Santuario del Sagrado Corazón de Jesús
Después de Catedral, el Santuario se considera uno de los más emblemáticos monumentos históricos del viejo Culiacán.
Jaime Félix Pico | Relatos y rincones
El Santuario junto a la Catedral, la Iglesia de Guadalupe conocida como La Lomita, y la Iglesia del Carmen, son los templos católicos más importantes de Culiacán.
Con la construcción de esta iglesia en las cercanías de la Plazuela Rosales, la élite porfirista consolidó espacialmente el sector poniente de la ciudad abriéndolo al desarrollo urbano, al crecimiento que exigía la incipiente modernización urbanística impulsada por la política de “Paz y Progreso" del gobierno del presidente Porfirio Díaz e implementada localmente por el entonces gobernador Francisco Cañedo.
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Fue en la última década del siglo XIX que el Obispo de Sinaloa, Fr. José María Portugal y Serratos decidió la construcción del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, convirtiéndose, al paso del tiempo en un monumento arquitectónico patrimonial de gran relevancia para la ciudad y referente indispensable del Centro Histórico.
El diseño arquitectónico y construcción se le encargó al Ingeniero Luis Felipe Molina Rodríguez, quien recién había llegado a Culiacán procedente de la ciudad de México, invitado por el Ingeniero Mariano Martínez de Castro, quien fungía como gobernador en las ausencias del General Francisco Cañedo, para construir un Teatro el cual terminó tiempo después de su llegada y le llamaron Teatro Apolo, ícono de la vida cultural de la antigua ciudad; demolido a fines de la década de los años cuarenta del siglo pasado causa de la insensibilidad hacia el valor del patrimonio edificado, supuestamente para alinearlo a la dinámica de crecimiento urbano que empujaba el auge agrícola y económico que caracterizó a esa época.
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Quedó registrado en los archivos del Obispado que el 13 de julio de 1890 el Padre Melesio Monge, en acto solemne, procedió a la bendición del lugar y a poner la primera piedra del edificio, acto simbólico con el que inició la construcción de este edificio en un terreno urbano propiedad de la familia Andrade Aguirre que fue donado generosamente al clero para este alto propósito.
A este evento asistió un grupo de damas altruistas encabezadas por doña Beatriz Aguirre de Andrade quien, por medio de sus hijos Amado y Miguel de apellido Andrade, donaron el terreno y aportaron recursos para los trabajos iniciales; junto a ella estuvo la Señora Rosario Amador de Martínez de Castro.
La ubicación de la iglesia la decidió el propio ingeniero Molina junto con la familia donante del terreno con el objetivo de desarrollar urbanísticamente el poniente de la ciudad, en el cruce de la antigua calle del Comercio (hoy Ángel Flores) y avenida Donato Guerra.
Las dimensiones del terreno y su forma obligó al Ingeniero. Molina a proyectar y emplazar el edificio en un ángulo de 45º, en forma diagonal con respecto a la esquina, con la finalidad de lograr el mejor impacto visual y obtener el máximo provecho del terreno garantizando una vestibulación exterior a manera de pequeño atrio, donde los fieles pudieran estar sin provocar aglomeración; este espacio representó una innovación arquitectónica en toda la ciudad.
En los albores del siglo pasado, una vez iniciada la construcción del edificio, Monseñor Francisco de Jesús María Echavarría y Aguirre (1) recibió la obra en proceso de manos del cura Melesio Monge y la continuó en el año 1907 contando con el apoyo de la señora Francisca Bátiz y Bátiz de Cañedo, esposa del gobernador, quien reunió a un grupo de damas con el propósito de recaudar los fondos necesarios para su terminación.
Luis Felipe Molina a quien se reconoce como el Arquitecto de la Ciudad, logró avanzar la construcción del edificio hasta una altura de 8 metros, dejándolo inconcluso; abandonó la ciudad y logró refugiarse en los Estados Unidos buscando su seguridad personal y de su familia dada la ingobernabilidad que provocó el movimiento revolucionario.
Este edificio, por su calidad formal y sus acabados artísticos, es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura decimonónica. Su fachada es inédita para su época en esta región noroeste del país; de estilo clasicista característico del siglo XIX, seguramente inspirado en la Iglesia del Carmen de Celaya, Guanajuato, construida entre 1802 y 1807 por el famoso constructor y pintor Francisco Eduardo Tresguerras.
Su fachada está conformada por tres torres, una de mayor tamaño al centro y dos más pequeñas a los lados; los tres cuerpos construidos con arcos de medio punto, pilastras jónicas, hojas de acanto, copones y veneras; construidos con cantera, cuya tonalidad rosada hace magnífico contraste con los paramentos.
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En la actualidad el edificio mantiene sus muros exteriores sin recubrimiento, o sea el ladrillo expuesto. Es evidente que el edificio no fue concebido en la idea del tabique aparente, no obstante ello, así se encuentran sus paredes pues son testigos mudos de las batallas que se dieron en la toma de Culiacán (20 de mayo de 1911) por las tropas revolucionarias maderistas comandadas por Ramón F. Iturbe, Herculano de la Rocha y Juan M. Banderas, entre otros, quienes atacaron el Santuario donde se habían pertrechado las fuerzas del gobierno al mando del coronel Luis G. Morelos, jefe de las guardias del gobernador Diego Redo; después de rendirse y una vez que cayó la ciudad en manos de los maderistas Morelos fue aprehendido y luego fusilado sin que se le hubiese juzgado lo cual causó indignación entre la población civil.
Las paredes que dan al exterior presentan impactos de metralla que un buen observador hoy puede apreciar, son huellas que dejó la revolución Mexicana; la Oficina del INAH en Sinaloa no permite se resanen ya que son evidencias de hechos que están grabados en la memoria histórica de la ciudad.
El santoral de la iglesia católica establece que en el mes de junio, el viernes segundo después del domingo de pentecostés, ese día se dedica a venerar al Sagrado Corazón de Jesús, esa festividad la conmemoran los fieles y el párroco organizando una gran fiesta popular que antaño fue de las más alegres y concurridas del barrio parroquial comprendido entre las calles Ignacio Zaragoza al norte, Cristóbal Colón al sur, J. María Morelos al oriente y al poniente hasta el antiguo barrio de la vaquita circundado por la avenida Nicolás Bravo.
Dado que esta zona del Centro Histórico ha sufrido cambios significativos en el uso del suelo, de habitacional a comercial, ocasionando la migración de los vecinos hacia la periferia de la ciudad buscando paz, tranquilidad y seguridad en sus hogares, esta fiesta religiosa que confiere identidad al barrio se sigue realizando, pero ha perdido gran parte de la concurrencia de sus feligreses.
Después de Catedral, el Santuario se considera uno de los más emblemáticos monumentos históricos del viejo Culiacán; ícono de la ciudad que el autor de la canción “Culiacán”, Enrique Sánchez Alonso, no podía dejar de incluir en su letra, en una de sus estrofas canta: “Tus mujeres orgullo serán/ porque saben reír y cantar/ a tu viejo Santuario ellas van/ qué bonitas se ven al pasar”.
(1) Monseñor Francisco de Jesús María Echavarría y Aguirre (1858-1954), nació en el pueblo de Bacubirito, municipio de Sinaloa; ordenado sacerdote por quien fue el primer el Obispo de Sinaloa don José de Jesús Uriarte y Pérez; estudió en el Seminario Conciliar de Culiacán, del cual fue maestro y luego Rector; ocupó varias parroquias hasta hacerse cargo del curato y vicaria de la Catedral de Culiacán. No concluyó las obras del Santuario pues el Papa, su Santidad Pio X, lo preconizó Obispo de la Diócesis de Saltillo (1905); por su vida ejemplar y su gran obra asistencial y educativa el Vaticano le otorgó la calidad de Beato y su expediente sigue abierto en vías de su probable canonización.
*En colaboración con Mapasin A.C.
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