El futuro puede diseñarse con la ciencia de la anticipación
La búsqueda de la recompensa inmediata del cortoplacismo puede “hackearse” para romper el círculo vicioso que nos hace girar como hámster
“La reforma posible” suele decirse en el argot legislativo para justificar que no saldrá la mejor ley sino la que se pudo.
Poco aspiramos a imaginar los escenarios preferibles y a diseñar la ruta para llegar a ellos. Mucho menos tenemos disposición para invertir tiempo, dinero y esfuerzo a largo plazo.
De hecho, las convocatorias a recurrir a la imaginación para plantearnos los mejores escenarios suelen ser tachadas de poco prácticas, difusas, románticas o cosas de hippies.
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En el fondo, carecemos de alfabetización del futuro y desconocemos la disciplina científica dedicada a la anticipación.
La imaginación es una poderosa herramienta
En el artículo ¿Qué es la alfabetización del futuro y por qué es importante?, Nicklas Larsen, Jeanette Kæseler Mortensen y Riel Miller, consultores del Instituto de Copenhague para Estudios sobre Futuros, explican la ciencia de la anticipación.
Podemos resumirlo en estos tres puntos.
1. Imaginación como herramienta clave: La ciencia de la anticipación se basa en la capacidad humana de imaginar futuros posibles. Esta alfabetización permite a las personas y organizaciones tomar conciencia de las suposiciones que guían sus decisiones actuales, abriendo el espacio para explorar futuros alternativos que sean más inclusivos y deseables. La anticipación permite ver la incertidumbre como un recurso, no como una amenaza.
2. Planificación y exploración de escenarios: Herramientas como la planificación de escenarios y la exploración del horizonte son esenciales para visualizar y gestionar futuros diversos. Estas técnicas permiten diseñar estrategias que responden a diferentes situaciones posibles, ayudando a mitigar riesgos y aprovechar oportunidades en un contexto de creciente incertidumbre.
3. Desafiar el sesgo hacia el presente: La ciencia de la anticipación combate el sesgo hacia el cortoplacismo, que impulsa a las personas y sociedades a priorizar recompensas inmediatas en detrimento del bienestar a largo plazo. Al imaginar futuros sostenibles y equitativos, la anticipación fomenta un pensamiento de largo plazo que es crucial para enfrentar desafíos globales como el cambio climático y la desigualdad.
“Al cuestionar los patrones de pensamiento, la alfabetización futura puede cambiar las condiciones del cambio, un requisito importante para orientar los procesos de transición en la sociedad y las empresas”, escriben los autores.
El truco para llegar a la ciencia de la anticipación
Larsen, Mortensen y Miller aseguran que uno de los desafíos centrales que enfrenta la alfabetización en el futuro es el sesgo inherente de las sociedades contemporáneas hacia el presente.
Es el "sesgo del presente".
Este es reforzado, dicen, por la liberación de dopamina en el cerebro que favorece las recompensas inmediatas sobre los beneficios a largo plazo.
“Esto no solo limita nuestra capacidad de anticipar, sino que también nos empuja a ignorar los efectos a largo plazo de nuestras acciones. Esta tendencia cortoplacista ha tenido graves consecuencias en áreas como el cambio climático, donde la falta de imaginación a largo plazo ha permitido que generaciones de seres humanos exploten los recursos de la Tierra sin considerar el daño irreversible que causan”.
Pregunta pertinente: ¿Podemos tener un Sinaloa distinto?
Si queremos un Sinaloa con paz duradera tenemos que ser capaces de imaginar, diseñarlo, construir la ruta metodológica y apostar al trabajo sostenido en el largo plazo.
Antes tenemos que “hackear” la búsqueda de la recompensa inmediata del cortoplacismo para romper el círculo vicioso que nos hace girar como hámster una y otra vez sobre los mismos problemas.
No veo otra manera de cambiar el estado de cosas actual.