partes hasta Navolato para probar sus donas.
El secreto del éxito de las donas de Mon es sencillo. Asegura que solo se necesitan diez ingredientes y pasión al momento de prepararlas.
Con sólo 10 pesos todos pueden deleitarse con algo más que una dona. Se deleitan con la tradición, la dedicación y el empeño que Mon le pone para sacar adelante a una familia.
Porque para él son más las oportunidades de hacer las cosas buenas. Cada día sale motivado y con la esperanza de traer el sustento a su hogar.
Por amasar, estirar, cortar, freír y azucarar, Ramón, es el donero más famoso de Navolato. Si preguntas por él, te refieren su marca. Si preguntas por las donas, te refieren su sabor. En un municipio dicharachero y con mucho imaginario, Mon se gana la vida con sobrada simpatía.