Don Pascual Espinoza es un ejemplo de constancia con su frutería en Culiacán
Con constancia y esfuerzo, don Pascual Espinoza mantiene viva su frutería en el bulevar Orquídeas, al norte de Culiacán
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En una esquina del bulevar Orquídeas, a unos metros de la calle Emile Berlín, en la colonia La Puerta, se encuentra un pequeño, pero resiliente negocio: la frutería de don Pascual Espinoza.
A sus 60 años, este comerciante ha demostrado que, con perseverancia y paciencia, es posible superar las dificultades y mantener vivo un negocio familiar.
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Una vida entre frutas y verduras
Desde hace 12 años, don Pascual atiende su frutería en este punto de la ciudad, pero su trayectoria en el comercio de frutas y verduras comenzó mucho antes. Antes de establecerse en La Puerta, vendía en Pradera Dorada, donde pasó ocho años ofreciendo productos frescos a sus clientes.
Al decidir trasladarse a su ubicación actual, su esposa, María del Carmen, tomó las riendas del negocio en un inicio, mientras él continuaba vendiendo en Pradera. Con el tiempo, cerró aquel punto de venta y se dedicó por completo a su nuevo local.
El camino no ha sido fácil. La demanda de productos ha variado con el tiempo, especialmente en los últimos años. Aunque su fuerte es la clientela que pasa en vehículo, reconoce que la afluencia ha disminuido.
La constancia es clave
Don Pascual sostiene que la clave para mantenerse en el negocio es no desesperarse y confiar en la constancia.
"Cuando empecé en Pradera Dorada, el primer día vendí 250 pesos. Aquí, el primer día fueron 450, el doble. A veces solo sacamos los gastos, pero lo importante es seguir adelante”, comparte.
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Uno de los momentos más difíciles para él fue cuando, por decisión del Gobierno municipal, tuvo que abandonar su ubicación habitual y trasladarse a otro punto cercano.
Durante cuatro meses, la venta cayó drásticamente, obligándolo a endeudarse para salir adelante. Sin embargo, con esfuerzo y paciencia, logró regresar a su espacio original y reconstruir su clientela.
Don Pascual no está solo
Actualmente, el negocio de don Pascual es un ejemplo de adaptación y servicio. Su esposa y una joven estudiante de bachillerato lo ayudan en la atención al público. Para él, poder brindar empleo a una estudiante es una forma de apoyar su educación y contribuir a su futuro.
En su frutería, los clientes encuentran productos frescos y de temporada: tomate, cebolla, chiles, zanahorias, pepinos, ejotes, sandía, nopales, papaya, plátanos, manzanas, cacahuates, frijol, huevos y elotes, ya sea enteros o cimados.
La ubicación del negocio permite que muchos clientes compren sin bajarse de sus vehículos, lo que ha sido una ventaja competitiva en tiempos de cambios en los hábitos de consumo.
A lo largo de su vida, don Pascual ha trabajado en distintos oficios, desde la venta de agua en garrafones y jugos hasta empleos en una empresa refresquera y como guardia de seguridad. Incluso llegó a vender manzanas acarameladas, aunque admite que ese negocio dejó de ser rentable hace mucho tiempo.
A pesar de los retos, su historia es un testimonio de determinación, trabajo duro y fe en el porvenir. Con su actitud inquebrantable, don Pascual Espinoza no solo mantiene su negocio en pie, sino que también inspira a quienes lo rodean.