Si hablar de lugares mágicos se trata, Copala es muestra de ello, un pueblo de auge minero enclavado entre montañas, con una iglesia majestuosa que sorprende ante cualquier mirada.

Con una belleza inigualable, Copala un pueblo mágico que tiene unas casas pintorescas de estilo colonial y sus techos adornados de teja roja, hacen una perfecta combinación.

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Una plazuela de frente a la iglesia que adorna con un pequeño quiosco, rodeada de áreas verdes, artesanías y gastronomía.

Su calles empedradas que nos remontan en el tiempo, motiva a recorrer por el pueblo, y descubrir excelentes vistas de las montañas, haciendo una parada obligada para deleitar del famoso pay de plátano que endulza y agrada a cualquier visitante.

Si te gusta la historia, la aventura y el campismo, este es uno de los lugares que puedes visitar, a tan solo 70 kilómetros desde Mazatlán y a 24.6 kilómetros de Concordia, se encuentra esta joya sinaloense, ubicada entre la sierra madre occidental.

Un pueblo forjado en historia, un pueblo con pasado minero y una arquitectura en particular.

Como dato histórico de este pueblo, los padres del Ex Presidente mexicano, José López Portillo Rojas, vivieron aquí.

Y es así, como Copala tiene mucha historia que contar, como por ejemplo, desde su histórico Templo de San José de Copala, que a su vez, fueron edificados dos templos más; el Templo de Nuestra Señora del Rosario, ubicado en el municipio de El Rosario y el Templo de Concordia, donados por Francisco Javier Blas de Vizcarra, Marqués de Pánuco a mediados del siglo XVIII.

Las primeras décadas de colonización

Según la historia Vizcarra y Calixto Cañedo hallaron grandes yacimientos que les convirtieron en dos de los hombres más ricos de la región. Vizcarra se hizo famoso por su caridad y magnificencia, sobre todo en materia piadosa, porque mientras más riquezas generaban sus minas, más dádivas derrochaba él a la iglesia. Empleando su plata en erigir estas tres maravillas arquitectónicas de tendencia barroca, inmortalizando a su donador.

Se dice que su fortuna fue de tal magnitud, que en 1772 el rey Carlos III otorgó a Vizcarra los títulos nobiliarios de Marqués de Pánuco y Vizconde de la Casa de Vizcarra, con lo que ingresó a la nobleza española, de acuerdo documentos del Inventario del Archivo Municipal de Concordia, Sinaloa.

Su gran auge de producción minera fue la punta de lanza que abrió la región al arribo de colonos.

Se estima que en tan sólo un par de décadas, la provincia que integraba la Villa de San Sebastián logró una producción de hasta un tercio, de lo que por las mismas fechas se obtenía en Zacatecas.

El descubrimiento inicial de yacimientos mineros tuvo lugar en lo que, a partir de entonces se conocería como Charcas, un conjunto de minas ubicadas al noroeste de San Sebastián (Hoy conocido como Concordia); luego le siguieron los minerales de Pánuco, Copala, Cacalotán, San Bartolomé y San Marcial.

Después de 1570 los soldados del ejército explorador del Conquistador Francisco de Ibarra establecieron sus empresas mineras o agrícolas en la zona. La mayor parte de esa primera oleada de colonos, provenía en su mayoría de la ciudad de Durango.

El propio conquistador, Francisco de Ibarra, se asentó en la villa de San Sebastián (Concordia), desde donde administró sus minas de Copala y Pánuco; Hernando de Trejo, designado por Ibarra como Teniente de Gobernador, se convirtió en dueño de los reales mineros de Charcas y San Bartolomé, a la vez que obtuvo en encomienda el pueblo de indios de San Pablo Cobasaca.

Así, la explotación de los metales preciosos significó la principal causa de la evolución económica y demográfica de la Villa de San Sebastián. Los años de 1575 a 1585 pueden ser considerados como los de su primera época de prosperidad, expresada en los registros de metales preciosos.

Durante el porfiriato

Para 1889 durante el porfiriato, en Concordia se contaba con 21 minas de plata ubicadas en su mayoría en los minerales de Pánuco y Copala. Tambien sobresalían las fábricas de mezcal, había cuatro ubicadas en Concordia y Aguacaliente, en Mesillas, tres y una en Zavala, El Verde y la Guasima, todas pertenecientes a este mismo municipio.

Además de las fábricas de mezcal existían dos tenerías, para el tratamiento de pieles vacunas.

El incremento en la demanda de minerales preciosos (oro y plata) y no preciosos (cobre, zinc, plomo) a nivel mundial, posibilitó la exploración y explotación de nuevas áreas, incorporando para ello tecnología moderna.

Los principales negocios mineros, que funcionaron durante los años de 1895-1910: Compañía Minera de Copala; Compañía Minera de Pánuco, San Buenaventura y Chass Butter Copala 20 Mines Limited, estuvieron integrados en su mayoría por socios accionistas de procedencia extranjera.

Los ochentas

Copala vivió épocas de mucha bonanza, con su primer auge en la minería, pero lamentablemente tuvo una caída, la cual se prolongó hasta los años 80 's del siglo pasado cuando unos visionarios extranjeros vieron a Copala un gran potencial.

Uno de esos extranjeros se asentó en el ahora Pueblo Señorial y junto con los Irvine's iniciaron un frenético desarrollo turístico que le devolvió la vida a esta población.

El auge duró relativamente poco, ya que basaron la fuerza de este despegue turístico en el turismo naviero y descuidaron el turismo regional y nacional, y a la primera crisis de las navieras, el Pueblo Señorial volvió a las épocas del abandono minero, casi hasta convertirse en Pueblo Fantasma.

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En la actualidad, Copala mantiene atesorada toda esa gran historia, invitando a los turistas a recorrer cada mágico rincón del pueblo minero y a disfrutar de su hermosa arquitectura, su tranquilidad, gastronomía, sus arroyos, veredas y su vegetación.

Nos invita al encuentro con la naturaleza y la historia, nos invita a recorrer y admirar una joya sinaloense.

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