Inconveniencia de las armas en manos de civiles
A causa de las armas en manos de civiles, el tendedero instalado en la calle dejó de ondear los pantaloncitos del niño.
En cada arma hay historias no contadas, entreguemos las armas para no contar las desgracias.
Apenas el calendario marcaba el inicio de marzo y la vida de Rosa Paredes Peñuelas dio un giro inesperado. Aquel rincón de la colonia Solidaridad de Guamúchil fue noticia internacional, su hijo Brayan de 9 años perdió la vida. Le explotó en la mano una granada de fragmentación.
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En comentarios de medios de comunicación y entre lectores sólo surgió una gran pregunta ¿Qué hace una granada explosiva en una casa?. Tras el peritaje, el cuerpecito de Brayan fue sacado por agentes de una funeraria. Inmóvil, como durmiendo iba tendido en la camilla, enrollado en una sábana blanca.
La única falta de Brayan fue la curiosidad, la misma curiosidad que lo hubiera convertido en un destacado científico. A pocos metros de la humilde vivienda junto al monte, mientras el hombre de chaleco levantaba la camilla, 7 niños permanecieron agazapados atestiguando la partida, como un colofón amargo de la tragedia. Era día de luto, para los niños fue momento de guardar palabras. Debió ser día de vergüenza para Sinaloa.
Rosa Peñuelas tiene 30 años. En la explosión también resultó lesionada, igual que su hija Jazmín de 13 años. A 20 días del acontecimiento las heridas corporales ya han sanado; pero el luto se ha enredado con la culpa y sólo queda la rabia de la complicidad parental, como desgarrando el alma.
Sinaloa enfrenta un problema serio con la abundancia de armas en manos de civiles. No es sólo el aspecto festivo de la noche de año nuevo con descargas temerarias de ráfagas de balas lo que dibuja el tema; es la incidencia de más de 963 homicidios que se cometieron con esas armas en Sinaloa durante 2018. Y en contraparte una sociedad pasiva que dicta un ritmo lento a las autoridades.
La encuesta BCG evidencia que en México existe menos control que en Estados Unidos para adquirir armas de fuego. En los primeros 8 meses del 2017 se registraron en México 35 mil 448 eventos violentos con uso de armas.
Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el año de 2017 se registraron en el país 26 mil 573 homicidios dolosos, entre enero a noviembre. Más de 18 mil de esos homicidios fueron con armas de fuego (68%).
A nivel regional, en julio de 2017 en las instalaciones de la Novena Zona Militar con sede en Culiacán se destruyeron 2 mil 199 armas decomisadas en los estados de Sinaloa y Durango. Fueron mil 152 armas cortas y mil 47 armas largas, 2 mil 921 cargadores y 94 mil 987 balas.
En febrero del 2018 Cristóbal Castañeda Camarillo, Subsecretario de Seguridad en Sinaloa declaró que en 2017 se incrementó en un cuatro mil por ciento el aseguramiento de armas en el estado. Afirmó que eso evidencia un grave problema de armamentismo.
El 16 de marzo de 2019 la Secretaría de la Defensa Nacional, a través de la comandancia de la III Región militar (Mazatlán) y la Novena Zona Militar (Culiacán) realizaron la ceremonia de destrucción de armamento decomisado.
Destruyeron 908 armas y 31 mil 232 cartuchos de diferentes calibres, 2 mil 851 cascos de cartuchos y mil 156 cargadores.
En 2017 el Senado de la República había aprobado modificaciones a la Ley de Armas y Explosivos para tipificar como delito grave la portación de armas de fuego, pero no pasó la aprobación de la Cámara de Diputados, y quedó sólo en intento.
A la entrada del presidente López Obrador se reformaron los artículos 10,16, 21,31, 35, 36, 73,76, 78 y 89 de la Constitución con el objetivo de asentar a la Guardia Nacional como la institución responsable de las tareas de seguridad pública en el país.
Las reformas al artículo 19 tipificaron como delito grave la posesión o portación de armas de fuego y explosivos de uso exclusivo del ejército. En igual categoría quedaron los delitos de corrupción, robo de hidrocarburos, delitos electorales, abuso sexual contra menores, feminicidio, desaparición forzada, robo a casa habitación y robo a transporte de carga.
De nada pudieran servir las reformas si no se aplicara la ley. De nada servirán las reformas si antes la sociedad no repudia la tenencia y uso de armas en manos de civiles, si no rechaza a los homicidas.
En la segunda calle de la colonia Solidaridad, allá por Guamúchil, ya no se volvió a escuchar la voz de Brayan. Quedó una modesta vivienda blanca. En ella, con la misma curiosidad infantil los niños se asoman por las ventanas sin cristales buscando al que se fue. El tendedero instalado en la calle dejó de ondear los pantaloncitos del niño.
A donde quiera que vayan, por más que lavan la ropa, no pueden lavar la vergüenza, y mucho menos el dolor que agregó un arma en la casa.
Que vivan los niños. Destruyamos las armas, para que en su curiosidad descubran solo los caminos de paz.