Antes tuvimos un cielo sólo para las aves, hoy lo compartimos con tecnología.

Los avances tecnológicos cubren un cielo que a principios del siglo pasado era de las aves, luego compartido por aeroplanos, pero hoy está llenándose de abejones.

Más cerca de la superficie de la Tierra, a unos cientos de pies sobre nuestras cabezas, estamos desarrollando una extensa red de drones autónomos que recopilan información valiosa para agricultores, topógrafos de turbinas eólicas, instituciones financieras y muchos otros.

En CES 2018, el Departamento de Transporte anunció que más de 1 millón de drones se registraron oficialmente con la Federal Aviation Administration (FAA).

La FAA predice que para 2020, al menos unos 7 millones de drones volarán sobre América del Norte.

Si bien las reglas de vuelos en drones privados y comerciales siguen siendo moderadamente restrictivas, el pasado mes de octubre, los EE. UU. Anunciaron planes para que el gobierno federal trabaje con compañías para comenzar a desplegar grandes flotas de drones con restricciones de vuelo más flexibles.

A medida que los drones se vuelven más robustos, más grandes y más capaces, generarán cantidades masivas de imágenes y datos de sensores.

Una pequeña flota de drones puede generar fácilmente 100 terabytes de datos por día.

Durante algunos de los trágicos desastres naturales de 2017 (incendios forestales, huracanes), la recopilación de datos de drones fue invaluable para salvar vidas, inspeccionar daños y proporcionar operaciones de búsqueda y rescate con imágenes cruciales de lugares de difícil acceso.

A medida que los drones vuelan más y recopilan más datos, podemos utilizar estos datos en un circuito de retroalimentación positiva para entrenar mejor a drones autónomos.

Hablando de vehículos autónomos ... los autos autónomos son una gran parte de la era entrante de conocimiento abundante.