En la carrera de las drogas sólo se pierde la vida
“Perder” es la palabra clave en su testimonio. Era muy niño para entenderlo cuando empezó y es muy grande la pérdida cuando lo entendió. En la carrera de las drogas se va perdiendo todo, también se pierde la vida
“Se me fue el tiempo” es una frase comúnmente utilizada, pero ¿qué pasa cuando te falta el tiempo para demostrar el amor que sientes por tus seres queridos por haberlo invertido en las drogas? A Julio César Jacobo le tomó más de 30 años darse cuenta de la pérdida que consiguió en esta carrera. Y no solo fue la de su familia, sino de sí mismo. “Perder” es la palabra clave en su testimonio.
“Yo llegué a tal grado de perder mi casa (donde vivo), perder a mi esposa, perder a mis hijos, perder el trabajo, perder mi negocio, perder mi autoestima, perder todo lo que era yo. Ni yo mismo me reconocía”, afirmó Julio César Jacobo.
La carrera de las drogas comenzó a temprana edad. A los 13 años, Julio César probó la cocaína y de ahí no se detuvo. Siguió corriendo a paso veloz y añadió la marihuana como complemento. En cada mala decisión añadía más desgracias a su vida.
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No obstante, antes de casarse, pudo “controlar su adicción” para empezar una nueva etapa de su vida; libre de sustancias tóxicas a sus 21 años. Sin embargo, Julio nunca esperó que, ya casado y con hijos, su mente le hiciera recordar un fragmento de su pasado.
“¿De dónde venía yo?” fue la incógnita que sacudió su vida, y su curiosidad lo llevó a descubrir una verdad que no pudo manejar, y en las pastillas para no dormir y el cristal, encontró la cárcel para combatir su dolor, soledad y sentimiento de rechazo por su familia. Ahí empezó a descubrir quién era verdaderamente.
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De ese tiempo a la actualidad, Julio no puede recordar lo vivido durante 25 años. Sólo platicó que hubo momentos que pasó hasta 15 días sin dormir viendo a través de la ventana para ver qué carro pasaba, puesto que creía que alguien le haría daño. Además de haber comido de la basura porque sólo tenía para comprar la dosis. A pesar que se lo advirtieron, esa era la vida que había ganado.
Las drogas le regalaron la paranoia y la dependencia al cristal durante 25 años. Pero hoy, triste y desolado, agregó más variables al “listado de pérdidas”: el menoscabo de sus seres amados y haberse abandonado así mismo.
Esta carrera aún no ha terminado. Julio César Jacobo se encuentra en recuperación y consciente del tiempo perdido en una sustancia que sólo la vida le arrebató. Pero, el afán por compartir el cariño que tiene guardado en su corazón, lo motiva a seguir por el camino de la restauración y aprovechar el tiempo que le queda para resarcir daños y no volver a recaer. Pues el mejor consejo que puede dar es aprender a decir NO.
Era muy niño para entenderlo cuando empezó y es muy grande la pérdida cuando lo entendió. En la carrera de las drogas se va perdiendo todo, también se pierde la vida.
Ve su historia completa:
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“¿No pasa nada?” se pregunta la asociación Malala Academia en relación a los efectos de las drogas en los jóvenes, en sus familias y en su ciudad. Y para mostrar la realidad de este mundo, nos comparte el testimonial número veintidós, de la segunda temporada de la serie.
Con esta campaña de prevención, Malala Academia busca generar conciencia sobre el consumo de drogas, el daño que provoca, y todo lo que pierden las víctimas de las drogas.
De esta manera, exhorta a la sociedad, medios de comunicación e instituciones a sumarse para disminuir los niveles de drogadicción en México. Y tú, ¿crees que “No Pasa Nada”?.