Los negocios son sinónimo de trabajo, colaboración, crecimiento y progreso. Sin embargo, también son responsables de algunos de los problemas económicos, ambientales y sociales más preocupantes de la actualidad. Hay quienes podrían pensar que estos no son temas que le correspondan a empresarios y trabajadores, pues es el gobierno quien debe encargarse de todo eso. 

Grandes e influyentes economistas del siglo pasado como Milton Friedman estarían de acuerdo con esta postura. “La única responsabilidad del negocio es usar sus recursos y participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias,” declara en su libro Capitalismo y Libertad. 

Por otro lado, algunos empresarios educados bajo esta escuela de pensamiento expresan posturas que se contraponen radicalmente. En octubre de 1998, Ray Anderson, CEO de la empresa de alfombras Interface decía frente a otros empresarios destacados de la época “tuve una revelación acerca de lo que la industria le hace a nuestro planeta. Me hallaba convicto como un explotador de la tierra [...] en el futuro, personas como yo iremos a la cárcel.” 

Estas dos posturas siguen latentes en la actualidad, con algunos que prefieren ignorar los grandes problemas estructurales y ambientales en contraste con otros que deciden convertirlo en parte nuclear de la empresa. 

Los negocios construidos bajo el capitalismo consciente son ejemplo de ello. El término fue acuñado por Raj Sisodia y John Mackey en su libro “Capitalismo Consciente: Libera el Espíritu Heroíco de los Negocios” (https://www.gandhi.com.mx/capitalismo-consciente-1) lo definen como un paradigma empresarial que busca crear valor y bienestar en lo económico, intelectual, físico, ecológico, social, cultural, ético y espiritual. Consideran que las empresas tienen la capacidad de ser fuerzas de cambio, que recuerden la ética detrás de sus acciones y el impacto que tienen en las personas a las que sirven. Se rige por cuatro pilares:

• Propósito Superior: Es la razón de existir de la empresa. Sirve como una declaración del rumbo que busca tomar, lo que queremos cambiar en el mundo. La misión y visión son consecuencia directa del propósito, la estrategia que seguiremos y el mundo que visualizamos por nuestra actividad.
• Integración de los stakeholders: Los stakeholders son todas las personas que se ven impactadas por la empresa. Antes se asumía que solo los inversionistas eran relevantes. Hoy entendemos que los clientes, el planeta, los proveedores, los colaboradores y comunidades son cruciales en la creación de beneficios. De nada sirven los ingresos o estrategias que no ponen a las personas al centro.
• Liderazgo consciente: Las personas que asumen el rol de líder tienen la responsabilidad de inspirar y comprender. Crean sistemas que se modifican según lo que requiera su gente, llevando al cambio que queremos ser en el mundo.
• Cultura consciente: El interior de la empresa es un reflejo de lo que hace. En un mundo tan cambiante, esto significa que la innovación, la colaboración, el empoderamiento y la descentralización son cruciales para adaptarnos a tiempo. Una cultura consistente con los valores que declara es una que lleva sus palabras a la práctica y demuestra lo que significa ser consciente.

Me gusta pensar en el capitalismo consciente como hacer que los medios sean coherentes con el fin buscado. Los métodos que usamos legitiman los resultados y nos hacen consistentes en la búsqueda de ideales nobles. Si buscamos empresas conscientes, debemos ser personas dispuestas a dar todo por aquello que vale la pena. 

Cada persona tiene su propósito personal y muchas veces se puede transformar en uno superior. Si te das la oportunidad de compartirlo, seguramente hallarás personas que comparten tus ideas. El mundo necesita de quienes ven el viaje antes que el destino.

Lee también: Unpacking, lo que nuestro hogar dice de nosotros